Una victoria amarga, insuficiente, pero una victoria. El PP salvó los muebles en las elecciones de Castilla y León al coronarse como primera fuerza, a pesar de que no sumó más apoyos que en 2019 y apenas logró dos procuradores más (31). Se quedó muy lejos de la mayoría absoluta (41), que era su principal objetivo con el adelanto electoral y tampoco frenó el crecimiento de Vox, su rival por la derecha, que alcanzó los 13 procuradores en las Cortes al anotarse doce puntos más de apoyo en las urnas. Santiago Abascal confirmó sus intenciones y el peor temor de Pablo Casado: “Qué cara de vicepresidente se le está poniendo a Juan García-Gallardo”, advirtió.

Cartas encima de la mesa. Vox reclama el primer gobierno de coalición y los populares celebran un éxito que hasta el mismo domingo por la tarde ponían en duda. El escenario para Alfonso Fernández Mañueco es más que endiablado. El PP suma más que PSOE y Unidas Podemos, pero la fragmentación de la España vaciada (Soria Ya y Unión del Pueblo Leonés consiguen 3 procuradores cada uno y Por Ávila mantiene el suyo) pone muy difícil su voluntad de no depender de Vox, que este domingo ya reclamó "lo que le corresponde".

Fuentes de la dirección aseguran a El Periódico de España que dejan todos los escenarios abiertos y el objetivo en Génova (también en Castilla y León) sigue siendo explorar todas las vías para evitar que el partido ultra tenga la llave de la gobernabilidad. Para eso debería convencer a varios procuradores de formaciones localistas y forzar una abstención de los de Abascal.

El resultado de Castilla y León frustra fuera de toda duda la hoja de ruta diseñada por la cúpula del PP, que siempre ha pasado por evitar que Vox forme parte de los gobiernos autonómicos hasta que lleguen las elecciones generales. Génova se enfrenta ahora a su negociación más dura, sabiendo además que el partido ultra peleará por un ‘acuerdo duro’ que pasa no solo por formar una coalición, sino por exigencias programáticas e ideológicas complicadas de aceptar para los populares.

El liderazgo de Casado

A pesar de que Casado sigue defendiendo que el “cambio de ciclo” iniciado el 4 de mayo del año pasado en Madrid continúa, la realidad es que los resultados dejan claro que en Castilla y León el PP no consiguió acercarse a los resultados de Isabel Díaz Ayuso. La dirigente madrileña sumó más que la izquierda junta y mantuvo a raya a Vox. El adelanto electoral de Mañueco buscaba consolidar la hegemonía popular en un feudo esencial para el partido conservador, pero sobre todo quería replicar una victoria aplastante a la madrileña, expulsando por completo a Ciudadanos (no fue posible porque Francisco Igea consiguió su escaño por Valladolid) y limitando el crecimiento de Abascal.

Nada de eso ocurrió. En clave interna, la dirección nacional del PP también quería igualar el éxito de Ayuso al de otros barones (empezando por Mañueco y continuando con Andalucía, cuya cita electoral queda ahora en el aire) y acabar con las dudas sobre el liderazgo de Casado. Los índices de popularidad de la presidenta de la Comunidad de Madrid no son comparables a los de ningún otro dirigente, pero los quebraderos de cabeza en Génova llevan tiempo en aumento. El resultado castellanoleonés aumenta su fuerza para exigir la celebración de su congreso autonómico, que sigue en barbecho.

Fuentes de la dirección insisten en que Casado "no queda tocado" tras este 13-F, a pesar de que el líder nacional se ha volcado por completo en esta campaña, “su tierra”, haciendo gala de sus raíces y participando en varios actos cada semana. El partido celebrará un comité ejecutivo en los próximos días donde analizará los datos pormenorizados. En estas elecciones los populares se han dejado más de 50.000 votos con respecto a las últimas autonómicas. Distintos cuadros del partido, a pesar de recalcar la victoria, recuerdan que los objetivos han quedado “muy lejos” de lo previsto.

El secretario general del PP compareció en la noche del domingo para confirmar que Mañueco iniciará una ronda de contactos con todos los grupos, mencionó expresamente a las candidaturas localistas y evitó hablar de Vox como socio prioritario.