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Lucha antidroga

Interior estudia ampliar a más provincias el frente antinarco del Campo de Gibraltar

Los traficantes desplazan sus descargas y su blanqueo a Almería y Granada por la presión policial

Operación Blaki de la Policía y la Guardia Civil contra el narcotráfico

Operación Blaki de la Policía y la Guardia Civil contra el narcotráfico.

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Operación Blaki de la Policía y la Guardia Civil contra el narcotráfico. Juan José Fernández

El Ministerio del Interior evalúa este mes ampliar el despliegue especial antinarco del Estrecho a nuevas provincias: Granada, Almería y Sevilla, con lo que quedaría afectada toda la costa andaluza y una parte sustancial tierra adentro de Andalucía, confirman fuentes de la lucha antidroga.

Lo aconsejan los asesores policiales en pleno rediseño del Plan Especial de Seguridad del Campo de Gibraltar, también llamado “plan Algeciras”, que ha entrado en prórroga. El 31 de diciembre acabó la vigencia de ese operativo estratégico para la Seguridad del Estado, la primera gran guerra declarada por el Gobierno de España contra el narcotráfico, con precedentes en la Operación Nécora desarrollada en las rías gallegas en los 90.

El plan fue inaugurado en agosto de 2018 con un refuerzo de policías, guardias y agentes de Vigilancia Aduanera en el eje Barbate-La Línea de la Concepción-Algeciras (Cádiz). En julio de 2020, se amplió su área de actuación al resto de la provincia de Cádiz, y a las aledañas de Huelva y Málaga.

La misma razón que pesó entonces pesa ahora para una segunda ampliación: los traficantes de hachís y marihuana se desplazan costa más allá huyendo de la presión policial en el que antes era su feudo. Es lo que una fuente antidroga de la Guardia Civil llama “el globo: si aprietas por un lado, se hincha por otro”.

Los asesores de Interior aconsejan la extensión a Almería, Granada y Sevilla por los desplazamientos de actividad narco detectados, “por la logística de los traficantes y por sus puntos de blanqueo”, aclaran las fuentes consultadas.

Lo apoyan datos del balance que hace Interior. Entre ellos, uno económico: en la provincia de Málaga el blanqueo de narcoeuros ha supuesto un 250% más de operaciones policiales en un año.

Tijuana europea

El objetivo uno del plan especial ha sido “devolver la presencia del Estado donde estaba desapareciendo”, explica un oficial de la Guardia Civil participante en operativos antidroga de Algeciras. “Es restaurar el principio de autoridad donde ya no lo había”, argumenta en parecidos términos un colega del anterior.

El plan es el primer gran despliegue policial sostenido en el tiempo contra un fenómeno no terrorista en un área delimitada del territorio español. Y de él se anotan experiencias, apuntan estas fuentes, para futuros golpes en otras zonas de tráfico intenso de drogas, pequeñas narcorrepúblicas clandestinas del país. Su rediseño coincide con el inicio de otro plan emprendido por Interior, específico contra el aumento exponencial del negocio de la marihuana.

Operación Leyenda contra el clan narco de los maya

Operación Leyenda contra el clan narco de los maya

La gota que desbordó el vaso de la pérdida de fuerza del Estado fue el asalto al hospital de la Línea de la Concepción. El 7 de febrero de 2018, veinte encapuchados se llevaban a la fuerza a Samuel Crespo, uno de los líderes del clan de los Castaña. Dos policías lo habían llevado allí tras caerse de una moto en una persecución; los peones del narco superaron en fuerza a los agentes.

El suceso era el culmen de la conversión del Campo de Gibraltar en una Tijuana europea, desbordadas las fuerzas de seguridad por el enjambre de motocicleteros y compinches de los traficantes, la variedad de puntos de desembarco de fardos de droga y la agresividad con que los cargadores estrellaban sus 4x4 contra los coches-patrulla.

