Buenas palabras de ida y vuelta pero, en el fondo, todo sigue igual. Al menos, por ahora. La dramática situación en Afganistán tras la toma del poder por los talibanes, la conversión de la base militar de Torrejón de Ardoz en un 'hub' europeo y el apoyo explícito de la UE y de EEUU han obligado al PP a corregir su línea de oposición al Gobierno, giro que fue automáticamente celebrado este martes por el Ejecutivo, aunque esa distensión momentánea no anticipa el desbloqueo institucional. En la Moncloa no confían, de hecho, en que los populares se muevan en su negativa a la renovación de los órganos colgados.

El cambio de viento de los últimos días pilló con el paso cambiado a Pablo Casado. Desde que arrancó agosto, los conservadores llevan cargando contra el Gobierno de coalición. Portavoces del partido han salido a diario a criticar las subidas del precio de la luz, el proceso de devolución de menores a Marruecos y, en la última semana, la gestión de la evacuación desde Afganistán. Pocos días después de que los talibanes se hicieran con el control de Kabul, el PP lanzó la campaña #DóndeEstáSánchez para denunciar el silencio del jefe del Ejecutivo y sus, a su juicio, prolongadas vacaciones. No obstante, algo cambió en la estrategia de los conservadores el pasado fin de semana y, de manera más ostensible, este lunes. 

En un tono mucho más cordial al acostumbrado, Casado aseguró que estaría al lado del Gobierno en materia de asuntos exteriores siempre que las cosas se hicieran bien y con transparencia. “El Gobierno tendrá todo el apoyo del PP para cuestiones de Estado”, sentenció. Este martes, el líder de los populares consolidó este nuevo giro en su relación con el Ejecutivo llegando a felicitar a Sánchez por su decisión de que el Consejo de Ministros declarara Castilla y León (y otras 12 comunidades autónomas) zona catastrófica tras los incendios de este verano. Es un "acierto", dijo, advirtiendo a renglón seguido que espera que las ayudas lleguen "pronto". A los asuntos de política exterior, Casado sumó la problemática con los fuegos y el desastre ecológico del Mar Menor a la lista de temas que no usará para confrontar con Sánchez

Queda por ver si los populares mantienen este discurso este miércoles en el Congreso de los Diputados, cuando la Diputación Permanente debate las peticiones del PP para que Sánchez y diez de sus ministros -todos del ala socialista- comparezcan por diversos temas. Pero el Ejecutivo ya ha intentado desactivar el frente de oposición al ofrecer que los titulares de Exteriores, José Manuel Albares; Transición Ecológica, Teresa Ribera, y Sanidad, Carolina Darias, den cuentas de su gestión en la Cámara baja antes del 31 de agosto.

"Cultura democrática"

La Moncloa se congratuló de las palabras de Casado. El Gobierno, manifestó la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, "celebra" que el jefe del PP haya "recuperado el sentido de Estado". "Espero que el señor Casado siga esta senda y podamos avanzar en la renovación de los órganos constitucionales", sostuvo la titular de Política Territorial. Paralizado sigue el Consejo General del Poder Judicial después de casi tres años, y colgados continúan el Defensor del Pueblo, el Tribunal Constitucional o el Tribunal de Cuentas.

La pregunta entonces era obvia: ¿llamará Pedro Sánchez al jefe del PP? Rodríguez no aclaró si habrá ese movimiento. No controla, dijo, el "teléfono del presidente", ni debiera ser "noticia cuánto y cómo se llaman" los dos líderes, debería "formar parte de la cultura democrática de nuestro país". Esa es la posición del mandatario socialista y del Gobierno, que consideran "importante" para España que Ejecutivo y PP mantengan relaciones "cordiales" y permanentes en temas de Estado.

Por ahora, en la Moncloa no se contempla una llamada del presidente a Casado. Y recuerdan que el cauce que se abrió en julio, tras la remodelación del Gabinete, es el de la interlocución del titular de la Presidencia, Félix Bolaños, con los grupos. El mes pasado, de hecho, el ministro conversó con la portavoz del PP, Cuca Gamarra, y se emplazaron ambos a una reunión presencial en septiembre. Los dos hablaron asimismo el jueves pasado sobre la situación en Afganistán. Bolaños ya pilotó las conversaciones con Génova en febrero, cuando a punto estuvo de alcanzarse el acuerdo. Se cerró, de hecho, para renovar RTVE, pero el diálogo encalló por el CGPJ, por el veto del PP a los candidatos propuestos por Unidas Podemos, José Ricardo de Prada y Victoria Rosell. El hoy ministro ya era entonces mano derecha de Sánchez como secretario general de la Presidencia.

La esperanza del Gobierno de que el PP pueda avenirse a una nueva negociación para deshacer la parálisis institucional, sin embargo, es ínfima. Ya lo anticipó Sánchez a los periodistas durante su viaje a EEUU, y lo confirmó a finales de julio en su comparecencia de cierre del curso político. La estrategia, entonces y ahora, pasa por seguir llamando a los populares a la negociación, instándoles a dar "cumplimiento" a la Constitución, que obliga a la renovación de las instituciones cuando los mandatos vencen. Pero poco más. El presidente rechaza retomar la reforma de la Ley del Poder Judicial para rebajar las mayorías necesarias para proceder al relevo en el CGPJ. A la Unión Europea no le gustó esa maniobra y, desde entonces, el Gobierno la frenó y la enterró.

Desde la Moncloa, este martes, se insistía en que el foco estaba puesto en otro lugar: en continuar con la evacuación en Afganistán hasta el "último segundo" -en palabras de Rodríguez-, mientras se pueda y sea seguro, y en el abordaje de la situación en Ceuta. La magistrada del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 1 de Ceuta mantuvo la suspensión cautelar de la repatriación de menores. Ante la parálisis judicial, Sánchez llamó al presidente ceutí, el popular Juan Jesús Vivas, para "buscar soluciones", sin esperar a una decisión definitiva de los tribunales que puede tardar meses.