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Seguridad

Madrid lleva a la OTAN la escalada de la inseguridad en el Sahel frente a Canarias

Marruecos advierte de que la inestabilidad de la región atrae a miembros del Estado Islámico | Rusia envía armamento a Malí y estrecha lazos con Camerún

Un militar de maniobras en Fuerteventura.

España llevará a la próxima reunión de la OTAN en Madrid su preocupación ante el incremento de la inseguridad en la región del Sahel. El ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel Albares, ha expresado su inquietud por las amenazas a las que se pueden enfrentar los países miembros de la alianza por el flanco sur de sus fronteras, como la migración, los cortes energéticos y los ataques a la ciberseguridad. "De la misma forma que se puede presionar a un Estado situando 15.000 soldados en su frontera, también se le puede presionar situando a 15.000 migrantes en sus fronteras", apuntó Albares tras reunirse con su homólogo italiano, Luigi Di Maio, a quien solicitó apoyo para poner sobre la mesa de la OTAN estas "amenazas híbridas". El objetivo del ministro es que la alianza tome "decisiones importantes2 y refleje estos peligros en su estrategia.

La eclosión del Estado Islámico en el Sahel ha hecho saltar las alarmas de Marruecos. Las redes terroristas han encontrado en la zona un "refugio seguro y fértil" y en los últimos meses se ha registrado una escalada sin precedentes, según explican autoridades marroquíes. La excepcional actividad del Daesh, en una región ubicada a menos de 200 kilómetros de Canarias, supone una "gran preocupación a nivel local e internacional, y supone una amenaza tanto para los países africanos como para los árabes y europeos", afirmó el jefe del servicio antiterrorista marroquí, Habboub Cherkaoui. Tras su derrota en Siria e Irak, los yihadistas se han desplegado en esta área auspiciados por factores como la inestabilidad política de países como Malí; la suspensión de la operación Barkhane, con la que el ejército francés luchó casi una década contra el terrorismo islámico; y la salida de las tropas de la Unión Europea, que han dado un paso atrás ante la presencia de mercenarios rusos del grupo Wagner.

El jefe antiterrorista marroquí, durante una entrevista a la agencia Efe, apuntó que también están proliferando las bandas que trafican con personas y avivan los flujos migratorios. La connivencia del terrorismo y estas redes criminales inquieta a Rabat, que consideran que el Daesh podría estar lucrándose de los beneficios del tráfico de seres humanos. En este contexto, Albares viajará a Marrakech en mayo para asistir a la reunión de la coalición contra el Estado Islámico. El encuentro, organizado por el ministro de Asuntos Exteriores marroquí, Naser Burita, contará con la asistencia de gran parte de los ministros de los 84 países y organizaciones que integran la coalición.

Mientras la Unión Europea se empequeñece en África, el Kremlin echa raíces en el continente. Moscú lanza sus redes con aires neocoloniales, precisamente explotando el sentimiento anticolonial africano y los inestables países del Sahel ven en Rusia a un nuevo aliado que les permite romper lazos con su antigua metrópolis. Así, en las manifestaciones y revueltas que han precedido a la media docena de golpes de Estado que se han producido en el África Occidental en los últimos 21 meses han ondeado banderas rusas y se han gritado consignas contra Francia. 

La pasión por Rusia se ha desatado en Burkina Faso, donde una plataforma ciudadana convocó hoy una movilización para exigir a las autoridades que forjen una alianza con Moscú. Para este movimiento social, Francia es incapaz de garantizar la seguridad de sus antiguas colonias y deben buscar una nueva potencia que frene el deterioro de la seguridad nacional y el creciente número de desplazados internos. Entretanto, Camerún y Rusia firmaron la semana pasada un nuevo acuerdo de cooperación militar para intercambiar información en el ámbito de la defensa y seguridad, así como para el entrenamiento conjunto de tropas.

El apoyo ruso al Gobierno de transición de Malí, liderado por Assimi Goita, se evidencia con los recientes envíos de material bélico a Bamako. El ejército maliense recibió este lunes dos helicópteros de combate y radares de vigilancia, que se suman al armamento recibido en agosto. Estas entregas forman parte del acuerdo de cooperación militar entre ambos países, que se ha fortalecido tras la retirada de las milicias europeas del territorio maliense.

Después de abandonar Tombuctú, Tessalit y Kidal a finales de 2021, el ejército francés entregó este martes a las tropas malienses la base militar de Gossi –en el centro del país–, cerrando así una fase más de la operación Barkhane. Ahora las Fuerzas Armadas de Malí tendrán que reforzar su plantilla en la antigua base francesa para tratar de controlar el avance de los yihadistas, que en 2012 lograron hacerse con el control de esta localidad. La propaganda del grupo de mercenarios Wagner –con quien Rusia niega tener ninguna vinculación oficial– se esparce por las redes sociales. Horas después de la salida de los soldados franceses de Gossi, un supuesto perfil falso compartió un video en el que ve a diez militares sepultando bajo la arena una docena de cuerpos quemados. El usuario señala que se trata de militares franceses y ubica la escena, precisamente, en la base de Gossi. El Ejército galo sostiene que esta publicación forma parte de una campaña de difamación y gracias a imágenes satelitales aclara que la localización del enterramiento está a tres kilómetros de la base militar.

El mismo día que Francia abandonó Gossi, a solo 90 kilómetros, en la localidad de Hombori, militares rusos y malienses asesinaron a numerosos civiles mientras compraban en el mercado, según denuncia la asociación CCONG. Antes de esta operación, en la que murió un instructor ruso, las Fuerzas Armadas malienses habían informado de un ataque terrorista en la zona. El responsable de esta ONG, Rafael Jariod, explicó a Efe que ese pueblo tiene unos 2.000 habitantes y que se llevaron detenidos a más de 600 hombres en cuatro camiones. Si bien esta no es la primera matanza de civiles sobre la que alertan las oenegés en Malí. Human Rights Watch denunció que a finales de marzo se produjo una masacre en Moura, donde el ejército maliense y los Wagner asesinaron a 300 civiles. Según la ONG, muchos cadáveres, la mayoría con disparos en la cabeza, fueron quemados y enterrados en fosas comunes. Las Naciones Unidas mostraron esta semana su preocupación porque las autoridades de Malí todavía no han permitido a los investigadores de Derechos Humanos de la ONU acceder a esa aldea.

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