El 'linchamiento' virtual a una frutera a la que confundieron con la acosadora de Pablo Iglesias
Soledad Meana sufrió horas de acoso telefónico tras confundirla un tuitero con la persona que compartió la ubicación del vicepresidente

El 'linchamiento' virtual a una frutera a la que confundieron con la acosadora de Pablo Iglesias
M. Á. G.
En la Edad Media, una denuncia secreta bastaba para arder en la hoguera por herejía o sufrir el escarnio público bajo el cepo. Aunque la acusación fuera infundada. En agosto de 2020, un mensaje en una red social es suficiente para sufrir un linchamiento virtual y recibir cientos de insultos y amenazas anónimas en cuestión de horas. Aunque la acusación sea infundada. No parecen haber cambiado mucho las cosas en setecientos años, y Soledad Meana, propietaria de una frutería en La Felguera, puede atestiguarlo. "El daño moral que me han hecho ha sido enorme. He estado dos noches sin dormir. Sientes una impotencia enorme y pierdes la fe en la gente".
El detonante fue la visita de Pablo Iglesias e Irene Montero a Lena para disfrutar de unos días de descanso. Una mujer que se hacía llamar Sol en Twitter hizo público, en un mensaje crítico hacia ellos, el lugar en el que se encontraban el vicepresidente del Gobierno y la ministra de Igualdad con sus tres hijos. El hashtag #LaFachadeLaSole fue tendencia en España y la bola fue creciendo hasta que otro tuitero identificó a Sol, de Felgueras (Lena), con la frutería Sol, de La Felguera (Langreo), compartiendo su dirección y teléfono. Y ahí estalló todo.
A las diez de la noche del lunes, Soledad Meana -que se levanta cada día a las 4.30 para poner en marcha su negocio- se había ido a la cama cuando empezó a recibir mensajes y llamadas de teléfono con insultos, amenazas y llamamientos a boicotear su negocio. Suele dejar el teléfono encendido para que quede constancia de los pedidos a domicilio. "No sabía de qué me hablaban. Desconocía que Pablo Iglesias estaba en Asturias y ni siquiera tengo redes sociales". A las dos de la madrugada, ante la avalancha de mensajes, confusa y atemorizada, llamó al 112. Le recomendaron apagar el móvil y denunciar los hechos.
El aluvión de mensajes no se detuvo por la mañana. Incluso cuando estaba en Comisaría seguían llegando. Un agente llegó a responder a uno de los acosadores para sacarlo de su error. Ni por esas: "Me habrán llegado unos 2.000 wasaps y muchísimas llamadas. No sabría decir". Solo la intervención de dirigentes locales del PCE e IU, que pusieron mensajes aclaratorios en las redes sociales, logró reconducir la situación y parar la avalancha.
"Te das cuenta de que insultar y amenazar sale gratis porque, al parecer, solo se puede actuar contra la persona que compartió mis datos", explica Meana, que añade: "Todo esto me ha hecho daño, pero me quedo con el apoyo que me han mostrado la familia, los empleados, clientes y compañeros de la plaza de abastos".
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