El Gobierno acaba de rebajar drásticamente su previsión de crecimiento económico para este año, recortando la estimación de alza del PIB del 7% que defendía hasta ahora a un 4,3% para el conjunto de 2022. El tajo es colosal, e incluso la nueva previsión gubernamental se sitúa por debajo de las que maneja la mayoría de organismos y casas de análisis (entre el 4,5% y el 5%).

El Ejecutivo, no obstante, sigue defendiendo que se trata de un crecimiento “fuerte y sostenido” y subrayando que organismos nacionales e internacionales colocan la economía española entre las que más avanzarán este año a pesar de la crisis energética y del impacto económico de la invasión militar de Rusia sobre Ucrania, amén del temor a nuevas olas de la pandemia que no son descartables.

Desde el Ministerio de Asuntos Económicos, comandado por la vicepresidenta Nadia Calviño, se fía la fortaleza de la recuperación -a pesar del recorte de la previsión para el conjunto del año- a que el impacto de la guerra en Ucrania en la economía española empiece a diluirse después del verano, o al menos que lo peor empiece a dejarse a atrás a partir de entonces. Y así se lo ha transmitido a Bruselas.

“La guerra de Rusia tendrá un impacto económico negativo sobre la economía española a través de los precios y la actividad, concentrándose el impacto en el primer semestre del año en curso”, sostiene el Gobierno en la actualización del Programa de Estabilidad 2022-2025 remitido a la Comisión Europea. Una previsión que el Gobierno defiende en varias ocasiones a lo largo del documento.

La invasión de Vladímir Putin ha supuesto un golpe para la economía española a través de la escalada de precios energéticos, que ha provocado que se dispare la inflación y que se contraiga la demanda; el aumento de incertidumbre puede conducir a posponer decisiones de inversión y consumo de empresas y hogares; el golpe a otras economías europeas puede afectar negativamente a las exportaciones españolas; y las tensiones en los mercados financieros pueden generar inestabilidad en todo el ámbito internacional.

“No sabemos lo que va a suceder con la guerra y el impacto que va a tener”, reconocía esta semana la vicepresidenta Calviño en una entrevista con RNE. “Las previsiones y objetivos financieros los hemos hecho con la máxima prudencia, precisamente por este escenario de incertidumbre”. En el primer trimestre de 2022, la economía española se ralentizó como consecuencia de la inflación y del impacto de la guerra, y registró un crecimiento de sólo el 0,3% del PIB entre enero y marzo. Pero las estimaciones gubernamentales anticipan una reactivación hasta final de año, hasta alcanzar el alza del 4,3% prevista para el conjunto del ejercicio.

Desde el Gobierno se defiende que el 'macrodecreto' anticrisis incluye medidas para hacer frente al 'shock' geopolítico, que servirán para paliar el parón de actividad (con más ayudas e inyección de liquidez) y sobre todo para contener la inflación (con rebajas de impuestos y bonificaciones para la luz, el gas y los carburantes para contener los precios energéticos).

Creemos que ya hemos dejado atrás el pico de inflación y que empezará a bajar en la segunda parte del año”, anticipó Calviño esta semana. La inflación se desbocó con el inicio de la guerra hasta el 9,8% en marzo y se contuvo hasta el 8,4% en abril. “Todas las previsiones apuntan a una desaceleración significativa de la inflación desde el segundo semestre de 2022, que la devolverá a niveles cercanos al 2% ya el año próximo”, sostiene el Ejecutivo en el Plan de Estabilidad.

El Gobierno ha evitado marcar una previsión de inflación para el conjunto de 2022 en su nuevo cuadro macroeconómico, y sólo ha desvelado que su objetivo de deflactor de consumo privado (que pondera precios diferentes a la cesta básica incluida en el IPC) se situará en el 6% al cierre del año. La hoja de ruta del Ejecutivo confía en que, con la inflación conteniéndose en el segundo semestre, la reactivación del turismo (prevé recuperar el 80% del PIB turístico prepandemia) y el empuje de los fondos europeos sirvan para confirmar la reactivación de la economía hasta fin de año y que ésta se consolide en próximos ejercicios.

“A pesar del impacto del shock geopolítico causado por la invasión de Ucrania, la economía española permanecerá en una senda de fuerte crecimiento durante el periodo 2022-2025, impulsado por la recuperación del empleo, la inversión y el turismo, así como por las inversiones y reformas del Plan de Recuperación”, anticipa el Gobierno a la Comisión Europea. El nuevo cuadro macroeconómico defendido por Calviño augura que al crecimiento del 4,3% en 2022, le sigan alzas del PIB del 3,5% en 2023, del 2,4% en 2024 y del 1,8% en 2025, apoyándose en la fortaleza de la demanda interna y en la progresiva recuperación del comercio exterior.