Poco después de las 21.00 horas de este miércoles, diversas informaciones revelan que el PP había encargado a detectives privados una investigación para descubrir si el hermano de Isabel Díaz Ayuso había cobrado una comisión de un contrato suscrito por la Comunidad de Madrid con un amigo de la familia de la presidenta para la compra de mascarillas en los primeros meses de la pandemia.

Desde primera hora de la mañana del jueves, el entorno de la presidenta madrileña y el del líder del partido se cruzan acusaciones en los medios. La dirección del PP recalca que el contrato por el que se habría lucrado el hermano de Ayuso "existe", y algunas fuentes cifran en 280.000 la comisión que habría cobrado. También se lanza la teoría de que la divulgación de la operación de espionaje contra el hermano de la presidenta es una cortina de humo para tapar esa comisión.

Poco después de las 8 de la mañana comparece el alcalde de Madrid y portavoz nacional del partido, José Luis Martínez-Almeida, para confirmar que el Ayuntamiento abrió hace dos meses una investigación para saber si alguien desde alguna institución consistorial había contratado a un detective para investigar al hermano de Ayuso. Añadió que no tenía indicios sobre esa operación.

Ayuso convoca para las 13.00 horas una alocución pública que pone patas arriba al PP. La presidenta madrileña dice que la dirección de Pablo Casado se ha comportado de forma "cruel" con ella, presume de sus éxitos electorales y reta al partido a que demuestre sus acusaciones "sin pruebas". Pero también admite que su hermano participó en el contrato de las mascarillas, aunque afirma que fue todo "legal".

Casi a la vez que Ayuso, se pronuncia el barón regional más poderoso del PP. Alberto Núñez Fejóo habla tras la reunión de su gobierno en Santiago, y parece respaldar a Ayuso. "Si hay alguien que mandó investigar a una compañera del partido, que además es presidenta de una comunidad autónoma, deberá explicar por qué y deberá asumir sus responsabilidades", dice el presidente gallego.

Poco después llega el contraataque de la dirección. Pasadas las 15.15 horas, el secretario general del PP, Teodoro García Egea, acusa a Ayuso de negarse a aportar información sobre las actividades de su hermano, anuncia que el partido le abre un expediente y afirma que están estudiando si abrir acciones legales por las acusaciones de la presidenta madrileña contra Casado, "casi delictivas".

A las 18.00 horas se produjo la primera dimisión vinculada a la guerra abierta en el PP. Ángel Carromero, mano derecha de Almeida en el Ayuntamiento de Madrid y dirigente de la confianza de Casado, deja su cargo tras ser señalado como responsable de la operación de espionaje contra el hermano de Ayuso. El alcalde había afirmado por la mañana que lo destituiría de su cargo de director general de Coordinación si se probaba su implicación en el caso.

Lo que ya era un cisma de dimensiones imprevisibles se acaba convirtiendo en el mayor terremoto político de la historia del partido. Y los días siguiente ahondarán en la crisis mientras el suelo se hundía a los pies de Casado en la medida en la que aumentaba la presión para forzar su salida.

Enroque

El viernes por la mañana, en una entrevista en la cadena Cope, Casado insinúa que Ayuso ha incurrido en un delito de tráfico de influencias "en lo peor de la pandemia", sugiere que se ha inventado el espionaje a su entorno y lleva la crisis a una situación límite. En la misma emisora, la presidenta madrileña defiende la legalidad del contrato que implica a su hermano Tomás y rebaja la "comisión" de los 286.000 euros que imputa Casado a 55.850 euros.

El shock, mientras tanto, alcanza a todos los estratos del partido y los barones comienzan a apuntar a la cúpula y no a Ayuso.

Según se supo el sábado, Casado citó a la presidente madrileña en Génova el viernes por la tarde en una reunión que según fuentes de la Puerta del Sol resultó "infructuosa" pese a que, como trascendió, Génova se ofreció a cerrar el expediente informativo sólo un día antes de abrirlo.

Pérdida de apoyos

El domingo, una concentración de entre 3.000 y 5.000 personas pide a las puertas de Génova las dimisiones de Casado y Egea entre muestras de apoyo a Ayuso en un ambiente creciente de tensión entre las filas del partido, con cada vez más voces presionando para la salida de su presidente.

Ya el lunes, en un Comité de Dirección dividido, Casado, inflexible, convoca una junta directiva nacional para la próxima semana. Su idea es dar aún la batalla por la presidencia del PP, para la que ya se postula Feijóo de forma velada con el apoyo de gran parte de los barones. La decisión de Casado no satisface en el partido. El martes se suceden los acontecimientos y la práctica totalidad de los líderes regionales, con la excepción de la navarra Ana Beltrán, número tres del partido, instan a convocar un congreso extraordinario para elegir un relevo al frente de la formación. Las dimisiones, incluida la renuncia de Almeida como portavoz nacional, se producen en cascada. La era de Casado queda vista para sentencia.