Nicolás Maruri saca una miniatura de plástico naranja: “Este es el proyecto del pabellón”. Es una réplica que cabe en la palma de la mano y en la que está impreso en 3D y a escala el pabellón de España en la Expo de Dubái. 

El conjunto lo forman una serie de conos truncados que pretenden maximizar la ventilación natural y formar un edificio con un consumo energético reducido (algo complicado en Dubái por el calor).

“Nos preguntamos: ¿cuál es el mayor problema en Dubái? El calor. A un ingeniero le das un problema y busca una solución, pero para los arquitectos es prueba y error. Es algo antieconómico”, explica este arquitecto en su estudio, Amann, Cánovas, Maruri, conocido como Temperaturas Extremas. Maruri recuerda la obra en el desierto, en la que se quedó uno de sus compañeros, Borja Aznar. “No te puedes imaginar lo durísimo que fue la construcción en verano”. Simplificando, esos conos provocan el efecto Venturi, un movimiento de aire que reduce las necesidades de refrigeración.

No había constructoras españolas que quisieran asumir el proyecto

Uno de los primeros problemas fue encontrar una constructora. Fuentes conocedoras del proyecto explican que no había muchas empresas españolas que quisieran abordar una obra con un presupuesto de solo 10 millones de euros. Las españolas que hay en el Golfo se han embarcado en proyectos mucho mayores. El AVE a La Meca tenía un presupuesto de 6.700 millones y el metro de Riad 6.000 millones, por ejemplo.

Ruben Olmo, director del Ballet Nacional de España, durante su actuación en el Día de España en la Expo de Dubái. EFE

Pero en la Expo de Dubái había una constructora italiana que ya se había embarcado en pabellones de otros países. Se llama Rimond Middle East General Contracting y aceptó el encargo. Lo primero que reclamó fue reducir un 20% el proyecto para hacerse cargo de la obra y que le quedara margen. La sociedad pública española encargada del proyecto, Acción Cultural Exterior, no tenía margen para ampliar el presupuesto aprobado y además estaba viviendo cambios de presidente conforme variaba el color del Gobierno. 

Así que el pacto fue reducir el proyecto para ahorrar. Es lo que en la jerga británica se conoce como value enginiering. Los conos pasaron a ser de distintas alturas y al rebajarlo se ahorraba bastante, por ejemplo, en coste de construcción. “Hubo tres conos que se fueron fuera, hicimos el cine más pequeño y la cocina, y así encajaba”, explica Maruri. En la pantalla del ordenador va pasando las láminas de cómo fue cambiando el proyecto. Es interesante ver cómo las decenas de esbozos de formas y colores acaban en el conjunto final de conos.

Maruri está satisfecho del resultado final: “Da una imagen definida, se reconoce a España y es visible desde muchos puntos de la Expo. Es bastante digno. Es una obra complicada en un país difícil con muchas normas, en condiciones extremas y con obreros indios y una constructora italiana”. Pedro Sánchez estuvo el miércoles el pabellón en el día de España dentro de su visita oficial.

El pabellón se inundó

Sin embargo, la gestión ha sido muy complicada y ahora surgen problemas. En la primera tormenta que hubo el pabellón se inundó, hay ascensores que no funcionan y luces que bailan. El pabellón ha originado una disputa entre la constructora italiana y Acción Cultural Española, que hoy preside un histórico diputado del PSOE, José Andrés Torres Mora. El caso va camino de los tribunales. 

Según el contrato, la obra tenía que estar entregada el pasado mes de febrero. Pero el pabellón no estuvo entregado hasta finales de septiembre. "Tuvimos muchos retrasos y fuimos comprensivos por el covid y el trabajo allí, pero temíamos que no llegásemos. Cada semana teníamos una reunión y la obra no estaba", explican fuentes conocedoras del caso.

A finales de noviembre, Acción Exterior decidió resolver el contrato, darlo por terminado, y rescindir la parte de mantenimiento y de desmontaje, que también iba a realizar la empresa italiana, que no ha contestado al correo de EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, diario perteneciente al mismo grupo editorial que este medio.

Pedro Sánchez, en la inauguración del pabellón de España en la Expo de Dubái. EFE

La constructora reclama un millón

Según fuentes conocedoras del caso, la constructora italiana envió un requerimiento reclamando más de un millón de euros porque, en su opinión, el proyecto contenía defectos que le habían hecho incurrir en sobrecostes. El requerimiento llegó en árabe y fue tomado con sorpresa.

Acción Exterior alega que no puede ampliar el presupuesto, que todo está fiscalizado y que el Estado no puede aumentar el coste de una obra pública sin un complicado procedimiento con el visto bueno del consejo de Administración, la intervención y la Abogacía. La entidad pública no solo ha dado largas a la petición de la empresa sino que le reclama más de un millón y medio por el retraso y los desperfectos. El caso tendrá aún un largo recorrido.