Millones intervenidos

Se hacía evidente la necesidad de parar a los señores del hachís, y detener su infección en la sociedad. “Aquí hay familias enteras que viven de la droga, adolescentes enriquecidos, que no tienen ya posibilidad ni voluntad de buscarse la vida en otra cosa”, advertía a este diario una fiscal especial antidroga del sur.

Tres años después, “la presión se nota”, asegura una de las fuentes policiales. Por los alrededores de Gibraltar no se ven ya tantos cochazos conducidos por ninis, ni los traficantes hacen ostentación de riqueza en Facebook y TikTok, como hacía de sus mariscadas Borja “El Titi”, capo enviado a prisión.

Golpe de la Guardia Civil al clan de los Castaña, en febrero de 2019

“Han tenido que volverse más discretos”, explican estas fuentes. El pasado 21 de noviembre caía desarticulado el clan de los Maya en un golpe de la Policía y la Agencia Tributaria. Y en diciembre la Guardia Civil acababa de demoler el clan del Titi. En Interior celebran los resultados. Solo el operativo específico de la Guardia Civil (parte del plan general) se anota 8.000 detenciones, 1.000 toneladas de hachís incautado, cerca de 3.000 coches y motos y 1.000 embarcaciones paradas y 260 millones de euros intervenidos.

Los guardias llaman a su operativo “plan Carteia”, como el enclave arqueológico de San Roque. “Es por la vuelta a los orígenes”, explican en el equipo. El dinero intervenido es tanto como lo que factura en un año todo el sector del big data en Cataluña, o lo que viene facturando anualmente en España el sector de la aceituna de mesa, “pero es solo una ínfima parte de lo que mueve la droga”, aseguran.

Gasolineros

El plan ha derribado a los hermanos Francisco y Antonio Tejón, líderes de los Castaña; cayó El Titi, cayó El Hagi, cayó El Enano, cayó Fikri Amellah, cayó el ‘clan de los Futbolistas’, “collas” y jefes invictos de la droga. Pero sigue huido, supuestamente en su santuario tetuaní, Abdellah El Haj Sadek el Menbri, ‘El Mesi’. Y han quedado en el saldo también un guardia civil muerto (Agustín Cárdenas) y dos policías nacionales heridos en atropellos durante violentas huidas de traficantes, además de un agente de aduanas ahogado al caer su helicóptero al mar; y dos policías locales también atropellados antes de esta ofensiva.

Imagen de la cámara de un helicóptero durante la persecución de una narcolancha en el Estrecho de Gibraltar en agosto de 2018.

La presión policial intenta también estrangular el flujo de gasolina. “Parando el combustible, paras el tráfico”, explica el oficial de la Guardia Civil. A los narcos se les ha hecho peligroso atracar las lanchas en la costa española y se ven obligados a tenerlas permanentemente en el agua, a la espera de pasarle el cargamento a un pesquero o un yate. Y eso precisa gasolina. Los peones quemados se buscan la vida como “gasolineros”, llevando bidones para abastecer en el mar.

Que haya disminuido la impunidad no aminora el despliegue. Son más de 4.000 golpes policiales, 2.000 instrucciones judiciales por año. La Guardia Civil tiene en la zona a unidades del GAR, empleadas antes como fuerza de élite contra ETA y hoy parte de la aportación española a la guerra antiyihadista en el Sahel. La Policía aumentará sus efectivos con parte de los 2.975 agentes que este año han de recoger sus despachos en la Escuela de Ávila.

Parte del esfuerzo se dirige hacia dentro, a cortar la propia corrupción policial, acabar con la tentación de un dineral por mirar a otro lado. Ya son más de veinte detenciones de guardias. La última en otoño pasado: uno que pasaba información a los delincuentes. Los agentes de Asuntos Internos participan en el CRAIN (Centro Regional de Análisis e Inteligencia contra el Narcotráfico), con los de Información y Policía Judicial. Pero “hay que actuar en más costas –sostiene una de las fuentes consultadas- porque el narcotráfico no se destruye: se desplaza o se transforma.”

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