El Gobierno ya ha puesto casi todas las piezas sobre la mesa. Y todas miran hacia el 22 de junio, martes, la fecha casi segura de aprobación de los indultos a los líderes del ‘procés’, sin que aún haya una confirmación oficial y definitiva. Pero la Moncloa ha dejado el camino sembrado de pistas y además ha visto cómo el clima político ha rolado a su favor en los últimos días, arrinconando las tesis de la derecha, aunque está por ver si ese giro está ya calando en una opinión pública ‘a priori’ contraria a la medida de gracia. 

Pedro Sánchez redondeó este viernes su argumentación a favor del perdón gubernamental, echando mano de la vertiente económica: "La discordia partidista y territorial es un lastre económico”. Porque los empresarios, en Cataluña y en el resto de España, necesitan "estabilidad", tranquilidad. Normalidad, y no disputa. Al tiempo, el jefe del Ejecutivo lanzaba un anuncio de profundo impacto social: el fin de la mascarilla en exteriores el 26 de junio. Un doble gesto también milimetrado, como lo ha sido todo en un proceso de alto coste para el Ejecutivo. Pero ambas medidas se aprobarán por separado, previsiblemente en dos Consejos de Ministros diferenciados la semana próxima, para que no se contaminen, según explican en el círculo del presidente.

El líder socialista viajó este viernes a Barcelona, a la clausura de la XXXVI Reunió del Cercle d’Economia. Era la antesala de otra visita, de mayor hondura política, la del próximo lunes, cuando pronunciará una conferencia en el Liceu ante 300 invitados de la sociedad civil en defensa de los indultos y de su agenda del reencuentro. Pero Sánchez ya ponía un pie este viernes en la capital catalana con el viento a su favor. Tras el fiasco de la manifestación en Colón, llegó el aval del Congreso -esta semana la Cámara tumbó la moción del PP que perseguía rechazarlos, por 190 votos frente a 152-, de los sindicatos, de Foment del Treball, del Cercle, de la Iglesia catalana y, aunque de manera matizada, del presidente de la CEOE, Antonio Garamendi. Los empresarios y los obispos arrojaron el jueves, de hecho, una imagen del PP de Pablo Casado aislado en Catalña. 

El discurso del presidente en Barcelona este viernes quedó impregnado, indudablemente, de una mayor componente económica, pero le servía para tocar un palo que hasta ahora no había desarrollado y que arropa también su argumentación a favor de los indultos de las últimas semanas. No mencionó esa palabra, pero no hizo falta, porque el presidente del Cercle, Javier Faus, que intervino antes que él, los defendió sin ambages para garantizar la “paz social”. Faus dijo ser consciente de los “riesgos de gran calado” que asume Sánchez con la medida, pero le deseó “éxitos” y le demostró su apoyo: “El Gobierno siempre nos tendrá a su lado”. Pista de aterrizaje asfaltada. 

El jefe del Ejecutivo recordó cómo la prensa y la opinión pública habían "frivolizado" acerca de su proyecto 'España 2050', que presentó el mes pasado en Madrid, y que era el producto del trabajo de un panel de más de 100 expertos, de campos científicos y orientaciones diferentes, que supieron ponerse de acuerdo. "Lo que quiero decir", arguyó, "es que la concordia es también un valor económico y la discordia partidista o territorial también es un lastre económico".

"Discordia", no "discrepancia"

Sánchez subrayó que quería decir "discordia", y no "discrepancias", "pluralismo" o "críticas", pues estos son positivos, ya que demuestran "una sociedad viva y dinámica". "La discordia política y territorial -siguió-, el cuanto peor, mejor, la incitación al frentismo, al odio, acaban empobreciendo a la sociedad. Tendremos que encontrarnos y reencontrarnos para poder seguir avanzando, volver al punto al que dejamos de escucharnos".

