En mayo de 2012 José Ignacio Goirigolzarri asumió la presidencia de Bankia. La entidad estaba al borde del rescate por la gestión de Rodrigo Rato. Su primer cometido fue poner orden y asegurar su supervivencia. Lo siguiente, plantear un plan de viabilidad. El Goirigolzarri del PP se llama Alberto Núñez Feijóo. Su llegada a la presidencia del PP en las próximas semanas se da por segura en el partido, con una misión tan difícil como la que el banquero vasco se encontró en Bankia.

La apertura de esta nueva etapa genera mucha incertidumbre en el PP. Muchos no han llegado aún al límite de ponerse a estudiar gallego. No es descartable. En el partido, sobre todo en los territorios más cercanos a Pablo Casado y Teodoro García Egea, y en el grupo parlamentario -los diputados más afines- hay "nervios" por los cambios que pueda hacer el presidente de la Xunta. Quienes le conocen bien apuntan a uno esencial: "Bajar tres decibelios como mínimo el tono oposición". En los últimos tiempos, defienden, ha sido, "desbocado, faltón e insultante". Y no sólo del propio Pablo Casado. "Es el que utilizan la mayoría de los portavoces, da igual del asunto del que se hable". "Es un tono que nos sitúa cerca de Vox", aseguran. Este cambio, sostienen, será inmediatamente perceptible aunque igual es necesario "aleccionar" a algunos parlamentarios.

Cambios para que se note su "impronta"

Las mismas fuentes dan por sentado de que el dirigente gallego, una vez que sea elegido, abordará también algunos relevos, sobre todo de las personas más significadas con Casado. Sobre la portavoz del Congreso, Cuca Gamarra, ya en los últimos días se daba por hecho que continuaría. Esa idea se ha reforzado desde que el miércoles se conoció que será la nueva coordinadora general del partido hasta que se apruebe una nueva dirección en el congreso extraordinario. Hay más dudas sobre el portavoz del Senado, Javier Maroto. Una vez que Feijóo presida el PP "tiene que hacer algunos cambios para que se note su impronta". Este horizonte genera mucha preocupación entre los diputados, sobre todo los más casadistas, que piden "generosidad". Esta palabra lleva toda la semana en la boca de muchos parlamentarios.

"Todo el mundo está ahora expectante a ver qué sucede". "Feijóo tendrá que dar tranquilidad y transmitir que habrá sitio para todos", valoraba un diputado próximo a Casado, que admite además que en los corrillos del PP en el Congreso sí había quién decía que "nos iban a pasar a cuchillo". Eso, apuntan, "puede ser el germen de una futura revuelta". "Si se pone a quitar gente, en dos años estamos igual".

Sin embargo, esto es justo lo que una parte muy importante del PP le reprocha a Casado y a Egea. Del ya ex secretario general se dice sin ambages que "impuso un régimen del terror" en la mayoría de territorios. Los dos últimos años son los peores que se recuerdan, en cuanto a vida interna del partido. "Iban por todas las provincias poniendo a su propia gente, intentaron incluso complicar la vida a Feijóo pero él no se lo permitió". Desde muchos ámbitos se insiste en que el desgaste de Casado "viene de lejos", el enfrentamiento con Ayuso "ha sido sólo la gota que ha colmado el vaso".

De hecho internamente se apunta a un PP "destruido", que ahora el dirigente gallego debe "reconstruir". No se se teme a que haga cambios en el poder territorial, al menos hasta después de las elecciones autonómicas y municipales, y en función de los resultados. Es cierto que algunas comunidades se mantienen expectantes sobre estos primeros movimientos. A nadie se le escapa que el perfil de Feijóo es muy distinto al de otros dirigentes en auge, especialmente Isabel Díaz Ayuso. Aún así, en el entorno de la presidenta autonómica e incluso en otros sectores del partido (también los resquicios 'casadistas') apuntan a la "inteligencia" del presidente gallego para saber bandearse y "tener cintura".

"Feijóo tiene que unir"

Hasta los dirigentes más afines a Casado y Egea cuentan con que el presidente de la Xunta tendrá esa generosidad, porque “él viene a unir”, “es serio” y “no va a poner patas arriba la organización”. “Seguro que sumará y contará con todos los territorios”, afirma un presidente autonómico.

Estos líderes regionales también aseguran que la brutal crisis vivida en los últimos días no era “Un enfrentamiento entre Casado y Feijóo”, por lo que entienden que “no hay ganadores y perdedores” en los territorios. “Nadie se ha posicionado contra Feijóo”, recalca un líder regional, con la sola excepción de Ana Beltrán, diputada y presidenta del PP de Navarra, que sí siguió al lado de Casado. Y, de hecho, incluso los últimos dirigentes más leales a la dirección saliente terminaron asumiendo con convicción que la única vía para salir de esta es la del gallego.

“Independientemente de los más y menos afines, todos hemos dejado claro que no podíamos seguir así y que sólo Feijóo puede sacarnos de esta”, concluye un dirigente con responsabilidades de gobierno. La profundísima crisis en la que el PP ha quedado sumido tras los últimos episodios traumáticos han hecho a todos asumir las nuevas circunstancias. "Los que no lo querían ver", reconocen distintos dirigentes, eran sólo "Pablo y Teo", que hasta el mismo lunes consideraban que la situación podía enderezarse.

Fue el comité de dirección (lleno de 'casadistas' convencidos) el que les abrió los ojos a la fuerza. A partir de ahí, como en una partida de dominó, las piezas que quedaban en pie (ya eran pocas) empezaron a derrumbarse. La escena de Fernando López Miras, presidente de la Región de Murcia y absolutamente leal a Casado y Egea, dando por hecho que sólo Feijóo puede ponerse al frente del PP, es la mejor escenificación.

El grupo parlamentario en el Congreso, el otro fuerte del presidente y el secretario genera, fue el siguiente en mover ficha. Estaba todo perdido. A excepción de cinco o seis diputados, todos firmaron el escrito para pedir un congreso extraordinario y cerrar la etapa de Casado. Esos mismos diputados, que se siguen manteniendo leales, también reconocen "el desastre de gestión" de la dirección ante un problema interno de tanta envergadura.

La situación en la que quede el grupo parlamentario y el resto de estructuras encierran incógnitas, aunque no esperan "grandes revoluciones" por el momento. Sí nuevas directrices que cambiarán por completo su manera de actuar en las instituciones y que les separará de la línea de Vox. No en todas las autonomías están convencidos de esta estrategia.