Estaba el día en el Congreso para una película de espías, como las tardes desapacibles cuando uno está en casa con mucho tiempo por delante.

Estaba el ambiente político para una buenísima peli de espías, de esas en las que personajes con moralidad dudosa entran en casas ajenas y ponen raros aparatitos en los teléfonos; de esas en las que el jefe de todos esos espías queda con el político de turno en el sótano 3 de un aparcamiento, en mitad de la noche.

Estaba el ambiente en el Congreso para todo eso, pero no el Gobierno, no su argumentario. Adiós peli de ciudades brumosas y estética del Berlín oriental en plena Guerra Fría. Hola peli de siempre, la que nunca falla, como 'Pretty woman' cuando son las 16.00 horas y afuera llueve y hace frío. Como los melodramas de siempre.

Gabriel Rufián. EFE

La última sesión de control en el Congreso tuvo lugar el 6 de abril, antes de las vacaciones de Semana Santa. La reanudación de este tipo de debates, en los que cada diputado intenta mostrar lo mejor de sí mismo en términos oratorios e interpretativos (de escuela de arte dramático), ha ocurrido este miércoles en un clima mucho más enrarecido por culpa de un presunto caso de espionaje masivo a más de 60 dirigentes del independentismo catalán y vasco. Resulta que una horquilla de unos 70 diputados y diputadas (Unidas Podemos, ERC, PNV, EH Bildu, Más País, BNG, Compromís, JxCat, PDeCAT y la CUP) están enfadados por el "escándalo", en palabras de Mireia Vehí, y amenazan con comprometer el juego de alianzas parlamentarias.

A un día de que el Congreso convalide o derogue el decreto de las medidas contra los efectos de la guerra de Ucrania, el malestar de estos 70 diputados tiene su aquél. ¿Se atreverá algún partido a eliminar los descuentos que estamos teniendo cuando llenamos los depósitos de nuestros coches? El decreto lleva en vigor un mes, cabe recordar.

En el PSOE la votación se está viviendo como un péndulo: ahora sale, ahora no sale. Desde su dirección parlamentaria preguntan y repreguntan a los grupos, también al PP, en busca de una señal luminosa. La oposición esconde sus cartas, el "abc" de cualquier negociación enrevesada. Se trata de aguantar hasta el final. El presidente, Pedro Sánchez, en consecuencia, ha pedido este miércoles a los populares y al "conjunto de la Cámara" que apoyen el decreto.

Pedro Sánchez. A. PÉREZ MECA

Los espías: qué decepción

Pero volvamos a la película de espías, que resulta que al final no era tan buena como nos dijeron. Sánchez afirmó el martes al salir del Senado que hablaría en el Congreso sobre Pegasus. Lo ha hecho, pero...

Comenzó con un "lapsus imperdonable", mala señal. El presidente llamó al señor Rufián, que le había preguntado, "señor Abascal". Al portavoz de ERC casi le da algo. "Que nos espíen, vale, pero que me llame Abascal no tiene un pase". Al principio Sánchez reaccionó al despiste con seriedad, que no pegaba nada, pero enseguida recurrió al sentido del humor y dijo lo del "lapsus imperdonable" entre sonrisas. Luego ya vino la solemnidad, que el mandatario socialista ha resumido con tres apelaciones a la rendición de cuentas, a la legalidad y a la "firme voluntad por el diálogo". Terminó con una petición de reencuentro en la sociedad catalana.

Es "un tema serio que exige respuestas serias", añadió en el segundo turno. "Transparencia", apuntó. "Objetividad", enumeró luego. "Rendición de cuentas", afirmó a continuación en referencia a la comisión de control del CNI que se ha desbloqueado de repente tras tres años atascada. En fin, que como peli con suspense, ningún suspense.

Había, pues, que esperar la entrada en escena de Margarita Robles, quien, por cierto, no estuvo en el escaño cuando habló su jefe. La ministra de Defensa llegó pronto al Congreso, como a las 8.45, pero no entró en el hemiciclo cuando comenzó la sesión. Había que preparar la tanda de cuatro preguntas que le iban a hacer por "Pegasus". Bien... La trama del día en el Congreso prometía emociones fuertes, y Robles, además, al mantener la mascarilla, daba un aire de intriga.

