En el centro de Málaga no está pasando precisamente desapercibido estos días un hombre vestido de enfermero portando una camilla (con inquilino tapado por una sábana blanca). ¿Quién es ese hombre que, en plenas tardes de multitudes, shopping y música por megafonía, nos recuerda la cercanía de la muerte en su versión más cruda, fría, clínica? Hablamos de Jorge Galán, enfermero, sí, y también performer, que ha explicado en la revista El Observador las razones y detalles de su última acción artística, que ha titulado Acarrear un muerto.

«Es triste e indignante que después de dos años sigamos repitiendo errores en las mismas fechas. Una pesarosa evidencia del hedonismo social e inducido institucionalmente que vivimos», asegura el diplomado en Enfermería y licenciado en Bellas Artes, convencido de que la contagiosidad del Covid, su aspecto más letal, «atenta directamente a nuestro modelo de sociedad de la aglomeración».

Galán manifiesta que su performance es «un metafórico grito del sanitario, aséptico a cualquier otro interés que la salud, en un quijotesco enfrentamiento con el gigante lumínico y sus acólitos, acompañado por la extrema consecuencia de la realidad de la patología: la muerte, muerte en forma hospitalaria, fría y sin ornamentos, como un simple cuerpo cubierto en una camilla preparado para el transporte, la camilla queda enlazada con una soga al cuello del sanitario, a modo de horca».