Bolaños suda cada votación como no lo ha hecho antes. Cada semana es un suplicio”. La reflexión forma parte del entorno más cercano a Alberto Núñez Feijóo y resume las sensaciones que el PP tiene desde hace semanas, con una crisis permanente entre el Gobierno y sus socios parlamentarios habituales. Una brecha que ya alcanza a los dos socios de la coalición y que no parece tener marcha atrás. 

Los populares creen, con independencia de que Pedro Sánchez agote la legislatura, que esta etapa final se parecerá poco a lo vivido estos dos años y medio. El primer partido de la oposición ha cambiado la estrategia de sus 89 escaños, y ahora hace valer su peso en la Cámara para alterar las mayorías y desubicar al resto de formaciones.

El PP llevó con sigilo hasta el final su postura en el decreto que contenía medidas extraordinarias para hacer frente a la situación derivada de la guerra de Ucrania. El Gobierno se negó a aceptar propuestas económicas del plan de choque de Feijóo (hubo varios contactos e intercambio de papeles e incluso el documento llegó a Moncloa sin el sello del PP) y, por ese motivo, el voto acabó siendo un no. El Gobierno sacó adelante la votación a pesar de que ERC le dio la espalda. Lo hizo, eso sí, retratándose al lado de Bildu, arriesgando mucho hasta el final y sin dejar de mirar a los populares.

Casi al mismo tiempo, en estas dos últimas semanas, el PP ha salvado dos votaciones clave para el Ejecutivo. La ley de seguridad nacional (como también se lo plantearía con una ley de secretos oficiales o la reforma de la norma por la que se rige el CNI si con ello se refuerza la seguridad del Estado) y, esta misma semana, la ley audiovisual que tantos quebraderos ha terminado dando al PSOE. Empezó siendo la llave para que ERC apoyara los Presupuestos Generales hace seis meses y, al final, ha quedado en manos del principal partido de la oposición. Fue la abstención del PP lo que hizo que la votación saliera adelante.

La estrategia de Feijóo pasa, en este momento, por demostrar la fuerza que puede tener su formación desde la oposición. Combinará un tono duro, en muchas ocasiones durísimo (este viernes se dirigió a sus grupos parlamentarios pidiendo una “rebelión” contra un PSOE “que sacrifica los intereses generales por los suyos propios” y para que Sánchez “aguante en la presidencia del Gobierno”) con la posibilidad de salvar leyes del Ejecutivo, en algunos casos incluso apoyándolas. Dirigentes populares confirman que vendrán más iniciativas en las que repetirán la misma jugada, especialmente podría ocurrir en propuestas de índole económica o de políticas de Estado.

La posición del PP salvando al Gobierno da oxígeno a Vox, pero la convicción del entorno de Feijóo es que hace falta una mirada larga que permita recuperar a mucho votante perdido y a todavía más electores socialdemócratas que no volverán a apostar por Sánchez. La idea es que hay electores que no se moverán de las siglas de Santiago Abascal, al menos en el próximo ciclo electoral, y Feijóo no confrontará en ningún caso con un discurso duro de Vox

La apuesta es otra y mira a “desinflamar” la política, mantener un rumbo fijo aunque en ocasiones implique dar apoyo a Sánchez y, sobre todo, avanzar en un programa alternativo de Gobierno que irá desgranando en lo que queda de legislatura.

El plan económico fue el primero. Vendrán más. De cumplirse estas expectativas (la primera prueba será Andalucía), el PP conseguiría romper los bloques actuales, que se mantuvieron inmóviles en las pasadas citas electorales. El gran objetivo de Feijóo es abrir una fuga y que empiece el trasvase de papeletas del bloque de la izquierda (votantes del PSOE) a su propuesta de centro derecha.

En este contexto, el nuevo líder del PP insiste en pedir a sus filas “seriedad” y contribuir a enseñar el futuro programa de Gobierno que podrían poner en marcha “en meses, no sabemos cuántos, pero meses”. Por eso, Feijóo pide dejar a un lado la política de tuis, "los zascas" y los debates estériles para contribuir en propuestas e iniciativas, incluso para este Gobierno, porque podría ser el PP quien las acabe implementando. 

En el PP aseguran que Feijóo tiene el rumbo puesto a la Moncloa. Por medio llegarán las elecciones andaluzas y, después, otra prueba de fuego: las autonómicas y municipales. La política de pactos podría incomodar al presidente del PP si depende en muchos territorios de Vox. Los populares aseguran que su líder encontrará la manera de “sortear” esa presión en tanto a que su gran objetivo, el definitivo, es llegar al Gobierno central. “Lo que pase en medio no es lo que más importa”, zanjan. “Hay que volver al Gobierno de España”, vuelven a repetir.