La vida del rey emérito dio un giro radical en abril del 2012. Mientras España sufría una gravísima crisis económica, él tuvo un accidente durante una cacería de elefantes en Botsuana. Su vuelta de urgencia a España le obligó a pedir disculpas públicas y a asegurar que no se volvería a repetir. Ahora se ha sabido que un par de meses después transfirió los 65 millones de euros que le había entregado la monarquía saudí a su entonces amiga Corinna zu Sayn-Wittgenstein.

Según la Constitución, Juan Carlos era entonces inviolable, por lo que no se le podría p erseguir penalmente aunque hubiera cometido algún delito. Esa situación cambió en el 2014 cuando abdicó, porque perdió esa prerrogativa reservada al jefe del Estado y la única que conservó fue la de tener fuero ante el Tribunal Supremo.

El pasado 15 de marzo, su hijo renunció a la herencia que le podía corresponder y le retiró la asignación anual tras publicarse en medios británicos y suizos que el rey emérito era beneficiario de la fundación panameña Lucum, en cuya cuenta en el banco Mirabaud de Suiza se ingresaron los 65 millones saudíes. Felipe VI también aparecía como beneficiario de otra fundación, Zagatka, respecto a la que también renunciaba.

Aunque aún no hay imputación penal, se informó de que su padre había contratado a un prestigioso abogado penalista, Javier Sánchez-Junco, uno de los fiscales Anticorrupción del juicio contra el banquero Mario Conde. H