El alcalde de Sevilla, Juan Espadas, será el encargado de intentar recuperar el otrora feudo inexpugnable de la Junta de Andalucía para el PSOE y hoy en manos del PP y Ciudadanos y con el apoyo de Vox. Espadas se impuso en las primarias socialistas a la que fuera jefa del Gobierno autonómico y todavía secretaria general, Susana Díaz, en un triunfo de amplias repercusiones internas, en el seno del PSOE, y externas, en la política andaluza y nacional. De hecho, el 55,05% de voto alcanzado (18.751 sufragios) hace innecesaria la celebración de una segunda vuelta, ya que logró superar la barrera del 50% de los apoyos. Díaz obtuvo el 38,76% (13.202 papeletas) y el tercer candidato, el economista Luis Ángel Hierro, un 5,33%. Datos con el 99,8% escrutado y una participación altísima, el 75,29% de los más de 45.374 militantes.

Un triunfo que fortalece a Pedro Sánchez, su principal valedor, por cuanto demuestra que el ascendente con que cuenta sobre la militancia, el que le permitió resurgir de las cenizas y hacerse de nuevo con la secretaría general, tras su forzada dimisión de 2016, sigue incólume. Y nada menos que en la principal federación socialista, la más numerosa y el principal granero de votos que Ferraz insistía en que no podía perder. Un ascendente que se mantiene a pesar de defender, abiertamente y sin ambages, una medida tan polémica en muchas partes de España como es la concesión de los indultos a los presos independentistas. El mensaje es que las bases andaluzas han decidido abrir una etapa de "cambio", como preconizaba Espadas, y eran plenamente conscientes de que en estas primarias se ventilaba la fortaleza del presidente, pues en las últimas semanas se había reiterado que un nuevo golpe, tras el fracaso de la moción de censura en Murcia y el derrumbe del PSOE en Madrid, podría tener imprevisibles "consecuencias". El PSOE-A pasa página de Díaz, su líder desde 2013 y que ya no volverá a repetir en el cargo, aunque no se va ya.

Y aquí se enlaza con el influjo en la política española. Este 13 de junio fue marcado hace semanas como clave para que, a partir de ahora, el Consejo de Ministros decida cuándo proceder a la medida de gracia con los presos, que será parcial tras el dictamen del Tribunal Supremo. Pero llegarán "pronto", como ha reiterado la vicepresidenta primera, Carmen Calvo.

Y el doble desenlace, el de las primarias y el pinchazo de las derechas en la manifestación contra los indultos de la plaza de Colón de Madrid dejan expedito el camino de Sánchez, no solo para tratar de desinflamar el conflicto con Catalunya, sino para mirar con mayor tranquilidad los dos años restantes de legislatura.

El futuro de Díaz

Una victoria, la de Espadas, conseguida contra la que fuera rival del propio Sánchez en las primarias de 2017 al liderazgo del partido. Y que, por tanto, asestó una estocada política definitiva a la todavía secretaria general del PSOE-A, que no dimite de inmediato pero si anunció, en su intervención de aceptación de la derrota, en la sede regional, que daba "un paso al lado" y que no "optaría" a la secretaría general de la federación regional. "Se abre un periodo transitorio hasta que se celebre el congreso, que ya está convocado", señaló, aun cuando no sea así, por cuanto los cónclaves regionales suceden al federal, que se convocará en julio. Con todo, Díaz prometió "no estorbar" a Espadas, a quien reconoció el mando "de la política autonómica" en Andalucía. "Haremos lo que él desee hacer", sentenció.

Unas intenciones, las de Díaz, que visiblemente no encajaron con las del vencedor. Espadas, tras inaugurar el "inicio de una nueva etapa" aseveró que no tenía ninguna duda de que "todos" habían entendido el mensaje de la militancia y de un resultado tan claro. Posteriormente, y por si no era diáfano el mensaje, afirmó que "la lucha contra la derecha y por volver" a presidir la Junta de Andalucía obligaba a emitir ya "desde mañana, una única voz en la oposición" al actual Gobierno. Asimismo, negó que hubiera "ninguna bicefalia" en ciernes, siquiera hasta la celebración de ese congreso regional. "El resultado ha sido contundente", remachó Espadas, empujando un poquito más a Díaaz hasta la puerta de salida.

La intervención del alcalde de Sevilla fue un continuo reproche encubierto a la expresidenta andaluza, por la vía de expresarlo en positivo: "Me voy a emplear a fondo para que el PSOE-A vuelva a ser el corazón del socialismo federal", dijo, antes de alinearse plenamente con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y prometerle que lucharía "contra el acoso y derribo al que le está sometiendo la derecha".

La carta del nombramiento de una gestora por parte de Ferraz sigue encima de la mesa, pero como recordaban desde el cuartel general, no es tan fácil, ya que el artículo 344 del reglamento que desarrolla los estatutos impone la designación de una dirección provisional cuando renuncia el líder. Ya no existe la disposición que permitía la entrada de una gestora cuando dimitían la mitad más uno de los miembros de la ejecutiva. Esa opción saltó en el congreso de 2017, precisamente para acabar con la fórmula que empujó a Sánchez a su descabalgamiento del trono del PSOE. Pero en Ferraz sí se vio con frustración la resistencia numantina de Díaz -no sorprendió, dado su carácter-, pese a su humillante derrota. Los pasos siguientes pueden venir en los próximos días.

Victoria diáfana

La victoria, aunque durante el día no se percibiera así, fue diáfana y contundente. La participación fue muy alta, del 75,29% (en las primarias federales de 2017 fue poco mayor, del 79,83%). La militancia del PSOE-A se movilizó y a las 14 horas ya había hecho acto de presencia en las casas del pueblo, lugares de votación, el 46,93% de los 45.374 afiliados, cuatro horas después de abiertas las urnas. Al final de la jornada destacaba la afluencia en Huelva (81,65%) y Sevilla (79,31%) -la cuna política de Díaz- y la menor implicación de las bases en Cádiz (70,61%) y Jaén (69,36%).

Espadas se impuso en un total de cinco provincias. Es decir, en todas excepto Córdoba, Málaga -en ambas la diferencia fue corta, 48,84%-44,70% en la primera, y de 48,50%-46,38% en la segunda)- y Almería (56,60%-40,72%), que fueron a parar a manos de Díaz. Eso sí, el vencedor mantuvo mayor regularidad, no bajando del 40,72%, en Almería, mientras que su antagonista, en Jaén, corazón del socialismo andaluz, apenas logró un 18,87% y un 28,54% en Cádiz. Así, las provincias más espadistas fueron, precisamente, y como se esperaba, Jaén (66,85%) y Cádiz (66,80%), mientras que Almería se reveló como principal feudo de la expresidenta andaluza.