Un tartazo a una estatua de cera de Carlos III, una sopa de tomate estampada ante un cuadro de Van Gogh o un puré de patatas lanzado a un Monet. Estaba cantado que tarde o temprano el patrimonio artístico español iba a sufrir las consecuencias de la sinrazón de activistas que creen que sus causas, cualesquiera que sean, justifican atacar el arte. Como todo se pega menos la hermosura, dos jóvenes han emulado las gamberradas anteriormente citadas y en esta ocasión se han pegado a los marcos de los cuadros de Goya de ‘La maja desnuda’ y ‘La maja vestida’, en el Museo Nacional del Prado de Madrid.

La gamberrada en cuestión pretende abrir el debate sobre si es efectivo utilizar los ataques en los museos como una herramienta para concienciar sobre distintas motivaciones que desde aquí nos negamos a reproducir para evitar precisamente dañar a un colectivo que en su conjunto a buen seguro repudiará estas acciones.

Dos activistas se pegan a los cuadros de 'Las Majas' de Goya en el Museo del Prado

Dos activistas se pegan a los cuadros de 'Las Majas' de Goya en el Museo del Prado LNE

Llamar la atención del público produciendo daños personales o materiales por desgracia ha sido y por lo que vemos sigue siendo una práctica extendida por distintas asociaciones. En la actualidad la víctima de estos actos están siendo las obras de arte. 

La reacción de las anteriores gamberradas realizadas hasta la fecha no ha sido otra sino producir en ciertos sectores rechazo hacia el movimiento que teóricamente los defiende, por lo que desde estas líneas se evitará entrar en debates más allá del repudiable acto vandálico. 

Precedentes de la sinrazón

No es la primera vez que el activismo convierte los museos en un escenario para promover una determinada causa. A principios del siglo XX, varios movimientos de desobediencia civil irrumpieron en estos espacios culturales para ensalzar su protesta. En 1914, la sufragista Mary Richardson irrumpió en la Galería Nacional de Londres y realizó varios cortes en 'La Venus del espejo' de Velázquez. En 1921, cientos de activistas del Comité Nacional de Trabajadores Desempleados (NUWCM) protagonizaron una protesta masiva en la Galería de Arte Walker de Liverpool.