Ciudadanos ha pasado en tres años de tener 12 procuradores en Castilla y León y cerca de 206.000 votos a tener un escaño y 54.000 papeletas, y sin embargo, hay alivio en la dirección nacional. Pudo ser peor. Pudo ser como en Madrid, en donde tras gestionar una Vicepresidencia y varias consejerías por ser decisivo se fue diluyendo y diluyendo hasta desaparecer de la Asamblea.

De Castilla y León no ha desaparecido, aunque por poco. En una Cortes autonómicas que van a dominar el PP y Vox quedará un diputado liberal, el ex vicepresidente, la persona que hasta esta campaña fue el peor adversario interno de Inés Arrimadas. Francisco Igea, a quien la decisión del adelanto electoral convirtió en un damnificado, ha intentado erigir ese atributo en su seña de identidad durante la campaña, así como el de gestor honrado. Su estrategia fue hábil y no le ha ido mal, pero su problema es la marca. La "C" y la "s" de su logo no termina de motivar al electorado de centro y derecha. No lo hizo en Cataluña, en donde perdió 30 escaños tras lograr la victoria en las elecciones anteriores, y no lo hizo en Madrid, en donde sencillamente desapareció.

Igea, no obstante, ha deslizado en su alocución ante la militancia que se ha congregado en el hotel de Valladolid desde el que han seguido el escrutinio que hay cierto éxito en el resultado. "Estas elecciones se convocaron para una mayoría absoluta y para echar a Ciudadanos y ninguna de esas dos cosas ha sucedido", ha proclamado el candidato, quien no ha desaprovechado la ocasión de criticar al PP, pero no al de Castilla y León y al que lidera Alfonso Fernández Mañueco, sino al nacional que encabeza Pablo Casado: "Si esto es todo lo que tienen que ofrecer a los españoles, apañados estamos".

El mensaje no iba por el presidente castellanoleonés, en funciones desde este domingo, sino por la estructura que manda en Génova. La dirección de Ciudadanos considera que la retención de ese escaño, la consecución de 54.000 votos, desmonta la treta de Teodoro García Egea y de Fran Hervías para borrar a los liberales del mapa y, así, atraer a sus votantes. En Castilla y León, desde luego, no han atraído a nadie que votara "naranja" en 2019, al menos tras una rápida primera lectura de los resultados de este domingo 13 de febrero. Cree la dirección de Arrimadas que se avecina tormenta interna en el PP, y eso, tal y como están las cosas, les sirve de consuelo.