Primera pregunta: Miriam Nogueras, de JxCat. "Investiguen todo y a todos", ha pedido. La ministra ha recordado que España es un Estado de Derecho y que las acusaciones hay que basarlas en pruebas, y justo después ha desvelado su principal papel en la película: la de abrir una rendija de misterio sobre la futura comisión de control del CNI, en donde se conocerá todo, ha destacado, y en donde tras eso quizá algunos "tengan que callar". Buen arranque.

La portavoz de Junts en el Congreso, Miriam Nogueras.

Segunda pregunta: Inés Arrimadas, de Cs, que reaparecía tras su maternidad. Ha dado un giro dramático al recalcar que claro que hay que espiar a los que atentan contra la integridad del Estado y al denunciar que esos mismos accedan a la comisión de gastos reservados. "Es como si a un ladrón que va a robar un banco le das la contraseña de la caja fuerte". No estaba mal.

Tercera pregunta: Aitor Esteban, del PNV. El tramo más interesante. El diputado vasco ha lamentado que el Parlamento esté "indefenso" y ha contradicho a la ministra al subrayar que la comisión del CNI no servirá "para nada", pues ahí nunca se ha contado nada. Él ha estado ahí, sabe de lo que habla, aunque ha tenido un pequeño patinazo al preguntar en qué ley se ampara el Gobierno para no desvelar nada. Pues en la ley que regula el Centro Nacional de Inteligencia, obviamente. Cuando se ha preguntado "qué fue de aquella jueza progresista" se ha producido el momento más dramático. Robles ha insistido en sus quejas por escuchar acusaciones sin pruebas y ha retado a que se presenten ante la justicia.

A partir de aquí, la trama ha decaído. La cuarta pregunta, de Mireia Vehí, de la CUP, no ha aportado mucho, más allá de una reflexión a viva voz sobre el deber de proteger el Estado de Derecho y las libertades.

La película de siempre

La cuestión es que la trama del espionaje no ha deparado nada nuevo, más allá de trucos oratorios, pintones en los totales de las teles y en la red que gestionará Elon Musk. Políticamente, flojos. Se ha salvado el comentario de Rufián sobre el teléfono de Alberto Casero, el salvador de la reforma laboral por error, pues ha dado a entender que la convalidación del decreto de le guerra peligra.

Mención aparte, en plan nota a pie de página, merece la intervención de Macarena Olona, candidata de su partido para presidir Andalucía casi al 100%. Es algo que se masculla en su bancada, puesta en pie al acabar la interpelación a Félix Bolaños. Por cierto, al ministro de Presidencia, cuando debe responder a Vox, se le pone mal aire y saca una furia política que quien diría que la tiene cuando explica el decreto sobre la transparencia en la Casa del Rey.

El caso es que Olona, antes de acabar, ha pedido la dimisión de Meritxell Batet por "prostituir" el Congreso con la resolución que desbloquea la comisión del CNI y le ha lanzado una mirada que por poco no le sale un rayo láser de los ojos.

Macarena Olona en sesión parlamentaria.

Al final, toda la sesión de control ha sido como la película de siempre, la que nunca falla en las sobremesas. Puede ser la peli alemana ambientada en la Selva Negra, el melodrama aquel de Meg Ryan con Tom Hanks o "Pretty woman". El PP ha puesto el acento en la problemática social derivada del contexto económico. Iván Espinosa de los Monteros ha insistido en la desconexión del Gobierno con la realidad, al igual que Santiago Abascal en que el problema es Sánchez. El Gobierno ha pedido un Partido Popular a la altura, la ministra de Educación ha cuestionado ese giro al centro de Feijóo y ha mentado de pasada el caso de las mascarillas (la corrupción) con una alusión al "hijo del duque".

Es algo científico. Era día para probar con una peli de espías, y había para elegir, pero en el Congreso la intrepidez escasea. Es como como cuando llevas media hora buscando qué ver en una de las seis o siete plataformas que hay. Al final, te vas a la TDT y ves "Pretty woman" o una de Indiana Jones.

Pues eso: al final te vas al cara a cara entre la vicepresidenta Teresa Ribera y el diputado del PP Guillermo Mariscal, de pelea constante por la política energética, y hasta encuentras el punto.

Porque va Ribera y llama "Cañete" a Mariscal y te ríes.