Una catarata de reproches científicos y ciudadanos ha caído sobre el Gobierno desde que Pedro Sánchez anunciara el miércoles por la tarde que, más allá de lo que pudieran aprobar las autonomías, fiaba la respuesta a la sexta ola del coronavirus a la vacunación y el uso de mascarilla en exterior. Con España batiendo récords diarios de positivos debido a la irrupción de la variante ómicron, mucho más infecciosa aunque de efectos menos graves según los estudios preliminares, los expertos tachan la medida, que implica la obligación de llevar tapabocas aunque haya distancia interpersonal, de poco eficaz y solo “cosmética”, al ser muy raros los contagios al aire libre. Al mismo tiempo, consideran que la reacción del Ejecutivo se queda muy corta, ya que no entra en restricciones sobre el ocio nocturno, la hostelería y los eventos multitudinarios, como le reclamaban varias comunidades (sobre todo, Cataluña) y han aprobado otros países del entorno europeo.

Un día después de esta ola de críticas por su respuesta de mínimos en la Conferencia de Presidentes, tras el Consejo de Ministros que reinstauró la prenda en la calle salvo en el entorno rural y cuando se haga deporte (la medida entrará en vigor el viernes, día de Nochebuena), el Gobierno ha intentado defenderse este jueves. “Se trata de una medida de carácter temporal, durante el tiempo imprescindible hasta que mejore la situación epidemiológica”, ha señalado la titular de Sanidad, Carolina Darias, subrayando que la “mayoría” de las comunidades “apoyó” la iniciativa. Solo Madrid se desmarcó. Su presidenta, Isabel Díaz Ayuso, que el día anterior había cargado contra los sanitarios, defendió no hacer nada y confiar en el “autocuidado” individual. 

Incómodo ante los ataques recibidos, el Gobierno ha intentado sacar el foco de las mascarillas y situarlo en la aceleración de la vacunación, que implicará que el 80% de los mayores de entre 60 y 69 años la reciban antes de que acabe 2021; el 80% de entre 50 y 59 años, para el 24 de enero; el 80% de entre 40 y 49, en la primera semana de marzo; el 70% de los niños de entre 5 y 11 años, con la primera dosis para el 7 de febrero y con la segunda para el 19 de abril. Y la portavoz, Isabel Rodríguez, ha dejado claro que respaldan todas las medidas que aprueben las autonomías, ya sea ninguna (caso de Madrid) o un amplio catálogo que pasa, en el caso de Cataluña, a la espera del aval judicial, por el cierre del ocio nocturno, limitar los aforos en bares y restaurantes, reducir a 10 el número de comensales en las reuniones familiares y recuperar el toque de queda de 1 a 6 de la madrugada. 

Recomendaciones, no restricciones

Darias ha evitado posicionarse entre un enfoque u otro, pese a que la actitud del Gobierno está ahora mismo más cerca de Ayuso, y ha señalado que la mayoría de las comunidades están ahora “por las recomendaciones”, en lugar de por las restricciones. Aun así, varios territorios, además de Cataluña, como Euskadi, Galicia y Murcia, defendieron iniciativas más contundentes.

“No estamos en la misma situación que las Navidades pasadas, debido a la alta cobertura vacunal. Si bien es muy importante no bajar la guardia”, ha dicho la ministra de Sanidad. La vuelta de las mascarillas al aire libre, ha continuado, se debe no solo a la escalada de contagios, sino también a las “aglomeraciones” propias de estas fechas. Sin embargo, la prenda ya era obligatoria en este tipo de situaciones, si no se podía guardar la distancia de 1,5 metros. Ahora habrá que llevarla aunque se vaya caminando solo por la calle, sin absolutamente nadie alrededor.