“Si votamos, ganamos”. La frase que repite el candidato del PSOEJuan Espadas, exhibe el gran reto con el que el partido afronta las elecciones andaluzas del próximo 19 de junio: la movilización de su electorado. A un mes, el partido, que este miércoles presentó su programa electoral, sigue sin dar con la receta para recuperar a una bolsa de votantes que sigue en la abstención. No hay signos de tensión en sus bases, admiten en sus cuadros orgánicos. Empiezan las preguntas sobre por qué, qué falla: ¿el candidato andaluz, con un perfil parecido a Juanma Moreno (PP)? ¿el clima del debate nacional, que sigue en lo político copado por ERC y los independentistas catalanes? ¿la poca simpatía del Gobierno de Pedro Sánchez, según arrojan los cualitativos de algunos sondeos?

"Que la maquinaria no está a revienta calderas es verdad pero lo estará", apunta un cargo socialista. Pese a que ya se ha escrito mucho sobre que en el PSOE se encienden las alarmas, en el equipo andaluz, quizás por la propia forma de ser del candidato, de perfil moderado y tranquilo, no se palpa esa ansiedad. Se limitan a constatar que es una cuestión de tiempo. El partido está envuelto en una atmósfera que no se sabe muy bien si es de calma y tranquilidad, de resignación con una victoria del PP o directamente fruto de un análisis fuera de la realidad que señalan las encuestas y resaltan los analistas, que alertan de la falta de pulso y nervio político. Las casas del pueblo del PSOE comenzarán a abrirse en las próximas semanas para celebrar actos con candidatos. Están convencidos de que esa movilización llegará y avanzan hacia el 19 de junio con una fórmula mixta entre los ataques a una gestión “deficiente” del Gobierno de PP y Cs y el aviso de que “el moderado” Juanma Moreno, candidato del PP, tendrá que pactar con Vox para formar gobierno.

Espadas presenta su currículum como alcalde de Sevilla como aval, aunque eso genera rechazo en una parte de Andalucía, donde sigue sin ser conocido para muchos andaluces. Las implicación de las agrupaciones provinciales y locales, de los alcaldes, la presencia de ministros y ministras del Gobierno de Pedro Sánchez, que volcarán su agenda en Andalucía a partir de ahora, el desembarco de los gurús de Ferraz para perfilar la estrategia electoral, los viajes de Espadas por todo el territorio andaluz y un redoble de esfuerzos y actividad en sus redes sociales deberá obrar el milagro del PSOE andaluz, convencer a quienes los abandonó en 2018 para que vuelvan a casa.

Reducir el paro a la mitad

El programa electoral contiene dos medidas estrella. La promesa de reducir a la mitad la tasa de paro en Andalucía, con los 11.000 millones de fondos europeos, y disponer 2.000 millones para acortar un problema grave de desempleo juvenil, en el 44%, son los dos anuncios más potentes. El mensaje es que el “milagro económico” que vende el PP no existe, que los fondos covid del Estado y fondos UE no se han ejecutado en Andalucía, dejando escapar oportunidades. El otro eje pasa por promesas como un plazo máximo de 48 horas para tener cita de atención primaria, con una defensa cerrada de los servicios públicos y acusaciones de privatización en manos del PP. Espadas no olvida incluir mensajes de defensa del campo, de la caza o de los toros, tratando de recuperar votos en el medio rural, su tradicional fortín electoral, donde se teme una fuga de votos a opciones como Vox.

Un 30% de los votos sin decidir

Los sondeos insisten en que entre un 30 y 40% de los andaluces aún no tienen decidido su voto. Los socialistas apuntan a ese dato para asegurar que queda tiempo y que la tensión de sus bases y sus militantes se notará cuando la campaña empiece de verdad, el 3 de junio. “Esa apatía no es solo de nuestro electorado sino de toda la sociedad en general. Los andaluces todavía no están en las elecciones del 19 de junio”, diagnostica uno de los miembros del equipo de campaña de Espadas, convencido de que es justo lo que quería el PP convocando en esta fecha. Es cierto que no hay tensión política y que todos los partidos admiten que hay cierta atonía fruto, entre otros factores, de que la sociedad vuelve a la normalidad después de dos años de restricciones por la pandemia. La sensación que hay instalada en los equipos de campaña es que la gente “no tiene ganas de lío” sino de volver a la vida normal tras el covid, en mitad de una primavera atípicamente calurosa y donde vuelven a celebrarse ferias, fiestas y romerías después de dos años en blanco. A pie de calle las elecciones quedan aún lejos y todavía, además, analizan los ‘gurús’ de la campaña ni siquiera tienen el foco del debate nacional.

El diagnóstico de qué falló con el PSOE en 2018 quedó claro hace ya mucho tiempo. Casi cuando se consumó el cambio de gobierno en la Junta de Andalucía por las alianzas de las derechas. Los socialistas ganaron (33 escaños, 1.009.243 votos) con una victoria insuficiente para frenar la alternancia después de 37 años de gobiernos socialistas. En contra de las encuestas, Susana Díaz no pudo encadenar un nuevo gobierno y la clave estuvo en una bolsa de aproximadamente 400.000 votantes que decidieron quedarse en casa. Con uno de los registros de abstención más elevado en unas autonómicas, los socialistas no lograron ilusionar a una parte importante de sus fieles. El reto es ahora ese. Tras el cambio de liderazgo de Susana Díaz por Juan Espadas, la vuelta del PSOE andaluz al redil de Ferraz y la sintonía con Pedro Sánchez, los socialistas llevan ya un año de mutación, de cambio de piel, pero la movilización del electorado sigue sin llegar.

En las filas del PSOE están convencidos de que hay margen para recuperar si no todos los votos sí una parte importante. Cuentan con lo ocurrido pocos meses después, en abril y noviembre de 2019. En el primer caso, apenas cuatro meses después de las andaluzas, el PSOE sumó en Andalucía medio millón de votos más (1.563.828) en primavera y 400.000 votos más a final de año (1.425.126), respecto a lo ocurrido en los comicios autonómicos de diciembre de 2018. Es el dato al que se aferran para mostrarse convencidos de que el PSOE puede en esta ocasión dar una sorpresa en Andalucía frente a todos los pronósticos negativos, que apuntan a una caída por debajo de los 33 escaños que obtuvieron en los anteriores comicios, lo que sería un fracaso para Espadas, para Ferraz y amenazaría la continuidad de Pedro Sánchez en La Moncloa.