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Perfil

Laura Borràs, una líder sin límites cada vez más cuestionada

Su estilo al margen de los 'corsés' políticos genera incomodidad en un sector de su partido y acumula situaciones polémicas | Internamente los posconvergentes dudan de que, caso de ser condenada, Junts salga del Govern

La presidenta de JxCat, Laura Borràs, da un discurso durante la jornada inaugural del II Congreso de JxCat.

Es una mujer sin límites. Esta frase puede aunar las opiniones favorables y críticas sobre Laura Borràs en su espacio político, Junts per Catalunya. Una misma actitud, la de no tener límites, se puede interpretar en positivo, como un valor propio del liderazgo sin cortapisas, de la voluntad inquebrantable de llevar a Catalunya a la independencia, de no temer a ningún reto; pero también tiene una lectura negativa, la que hacen sus críticos: es una mujer incapaz de adaptarse a los marcos legales, de ejercer la prudencia, de limar su ego o de entender que la política no es solo imagen o decisiones populistas.

La carrera de Borràs ha sido fulminante. En el 2017 no estaba en política. Y en tan solo cinco años ha dirigido la conselleria de Cultura, ha sido candidata en las elecciones generales y poco después candidata a la presidencia de la Generalitat tras ganar con holgura unas primarias contra el exconseller convergente Damià Calvet. Ahora además ha alcanzado la presidencia de un partido, Junts, en el que no tenía cargo específico de peso. Sustituye así al expresident Carles Puigdemont pero lo hace con mucho más poder interno, tanto como el del secretario general, otro posconvergente, Jordi Turull, tras un intenso pulso interno.

Un gran protagonismo personal

Al margen del caso judicial en ciernes, Borràs ha protagonizado numerosos episodios en clave personal. Personalísima se podría añadir. No hay evento en clave independentista en el que no haya participado o apoyado, aunque ello le haya reportado alguna polémica, como su presencia en la movilización que corta la avenida Meridiana de Barcelona, en un momento en el que la conselleria de Interior ya recomendaba abandonar esta protesta.

Su candidatura en las elecciones generales se basó en el mensaje independentista, en de reclamar ejercer la autodeterminación. Cuando se le preguntaba por otras cuestiones, ya se la gestación subrogada o el salario mínimo catalán, las respuestas eran más inconcretas y a veces no coincidentes con el programa electoral de Junts.

Su resultado electoral no fue brillante. ERC se impuso de nuevo con claridad en la contienda estatal. Y pocos meses después, Borràs deja el escaño en Madrid para pelar por la presidencia de la Generalitat. Gana con claridad a Calvet en las primarias, con un 70 por ciento de votos favorables.

Una campaña sin premio

Y la campaña catalana, en la que Puigdemont ocupa simbólicamente el primer lugar en la lista, se basa de nuevo en un mensaje basado en el independentismo irredento. Borràs lanza en campaña la promesa de volver a proclamar la independencia si resulta ganadora. Un programa rupturista que no gusta en todo el partido, donde ya existen sectores claramente críticos con el protagonismo absoluto de Borràs.

Políticamente, la presidenta del Parlament se ha situado siempre del lado de Puigdemont y también del president Quim Torra, un hombre denostado por una gran parte de Junts y de ERC. Ella en cambio ha reivindicado su figura y acciones como la pancarta en favor de los presos independentistas, por la que Torra acabó siendo inhabilitado como president.

Borràs quedó en tercera posición en las elecciones del 14-F, y se negó a participar del Govern del republicano Pere Aragonès. Fue de las que no descartaba que Junts quedara fuera de este Govern. Fue aupada a otro cargo, el de presidenta del Parlament, desde donde ha protagonizado también polémicas y ha visto como su promesa de blindar a los parlamentarios de la justicia española "represiva" hacía aguas cuando el cupaire Pau Juvillà era inhabilitado tras una sentencia por haber mantenido lazos amarillos en el ayuntamiento de Lleida. Borràs también ha protagonizado polémicas por su actuación ante los "retiros dorados" de algunos funcionarios. Y en relación a su caso judicial personal, también aseguró que pretendía cambiar el reglamento del Parlament para no ser apartada. Posteriormente rectificó y matizó esas palabras. El (pen)último episodio ha sido la defensa cerrada y total que ha hecho de su mano derecha en el Parlament y el partido, el diputado Francesc de Dalmases, que abroncó de forma contundente a una periodista de TV-3 en presencia de Borràs.

Los choques internos

Borràs se ha rodeado de dirigentes no procedentes de Convergència, que han acentuado su perfil combativo, ajeno a cualquier disciplina de partido y altamente personalistas. Ello ha provocado diferencias notables de criterio en el seno de un partido en el que han crecido las voces críticas con su manera de actuar. En más de una reunión de la comisión ejecutiva, Borràs ha marcado perfil. Y sus choques con el ya exsecretario general Jordi Sànchez, eran notables y periódicos. Ella ha eludido en todo momento dar su brazo a torcer pero en el segundo congreso de Junts, vio como Jordi Turull era más votado que ella como secretario general. Internamente crecen las voces que están convencidas de que en un pulso con Turull, un exconvergente con larga experiencia política, hoy por hoy Borràs saldría perdedora. En cambio, su entorno la sigue situando como líder indiscutible.

El siguiente y decisivo paso de su carrera será comprobar si cuenta con apoyos suficientes internamente para plantar batalla si es inhabilitada y ERC no sale en su apoyo. En este caso, Borràs podría intentar forzar las costuras del pacto con los republicanos, pero la mayoría de 'consellers' de Junts están por la labor de seguir en el Govern pase lo que pase con el futuro judicial de la presidenta de la Cámara y del partido.

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