El PP descuenta una victoria de Alfonso Fernández Mañueco el próximo 13 de febrero. Pero la foto final de los resultados será lo que determine si se cumplen los planes de la dirección nacional y del propio candidato, que necesitan un gobierno en solitario para seguir con la hoja de ruta que empezó en Madrid. Las expectativas son altas porque en Génova siguen defendiendo que el presidente castellanoleonés rozará la mayoría absoluta: aseguran que podría estar en los 38 o 39 procuradores (la absoluta está en 41).

En todo caso, algunas encuestas, más allá del CIS (que dibujó un escenario muy pesimista para los populares contrario al que reflejan el resto de sondeos), empiezan a apuntar que la victoria no será tan clara y que podría quedarse en una horquilla de 33 a 35 diputados. Ese escenario es muy distinto al deseado y algunos dirigentes autonómicos lo consideran más realista. La cuestión es que un número importante de electores dudosos condicionarán el resultado final. 

Los datos internos del CIS (el único barómetro que cuenta con 7.100 encuestados) indican que hasta el 52% de los votantes tienen dudas entre dos formaciones a la hora de ir a votar.

En el PP dan por hecho que ese dato les afecta en gran medida a ellos. Y hay dirigentes que apuntan a que las dos semanas de la campaña electoral “serán cruciales”. Algunos veteranos que han dirigido muchas campañas y que ocuparon puestos de responsabilidad importantes en el pasado reconocen que los ciudadanos “son más maduros democráticamente” ahora y que, a diferencia de lo que ocurría hace años, deciden su voto en los días previos a las elecciones. “Ya no vale con no meter la pata en campaña como decíamos antes. Ahora hay que convencer y hay que tener en cuenta que escucharán y leerán todo lo que ocurra. Y que eso les puede influir”, zanjan.

Los debates también pueden tener su efecto y el hecho de que el candidato de Ciudadanos, Francisco Igea, finalmente intervenga en el de este lunes vía telemática (tras dar positivo en coronavirus) puede ser un revulsivo para el popular. El exvicepresidente de la Junta confiaba en esos debates y, sobre todo, en los cara a cara contra Mañueco, para crecer en las encuestas. El hecho de que no esté presencialmente resta protagonismo al dirigente naranja. Tampoco debaten los candidatos de Unidas Podemos y Vox por no tener grupo parlamentario propio, lo que 'de facto' sitúa a PP y PSOE como los dos grandes rivales.

En el caso del PP, la disputa con Vox está en el último escaño que se reparta en muchas provincias. Los populares cuentan con que el partido de Santiago Abascal tiene muchas posibilidades de sacar un escaño en todas las circunscripciones, lo que directamente le sitúa en nueve procuradores. Si consiguieran alguno más, por ejemplo, en Valladolid o Burgos (como dicen algunos sondeos, colocándole en 12 diputados autonómicos) será porque han conseguido inclinar la balanza en esos escaños del final.

Y, por eso, en el PP siguen pensando que es posible acercarse a la mayoría absoluta y mermar las opciones de la formación ultra. El reparto de escaños por circunscripciones será 15 representantes Valladolid, 13 en el caso de León, 11 por Burgos, 10 en Salamanca, 7 por Ávila, Palencia y Zamora, seis en Segovia y 5 para Soria.

La clave, dicen en Génova, estará en la última semana de la campaña. Será el momento de volcarse de lleno y movilizar a toda la organización. Ya habrán pasado por la comunidad Juanma Moreno Bonilla, Isabel Díaz Ayuso, Alberto Núñez Feijóo, el expresidente José María Aznar, y lo hará, el último jueves de campaña, Mariano Rajoy. El cierre será en Valladolid y contará de nuevo con todos los barones autonómicos. La intervención de Aznar este fin de semana no pasó desapercibida por sus ataques velados a Casado que no han sentado bien en algunos sectores de la formación.

Los electores dudosos tendrán la llave del desenlace final. El CIS preelectoral arroja varias cuestiones que en el PP tienen muy en cuenta: el 71% de los votantes que apostó por Vox en 2019 dice no tenerlo claro ahora entre dos partidos. En el caso de los electores de Ciudadanos, un 52,8% también manifiesta dudas con dos formaciones. Se trata de una bolsa de votantes que Mañueco persigue. La otra gran incógnita es la de la participación. Este sí es un motivo de preocupación para el PP, consciente de que podrían ser los más perjudicados.

Son las primeras elecciones autonómicas a las que Castilla y León se presenta en solitario, desprendiéndose de otras autonomías y, sobre todo, de las municipales, en una tierra en la que la elección del alcalde siempre es importante y arrastra el voto a la Junta.

El temor a que algo salga mal tiene mucho que ver con la apuesta tan fuerte que ha hecho el PP. El adelanto de Alfonso Fernández Mañueco llevaba tiempo en el aire, pero al final sorprendió a todos por la fecha elegida. Sobre todo, a Ciudadanos, su socio en el gobierno, que no contaba con la convocatoria. De hecho, días antes Igea defendía la posibilidad de listas conjuntas en esa comunidad como se planteó también en Andalucía.

El adelanto electoral convenía a Mañueco y también a Génova, donde confían en que varios éxitos autonómicos terminen aupando a Casado a la Moncloa. Ese es el plan diseñado por la dirección, el mismo que arrancó en Madrid y que pretenden replicar en Castilla y León y Andalucía. Gobernar en solitario, expulsar a Ciudadanos de las Cortes (absorbiendo a todo su votante) y frenar a Vox son los tres objetivos principales de la convocatoria. En función del grado de cumplimiento el PP firmará un éxito o un fracaso que condiciona el resto del ciclo electoral.