La situación en la frontera de Ceuta ha mejorado en las últimas horas. Las cosas están "volviendo a su sitio", indicaban este miércoles en el Gobierno antes de que se conociera que Marruecos había cerrado sus fronteras, cortando el paso al éxodo migratorio de los últimos días. Rabat "ha bajado el diapasón" claramente, señalaban las mismas fuentes, subrayando que el punto de inflexión llegó con la declaración institucional del presidente, Pedro Sánchez -cuando recalcó que España sería "firme" en la defensa de la integridad de la ciudad autónoma "bajo cualquier circunstancia"-, y su posterior viaje a Ceuta y Melilla, un gesto político de indudable calado.

El jefe del Ejecutivo definía en la sesión de control en el Congreso lo ocurrido como un "desafío" de Marruecos a España y a la UE. Un peldaño más que el dado la víspera, cuando se limitó a pedir al reino alauí "respeto a las fronteras mutuas". La vicepresidenta primera, Carmen Calvo, lo había llamado "agresión". Y este miércoles en el Gabinete se reiteraban en esa misma idea: la entrada masiva de inmigrantes irregulares, la utilización de seres humanos para lanzar un mensaje a Madrid, es un "asalto" a una frontera, y no una mera "crisis migratoria".

Pero aunque el flujo de migrantes se haya reducido, aunque la tensión se haya aflojado y la noche haya sido "tranquila", aunque Rabat haya bajado la presión, sigue pendiente de cerrar la crisis diplomática, y eso tardará algo más en resolverse. En esa línea el Gobierno dice seguir trabajando, puesto que Marruecos es un país "amigo" y vecino y debe seguir siéndolo. Quedan "48 horas de observación", de ver cómo actúa el Estado magrebí, indicaba una ministra tras salir del pleno de la Cámara baja.

"Miedo" a que EEUU recule

La primera muestra de que las relaciones logran encauzarse la dará lo que ocurra con la embajadora marroquí en España, Karima Benyaich, de la que en la Moncloa tienen una buena opinión. Ella fue llamada a consultas por Rabat después de que fuera convocada en Madrid por la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya. En su reunión, esta le expresó su "disgusto" y "rechazo" por la entrada masiva de inmigrantes por Ceuta y le recordó que de las fronteras son "corresponsables" los dos países.

En el Gobierno continúan rechazando oficialmente que la tensión se deba únicamente a la decisión de España de acoger, por razones "humanitarias", al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, ingresado en un hospital de Logroño desde abril. "Lleva un mes aquí", recordaban fuentes del Ejecutivo. En el equipo de Sánchez apuntan a que hay otras razones que deben tenerse en cuenta, como la posición de Estados Unidos. Joe Biden no ha revertido el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara que hizo Donald Trump, y Rabat podría tener "miedo" a que el nuevo mandatario americano diera marcha atrás. Pero influyen, añaden, factores como la situación socioeconómica o la crisis en Gaza, ya que la postura de Marruecos hacia Israel -con quien estableció relaciones diplomáticas a finales de 2020- ha podido no ser comprendida por su población en medio de una ofensiva de Tel Aviv sobre la Franja.

Este miércoles, González Laya sí fue algo más explícita sobre la situación de Ghali en una entrevista en RNE. Y admitió que fue el detonante de la ira del país vecino. "Hay un rechazo a un gesto humanitario de nuestro país que crea una crisis migratoria", una "respuesta unilateral" a la hospitalización del líder saharaui.

La ministra explicó que si España lo acogió -aunque llegó con identidad falsa, con nombre Mohamed Benbatouche- fue por su tradición humanitaria y porque con ese gesto no pretendía "ninguna agresión a nadie", aunque era consciente de que la cuestión del Sáhara Occidental es de "enorme sensibilidad para Marruecos". Madrid, dijo, ha explicado esa posición "múltiples veces y por múltiples canales" a Rabat.

"España tiene una tradición humanitaria y tiene que poder ejercerla cuando lo crea necesario, siempre respetando a sus vecinos y no buscando una agresión a nadie”. Es decir, que la acogida del líder del Frente Polisario era "un simple gesto humanitario hacia una persona gravemente enferma". El problema es que Ghali es considerado como una persona "enemiga" de Marruecos, así visto tanto por el Ejecutivo como por la oposición en el reino alauí.

"Discreción" en los contactos

En todo caso, lo que busca Exteriores es rebajar la tensión. “Ni hemos provocado esta escalada, ni la queremos alimentar, ni la vamos a alimentar, hay que reconducir esta situación”, dijo Laya en RNE. "Nunca vamos entrar en ejercicio de escalada, pero vamos seguir firmes en la defensa de la integridad territorial, de las fronteras de nuestro país y de la seguridad y el orden", subrayó en su entrevista, informa EFE.

La ministra insistió en que la posición de España "no es la debilitar ni romper la relación" con Rabat, sino la de "tejer y fortalecer relaciones", "no es cortar puentes", sino "construir juntos". Para Laya, Rabat ha de entender que la cuestión migratoria es también de "enorme sensibilidad" para la UE, de modo que cuando permite la llegada masiva de inmigrantes "no solo tiene a España del otro lado, tiene a la UE", que ayer dio "una respuesta clara", arropando al Gobierno de Sánchez.

La jefa de la diplomacia aseguró que hay "líneas abiertas" de comunicación con Marruecos "por distintos canales", aunque no quiso precisar si el presidente ha recurrido al rey Felipe para que ayude a reconstruir los puentes con el país vecino, porque toda "misión de acercamiento" debe tener la "discreción" como componente principal.

Laya, además, restó importancia al hecho de que el secretario de Estado de EEUU, Anthony Blinken, llamara a las autoridades marroquíes para hablar del conflicto en Oriente Próximo, entre Israel y Gaza, y no citara siquiera a España. La ministra prefirió "no juzgar la postura de un aliado muy cercano" como es EEUU. Recordó, eso sí, que Marruecos "tiene un papel" en la crisis entre judíos y palestinos, y es "normal" que Washington "hable con sus socios y con todos los actores". Lo cierto es que, al menos hasta el momento, la Moncloa no ha informado de ningún contacto telefónico aún entre Sánchez y Biden pese a que este tomó posesión del cargo el 20 de enero de 2021.