Al final habrá un duelo parlamentario entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo antes de lo esperado. La semana que viene el presidente del Gobierno comparecerá en el Senado a petición propia para hablar largo y tendido de la crisis energética que sufre España, como el resto de Europa, a causa de la invasión rusa de Ucrania. En Génova no contaban con que el jefe del Ejecutivo fuera a recoger el guante que el líder conservador lanzó desde su Galicia natal en el tradicional acto de arranque del curso político en Pontevedra. Creían que Sánchez liquidaría el asunto en una sesión de control y que evitaría un debate de las características que al final aceptó.

En realidad, la propia portavoz del PSOE y ministra de Educación, Pilar Alegría, había descartado 24 horas antes una comparecencia en la Cámara Alta. Fuentes del PP, después de la reunión del comité de dirección del lunes, emitían su sentencia: “No quiere debatir con Feijóo”. Pero, según aseguran fuentes conocedoras del Ejecutivo, la decisión de que el presidente iba a comparecer ya estaba tomada. De hecho, en Moncloa aseguran que al PP "le ha pillado a contrapié" porque "no tienen plan alternativo y van a tener que improvisar". El margen para los populares es estrecho porque la previsión es que el pleno sea el próximo martes.

Al desconcierto generado por un debate que pensaban que no se produciría se une el malestar que lleva días recorriendo el partido de Feijóo: aseguran que el Ejecutivo “utiliza la cuestión energética” para tapar las consecuencias inmediatas y más cotidianas que esa crisis “y, sobre todo, la gestión que está haciendo el Gobierno” tiene sobre la población española: la inflación que ya suma tres meses superando los dos dígitos. “El precio de la luz se ha vuelto a disparar y agosto es el mes con la electricidad más cara de la historia. El incremento de los precios en la cesta de la compra o el gasto para una familia media con la vuelta al colegio de sus hijos. Eso es lo que de verdad preocupa a la gente”, se quejan en Génova.

La percepción de los populares es que Sánchez quiere centrar todo el debate en las gestiones internacionales de España, por ejemplo, en lo relativo al MidCat (la interconexión gasística que uniría a nuestro país con Francia por los Pirineos) para no hablar de los asuntos domésticos que son “el idioma que de verdad hablan los ciudadanos”. Reconocen que los avances con Alemania para hacer cambiar de idea a Francia y que finalmente acepte esta opción o las negociaciones a nivel europeo son cuestiones muy importantes que deben ocupar a los políticos, pero que “no deben coparlo absolutamente todo” como si nada más existiera o los gobernantes "no pudieran ofrecer soluciones" a los problemas inmediatos. 

La queja en Génova se centra, precisamente, en que hasta hace dos semanas el Gobierno “sacara pecho” de que la situación en España era mejor que la de otros países más dependientes de Rusia a nivel energético y, ahora, de repente, las conversaciones de alto nivel y el plan de contingencia sea una prioridad total. “Da la sensación de que agrandan un problema para luego aparecer como salvadores”, acusan.

Por eso, la insistencia del PP venía siendo la de abordar un gran debate de política general en el que se pudieran confrontar los modelos de los dos grandes partidos. Pero no pretendían un debate monográfico sobre energía. El debate sobre el estado de la nación del mes de julio se celebró en el Congreso, donde Feijóo no tiene escaño. La postura conservadora fue defendida por la secretaria general, Cuca Gamarra. Además, el PP recuerda que en diciembre de 2018 y en septiembre de 2020 ya tuvieron lugar dos debates similares, de política general, en la Cámara Alta, a petición de Sánchez. Pero la comparecencia registrada por el Gobierno solo habla de “contexto económico y social” por la crisis puramente energética.

El PP intentó evitar el desgaste de no haber apoyado el decreto energético de la semana pasada (que contenía ayudas amplias como la gratuidad de los trenes de Cercanías o más becas para estudiantes, además de las medidas de ahorro) asegurando que en pocos días presentará un plan energético integral alternativo. Ahora tendrá que acelerar los tiempos porque Feijóo debe defenderlo el próximo martes con seguridad. En lo que respecta a la política energética global, la gran diferencia entre ambas formaciones radica en las propias fuentes de energía. El PP cree que se debe alargar la vida de las centrales nucleares y hacer un mayor aprovechamiento de la hidraúlica para ganar soberanía en la materia. Es decir: poner toda la carne en el asador y hacer uso de todas las energías posibles y disponibles, frente a la clara apuesta verde del Gobierno.

Dos arranques de curso

El Ejecutivo se ha montado a lomos de la crisis energética para defender sus medidas y su papel en la UE -llevan un año pidiendo una reforma del mercado eléctrico que ahora la UE por primera vez contempla- mientras que el PP pretende cabalgar sobre los indicadores económicos más negativos para la gestión del Sánchez. 

El debate de la semana que viene escenificará la lectura que cada uno hace del comienzo del curso político. Moncloa ha creído encontrar en la negativa del PP a las primeras medidas de ahorro, muy similares a las de otros países, un flanco de desgaste de Feijóo. Pero no se circunscribe sólo a eso sino que forma parte de una estrategia mucho más amplia, que implica a todo el PSOE y al Gobierno. Tras los cambios en julio en la cúpula socialista, han pasado directamente al ataque para frenar el ascenso del PP en las encuestas pero, sobre todo, para movilizar a su electorado. 

En Ferraz sostienen que "no han perdido a sus votantes sino que están en la abstención" pero, por si acaso, para que Feijóo no siga subiendo, se han propuesto "desnudar" al líder de la oposición a quien algunos ciudadanos pueden percibir como alguien más moderado que su antecesor Pablo Casado. El mantra del Gobierno es que no lo es como demuestra, esgrimen, su negativa a pactar la renovación del Consejo General del Poder Judicial, del Tribunal Constitucional y su rechazo a las medidas de ahorro energético que sí respalda el resto de la derecha europea. El objetivo de los socialistas es dibujar a una oposición sin propuestas y que en cuestiones de energía, se ha echado en brazos del lobby de los fondos de inversión que están detrás de la industria nuclear, según aseguran en la dirección del partido. 

"Liderazgo internacional" de Sánchez

En desmontar a Feijóo está volcado todo el PSOE. Fuentes territoriales apuntan que "todo el mundo se ha situado a la ofensiva" y admiten que "esperaban más" del líder del PP. Frente a su experiencia como presidente de la Xunta de Galicia, el PSOE contrapone el "liderazgo internacional" de Sánchez, que encuentra una de sus mejores versiones, precisamente, en el tema energético en el que España ha estado a la vanguardia. En este contexto el Ejecutivo se siente cómodo y más ahora que podría extenderse a toda la UE el tope al gas impulsado junto a Portugal, en la denominada 'excepción ibérica'. Todo esto es lo que teme Génova.

No obstante, aunque es evidente que la comparecencia del jefe del Ejecutivo el Senado está vinculada directamente con la petición lanzada por Feijóo, la posición oficial del Gobierno es que obedece al intento de culminar la ronda de contactos sobre el Plan de Contingencia, que se debe presentar en Bruselas, con muevas medidas de ahorro por si Rusia acaba cortando el suministro de gas a Europa. Así lo transmitió la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, que lo ligó a la decisión de "ampliar el diálogo" que ya están manteniendo con el sector, comunidades y ayuntamientos, y "compartir estas propuestas" en la cámara territorial.