Si Francia persiste en su negativa a ampliar la interconexión de gas con la Península Ibérica para facilitar la exportación al resto de países de la UE, España apostará por un gasoducto con Italia. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha dado alas a esta vía, con mayor fuerza que nunca, después de que el Ejecutivo de Emmanuel Macron haya reiterado en las últimas horas su rechazo a la construcción de esta infraestructura a través de los Pirineos, conocida como MidCat.

Ni la presión de Alemania, uno de los países europeos con mayor dependencia del gas ruso, que lleva meses pidiendo que se impulse este gasoducto para contar con vías alternativas de suministro, ha hecho mella en los franceses, que insisten en lo mismo: que tardaría mucho en estar operativo y que va en contra de su objetivo es prescindir de los combustibles fósiles en 2050, un argumento que pierde fuerza porque también transportaría hidrógeno verde.

Sólo unos días después de que el Ministerio para la Transición Ecológica francés reiterara esta postura, Sánchez, que se encuentra este miércoles en Bogotá en la primera parada de su gira latinoamericana por Colombia, Ecuador y Honduras, advirtió que "si vemos dificultades para acelerar" este gasoducto se optará por la conexión submarina con Italia, un proyecto que ambos países ya están estudiando. "Si no sale adelante el plan A, habrá que buscar el plan B", subrayó.

En mayo pasado el gestor de transporte de gas italiano Snam y la compañía energética española Enagás firmaron un memorando de entendimiento para el estudio de la viabilidad para construir un gaseoducto entre España e Italia.