Mientras el debate sobre el regreso del rey emérito a España está abierto en canal, PSOE y PP, las dos grandes fuerzas políticas, siguen sin tener ningún contacto. La interlocución entre líderes es nula desde hace meses y, aunque entre los dos segundos de a bordo, Félix Bolaños y Teodoro García Egea es más frecuente, el bipartidismo vuelve a afrontar uno de sus peores momentos de la legislatura. La prueba más evidente fue la de este miércoles en la sesión de control al Gobierno con una subida de tono entre Pedro Sánchez y Pablo Casado con pocas comparaciones. 

En Génova confirman que no se ha producido ningún contacto o llamada desde Moncloa para abordar o, al menos, comentar la situación en la que podría volver el rey Juan Carlos. Y, sobre todo, las consecuencias que puede tener para Felipe VI. En lo único que han coincidido las dos formaciones es en su defensa férrea al jefe del Estado mientras otras formaciones, especialmente Podemos, que forma parte del Ejecutivo de coalición, cuestionan la institución.

El archivo de la investigación sobre el rey Juan Carlos en Suiza referida al regalo de 65 millones de euros que le habría hecho a Corinna Larsen abre otro escenario, teniendo en cuenta que próximamente se archivarán de manera definitiva las tres causas en manos de la Fiscalía del Tribunal Supremo. Era un asunto que debía cerrarse antes de que terminara el año, tal y como adelantó 'El Confidencial', pero que finalmente se dilatará por una prórroga. La cuestión es que con todos los asuntos judiciales cerrados la vuelta del rey emérito se percibe ya como inevitable. Por eso, tanto el Gobierno como la Casa del Rey se preparan ya para las opciones de ese regreso, como publicó El Periódico de España hace unos días.

Pedro Sánchez, que hace justo un año hizo bandera de los avances que su Gobierno preparaba en materia de transparencia de la Corona, asegurando que se trataría de un trabajo conjunto con el jefe del Estado, no ha vuelto a dar cuenta de nada que tenga que ver con ese asunto. Y, además, su Ejecutivo se inhibe de la vuelta del rey emérito desde Abu Dabi. Lo deja en manos de Zarzuela, que mantendría serias dudas sobre cómo ejecutar ese regreso.

El PP mantiene una postura de defensa del legado de Juan Carlos I y fuentes de la dirección nacional insisten en que “puede volver cuando quiera y donde quiera”, haciendo referencia a que el partido apoyará cualquier decisión de acomodo para el emérito, con independencia de si tiene un coste adicional para las arcas públicas. Eso sí, cierran filas con el Rey actual, insistiendo en que “la decisión debe estar coordinada” por la Casa Real, que será quien dé luz verde a cualquier novedad. “Ellos tienen la última palabra”, zanjan en el entorno de Casado, sin dejar de insistir en que Juan Carlos I tiene todo el derecho a volver a residir en España. “Faltaría más”, concluyen.

La operación de retorno tiene en este momento varias opciones encima de la mesa y, aunque no está descartado que se produzca pronto, no será en ningún caso antes de la Navidad y del tradicional discurso de Nochebuena, el más importante que cada año pronuncia el jefe del Estado. Entre las posibilidades para su instalación se encuentra la de encontrar una residencia que forme parte del patrimonio del Estado (lo que supondría un menor gasto para el erario público, algo que sí importa a la Casa del Rey, que ya cuenta con que habrá múltiples cuestionamientos desde los partidos políticos) o vivir a caballo entre España y Portugal (que necesariamente pasaría por tener una residencia fija en este país y otra en la nación vecina, algo que no supondría un problema teniendo en cuenta las relaciones tan estrechas con los lusos).

Como publicó este diario, otra de las posibilidades pasaba por que él mismo costeara su propia residencia. Sin embargo, fuentes implicadas en la operación insisten en que el rey emérito no puede afrontar en estos momentos el pago de una vivienda por su cuenta. Su hijo, además, decidió retirarle la asignación anual que percibía con cargo a los Presupuestos en marzo de 2020 tras conocerse los últimos escándalos. En aquel comunicado también renunciaba a cualquier herencia que tuviera origen en fondos ilícitos.

Sin embargo, independientemente de cuando el retorno se ejecute, dirigentes del PP sí reconocen que es “extraño” que el Gobierno no cuente con el primer partido de la oposición, aunque sea a través de contactos más discretos, para pilotar un debate de primer orden que afecta a la jefatura del Estado. “No nos han llamado para nada que tenga que ver con el Rey”, decían hace meses y mantienen ahora. Una situación muy distinta a la que vivieron los mismos partidos con otros líderes al frente cuando hubo que gestionar la abdicación del monarca.

En todo caso, el PP mantendrá firme su defensa a la monarquía, al Rey y a su padre, a pesar de las diferencias que ambos les separan ahora. También hay que recordar que hace dos años las conversaciones sobre otro de los pactos pendientes más importantes (la renovación del Consejo General del Poder Judicial) se frustró exactamente por el mismo motivo: la marcha del rey Juan Carlos a Abu Dabi que desencadenó una campaña en contra de Felipe VI y la monarquía parlamentaria desde Unidas Podemos. 

Casado aseguró que mientras una parte del Gobierno hiciera ese planteamiento de la jefatura del Estado su partido no se prestaría a ningún acuerdo. Ahí empezó la campaña de reforzamiento de las instituciones que ha terminado convirtiéndose en un pilar de su hoja de ruta hacia la Moncloa. Y ahí naufragó por primera vez el pacto del CGPJ que ha sido imposible recuperar hasta el momento.