Pedro Sánchez viajará este jueves a Marruecos para reencontrase con Mohamed VI y sellar la reconciliación definitiva tras una larga y profunda crisis, que sólo se ha podido superar después de que el Gobierno español haya mostrado por primera vez su respaldo al plan de autonomía marroquí para el Sáhara Occidental. Este giro, que ha liquidado la tradicional neutralidad española en este asunto, ha sido la condición impuesta por el monarca alauí para retomar la colaboración con España.

Una vez consumado el cambio el Ejecutivo había previsto un primer acercamiento entre el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, y su homólogo, Nasser Bourita, para preparar, precisamente, el encuentro posterior entre Sánchez y Mohamed VI. El jueves pasado, con todo preparado para que Albares aterrizara en Rabat al día siguiente y mantuviera con Bourita su primera reunión cara a cara, una llamada telefónica del rey marroquí al presidente del Gobierno echó al traste toda esta planificación al invitar a Sánchez a visitarle ya, esta misma semana. Mohamed VI y Sánchez compartirán el 'iftar', la cena con la que se rompe el ayuno mantenido durante toda la jornada tras el comienzo del Ramadán en los países de religión islámica.

Según el ministro de Exteriores, que participará también en este viaje y que confirmó en rueda de prensa la fecha del jueves, que Sánchez acuda a esa cena es un gesto de amistad del rey marroquí ya que se trata de un momento en el que se reúnen familiares y personas cercanas.

Para España y también para Europa es fundamental la colaboración con Marruecos en temas como el control de la inmigración, el narcotráfico o el terrorismo yihadista. La entrevista entre Sánchez y Mohamed VI dará la medida de hasta dónde el giro español en el Sáhara, que antes han dado EEUU, Francia y Alemania, ha servido para reconducir las relaciones con Marruecos.

El Gobierno exige que el país africano reabra ya la frontera con Ceuta y Melilla, cerradas por la pandemia, pero que han permanecido clausuradas como elemento de presión a nuestro país. Que Marruecos se comprometa a no repetir acciones "unilaterales" como sucedió con la llegada masiva de inmigrantes a las costas de Ceuta, en mayo pasado, con el beneplácito de las autoridades marroquíes. Y también a respetar la "integridad territorial" de las dos ciudades autónomas.

El Ejecutivo español tema, de manera muy fundada, que si Marruecos logra hacerse con el Sáhara Occidental su siguiente objetivo sea Ceuta y Melilla, y convierta esta reclamación territorial en una nueva cuestión identitaria. Por eso se ha intentado blindar a las dos ciudades en las negociaciones con el reino alauí para poner fin a la crisis diplomática. Una crisis que empezó justo en el momento en que España no secundó la declaración de Donald Trump, en diciembre de 2020, reconociendo la marroquinidad del Sáhara Occidental.