Alberto Núñez Feijóo no acudió a la manifestación en defensa del castellano el domingo en Barcelona porque clausuraba a esa misma hora una reunión interparlamentaria del partido en Toledo. Pero quiso dejar clara su posición de defensa a lo que ha bautizado como el “bilingüismo cordial” (ya lo hizo en su discurso como nuevo líder del PP en Sevilla el pasado mes de abril. Y aprovechó su intervención de ayer en un desayuno con Juanma Moreno Bonilla para apuntalar una hoja de ruta que en Génova reconocen como nuclear: “La intolerancia no se combate con más intolerancia”, zanjó el líder conservador.

“Algunos quieren hacer de la escuela catalana un laboratorio desde el que impulsar el monolingüismo empobrecedor. Defenderemos todos nuestros idiomas a nuestra manera, con los instrumentos del Estado de derecho”, aseveró. La postura no es menor porque confirma que Feijóo no se somete a las posiciones más duras que siguen existiendo dentro de su propio partido, y que tampoco se dejará influir por la presión que ejercen sus competidores en la derecha, Vox y Ciudadanos.

El equilibrio que intenta mantener el líder del PP es claro: cumplimiento de la ley en Cataluña y garantía de que todos los estudiantes conozcan a la perfección tanto el catalán como el español, “y después hablen el que decidan en libertad”. Fueron sus palabras en el discurso de hace dos días en Toledo. El debate lingüístico y la mayor o menor beligerancia con la que se aborde el asunto ha sido siempre un punto de fricción dentro del PP.

Pablo Casado optó por una línea mucho más dura a lo largo de todo su mandato nacional (con la excepción de la campaña de febrero de 2021 con bandazos criticados por Cayetana Álvarez de Toledo y el propio candidato, Alejandro Fernández). También Isabel Díaz Ayuso ha sido siempre partidaria de mostrar una mayor contundencia en esa comunidad por los agravios que sufren las familias procastellano, y especialmente después de que la Generalitat anunciara que ningún aula catalana aplicaría el 25% de castellano este nuevo curso. Lo que dijo el Govern es que la sentencia del Tribunal Supremo está recurrida y por ahora aplicará su decreto y la ley del Parlament que imposibilita cumplir con ese fallo.

Sin embargo, la propia presidenta de la Comunidad de Madrid relajó buena parte de su discurso ayer mismo en una entrevista en ‘Esradio’. Defendió a Feijóo, “tengo absoluta confianza en lo que dice” y recalcó que su presidente dijo “inequívocamente” que utilizaría todas las herramientas del Estado de Derecho para cumplir con la ley y la Constitución. Y que mientras esté en la oposición, como ahora, seguirá recurriendo ante los tribunales. 

Con esa premisa el PP mantiene prietas sus filas por primera vez en mucho tiempo. “Hay que darle una tregua, un poco de margen, le critican por todo. Si no va a la manifestación, mal. Si va en nombre del partido la secretaria general, como fue, también mal”, se quejaba Ayuso.

La postura de la madrileña, que también empiezan a asumir en sectores del PP catalán antes más reacios, no ha pasado desapercibido entre las filas conservadoras. Y a pesar de que el riesgo de que Vox (como ya ha venido haciendo en esa comunidad, donde hoy tiene más representación que el PP por el sorpaso que dio en 2021), lo utilice para tildar de “equidistante” o “regionalista” a Feijóo, en Génova dejan claro que no hay marcha atrás con esa postura.

De hecho, el objetivo del líder popular es trasladar sus políticas lingüísticas a Galicia (defensa del castellano, de la otra lengua oficial en las comunidades que existe, y el inglés, en un modelo de 33%-33%-33%). Y en ningún caso poner en duda que el español deba estar en todos los rincones de Cataluña, pero tampoco demonizar la lengua catalana. El relato que ha calado es el de que “no se puede regalar la lengua a los independentistas” y bajo ese marco se mueven ahora los dirigentes más duros como Ayuso.

En el entorno de Feijóo siguen insistiendo de que es posible defender la “cordialidad lingüística” y frenar al nacionalismo, “es justo lo que ha hecho el presidente en la Xunta firmando cuatro mayorías absolutas” y es lo que defenderá en territorios como Cataluña o País Vasco. Dos territorios en los que se está focalizando mucho, especialmente la comunidad catalana, que es la que más ha visitado como líder nacional.

En Génova tienen claro que si Feijóo aspira a gobernar España el PP debe experimentar un crecimiento importante “o los números no darán”. Ya en el útlimo sondeo del Centre d'Estudis d'Opinió (CEO, conocido como el CIS catalán) de julio se veía una recuperación nada desdeñable del PP. En el Parlament estarían en condiciones de conseguir entre 9 y 14 diputados y ascenderían de la octava a la cuarta posición, recuperando al votante que se fue a Ciudadanos y Vox (el partido de Santiago Abascal se quedaría en la horquilla de entre 4 y 8, no 11 como tiene ahora). En el PP están convencidos de que el proyecto autonomista de Feijóo “engancha” a electores que dejaron de confiar en las siglas conservadoras y, por eso, no se desviarán del debate lingüístico.