La propuesta de indulto de los presos del procés condiciona la medida de gracia a que ninguna vuelva a delinquir en un determinado plazo de tiempo que oscila entre los tres y los seis años de cárcel. Los líderes de las entidades soberanistas condenados, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, tienen uno de los mayores plazo en los que no pueden volver a delinquir si no quieren que la medida de gracia se revoque: cinco años.

Fuentes del Gobierno han señalado a este periódico que todos los indultos, como ocurre en todos los concedidos, tienen un periodo en el que su revocación pende de que vuelvan a delinquir. El periodo es de tres, cuatro, cinco y seis años una vez publicado en el BOE el real decreto por el que quedarán en libertad.

Se da la circunstancia que el segundo periodo más largo es el previsto para los Jordis, pese a que su condena fue de nueve años de cárcel por haber sido condenados por sedición, pero no por malversación, a diferencia del presidente de ERC, Oriol Junqueras, condenado a la mayor pena, 13 años, y varios miembros del Govern del huido Carles Puigdemontque tuvieron condenas superiores a la de los líderes soberanistas.

El presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, ha proclamado "ho tornarem a fer" con insistencia, tanto en el propio juicio oral, en el turno de última palabra, como a la hora de presentar alegaciones ante el Supremo a la petición de indulto para que el alto tribunal hiciera su informe.

Desde Justicia se ha intentado hacer un ejercicio de ponderación sin poner en duda la sentencia del Tribunal Supremo y la gravedad de los hechos por los que condenó. Para ello la argumentación a favor de la medida de gracia se ha centrado en la utilidad pública de la medida, no en los criterios de equidad y justicia que también prevé la ley del indulto.

En esos apartados podría entrar la desproporcionalidad de las penas que en ocasiones ha utilizado el Ejecutivo. Sin embargo, opta por valorar el escenario que se presenta sin y con indulto para decantarse por este y fomentar la convivencia y la concordia, como ha ido presentando el propio presidente del Gobierno su necesidad.