“El primer paso” para el reencuentro, dice, “es reconocer que nadie es dueño de la razón”

El líder socialista estaba refiriéndose implícitamente a la derecha, y en concreto al PP, por su oposición dura y sin matices a una medida que ha sido avalada por el empresariado o la Iglesia catalana, poco sospechosos de comulgar con las tesis progresistas. Ya Sánchez, desde Costa Rica, afirmó el pasado viernes que la discordia no construye “patria”, la que tanto invoca la derecha. Todo lo contrario.

Para el jefe del Ejecutivo, esa tarea del "reencuentro" es una responsabilidad de "todos", porque "no lo puede hacer solo un Gobierno", “ni dos gobiernos”. A continuación, agradeció el respaldo explícito del Cercle d'Economia y, en un nuevo aviso a Pablo Casado, señaló que "el primer paso es reconocer que nadie" -"tampoco nosotros mismos"- es "dueño de la razón". "Cataluña necesita sin demora diálogo, acuerdo y pacto", rubricó.

"Dos modelos diferenciados"

Estas palabras de Sánchez en el hotel W de Barcelona fueron el corolario de una intervención en la que pretendió infundir optimismo, en línea con lo ya expresado incluso por los grandes del Ibex en las jornadas del Cercle -Ana Botín (Santander), José María Álvarez-Pallete (Telefónica) y Pablo Isla (Inditex)-. La economía española marchará mejor de lo previsto. Es más, adelantó que es probable que el Ejecutivo revise al alza las previsiones de crecimiento.

“España y Cataluña serán lo que queramos que sean y podemos conseguir metas más altas”, apuntó, entusiasta. Para lograr esos retos, se necesitan cinco ingredientes. El plan de recuperación, ya avalado por la Comisión Europea; los recursos (140.000 millones de euros, cuyo tramo en transferencias empezarán a librarse el mes próximo), el “talento empresarial”, trabajadores “cualificados” (ahí recordó el papel del anteproyecto de ley de Formación Profesional, aprobado el pasado martes) y, por último, “estabilidad y unidad política”.

De esta quinta percha colgó Sánchez la parte más política de su discurso en el Cercle, porque solo si hay unidad y estabilidad podrá “materializarse en amplitud y potencia” esa recuperación de la economía y una entrada en una página nueva. “España no puede permitirse un desacuerdo estéril. No hay razón que impida esos logros”, dijo. Sánchez subrayó que está convencido de que en asuntos “fundamentales”, como la transición ecológica o la digitalización, no hay realmente un muro entre las formaciones políticas. “No hay dos modelos abiertamente enfrentados, sí dos modelos diferenciados”, expuso. Por eso insistió en que se requieren “luces largas”. Para afrontar el futuro, culminó Sánchez, se necesita "horizonte, cercanía". "Y por último, y no menos importante, y lo digo aquí en Cataluña, reencuentro".

El lunes Sánchez volverá a Barcelona, a un acto en defensa de la medida de gracia al que nadie del Govern, tampoco Aragonès, acudirá

La siguiente estación es el lunes en el Liceu, a las 12 horas. Conferencia a la que no irá el ‘president’, Pere Aragonès, ni nadie de su Govern, según confirmaron fuentes de la Generalitat a este diario. Es previsible que, si se rematan los expedientes, Sánchez anuncie la fecha de aprobación de los indultos. Y el día marcado en rojo es el 22. De hecho, hay varios indicios. El lunes por la tarde se reunirá la Comisión General de Secretarios de Estado y Subsecretarios -que preside Carmen Calvo-, el filtro previo al Consejo de Ministros del día siguiente.

El jueves, el Gabinete se verá las caras de nuevo, pero en una cita extraordinaria y para aprobar el real decreto ley que marcará el fin de la mascarilla en exteriores desde el 26 de junio. Sánchez, dicen los suyos, no quiere “tapar” la medida de gracia, que considera necesaria para la normalización con Cataluña, con otra iniciativa. 

El Ejecutivo afronta el tramo final de los indultos. Con “otro clima, hay mucho más optimismo”, en palabras de un ministro de peso. Pero otro miembro del Consejo pone cautela: este ambiente favorable “puede ser un espejismo”, así que “hay que esperar”.