El PP pretende combinar su ofensiva institucional contra el Gobierno —primero por la reforma del Código Penal en lo relativo al delito de sedición y quizá también el de malversación, y después tras el error jurídico de la ley del ‘sólo sí es sí’ que está permitiendo rebajas de penas a algunos condenados por delitos sexuales— con una campaña propia, a pie de calle, que busque apoyo social contra los “distintos escándalos” del Ejecutivo, sostienen fuentes populares, pero que se alejará de las manifestaciones y la agitación que impulsan otras formaciones de la oposición como Vox.

Los partidos de la derecha no están unidos en su lucha contra el Gobierno, con la excepción de la moción de censura, una idea que sí comparten Santiago Abascal e Inés Arrimadas. Y la distancia del PP en este caso no es casual. Más bien al contrario: está decidida y muy pensada. Alberto Núñez Feijóo no es partidario de calentar la calle y quiere buscar una fórmula que acerque los puntos de vista de su partido a la sociedad, con actos abiertos a militancia, simpatizantes y ciudadanos en general que compartan las críticas o la indignación ante las últimas decisiones de Pedro Sánchez, pero que no se sienten representados en acciones que inflamen más el ambiente.

En Génova aún están ultimando el diseño de los actos, pero tendrán esquemas similares al de un mitin, con intervenciones de dirigentes y “abiertos a quien quiera estar y escuchar”. La idea es que esos actos comiencen pronto, en las próximas semanas, y se celebrarán en distintas ciudades de España, a petición también de los dirigentes autonómicos. Por ejemplo, en Aragón y Castilla-La Mancha es muy probable que celebren alguno.

Estos últimos días algunos dirigentes populares insistían en la idea de que el PP prepararía algo, lejos de los planteamientos Vox, pero con la idea de buscar una mayor implicación social contra el Gobierno de Sánchez. La gestión de las manifestaciones en la calle era un asunto incómodo para la anterior dirección nacional, que recordaba uno de sus peores momentos, en 2019, cuando se gestó la foto de Colón, y que unió a la derecha entera en las calles de Madrid contra . Cada vez que se presentaba una ocasión de protesta en la calle, como la de los indultos en 2021, la cúpula de Pablo Casado se debatía en qué hacer y cómo gestionar un nuevo encuentro con los rivales de su espacio político.

El escenario ha cambiado con Feijóo, nada partidario de aceptar que le marquen la agenda desde otros partidos, hasta el punto de que desechará cualquier iniciativa que sean banderas de Vox o Ciudadanos. “A nosotros nadie nos va a ir diciendo por donde ir. Tenemos nuestra agenda, nuestra hoja de ruta y nuestras decisiones. Y el estilo del PP es otro muy distinto”, explican algunas voces de la cúpula para incidir en que su jefe de filas exige una oposición “distinta” a planteamientos que busquen “enfrentar” o agitar las calles sin mayor objetivo. Con el nuevo líder popular no habrá fotos de Colón.

Lo que hay detrás: objetivo electoral

Pero más allá del estilo político, los objetivos electorales de Feijóo distan mucho de los de otros partidos de la derecha. En el PP la pelea pasa por conseguir una mayoría importante en las próximas elecciones generales, y ese resultado, son conscientes en el comité de dirección, solo se alcanzará atrayendo a votantes socialistas decepcionados con Sánchez.

Precisamente por eso Feijóo está obligado a un equilibrio permanente: denunciar al Ejecutivo sin ahuyentar a potenciales electores moderados, de centro izquierda. De ahí que incluso tras la reforma del Código Penal, que en Génova consideran de las cuestiones “más graves” que ha hecho nunca un Gobierno de España, Feijóo haya medido sus palabras, evitando exabruptos y centrando su discurso en que revertirá esa modificación si llega a la Moncloa. Otros dirigentes del PP han sido mucho más duros en sus declaraciones y otros se han sorprendido de la tibieza de su propio líder.

Un reparto de papeles en el que el PP quiere situar a Feijóo como única alternativa a Sánchez con un perfil más centrista. El líder conservador sí ha elevado el tono en los últimos días a raíz de la ley del ‘sólo sí es sí’. Lo hizo, además, en una asamblea política del PP europeo, ante otros dirigentes de su familia política, exigiendo al presidente del Gobierno tomar decisiones políticas inmediatas: el cese de la ministra de Igualdad, de la de Justicia o de ambas. Y acusó al propio Sánchez de ser igualmente responsable de una ley “que deja desprotegidas a las niñas y adolescentes” por haber permitido que saliera del Consejo de Ministros con un agujero jurídico muy importante.

Por eso, la campaña de calle, pensada inicialmente para protestar contra la reforma de la sedición, se extenderá también a la ‘ley estrella’ de Irene Montero “y a lo que venga”, afirman en la dirección nacional. No es extraño que estos movimientos coincidan con una de las semanas más complicadas para la coalición y a solo seis meses de las próximas elecciones autonómicas y municipales. La precampaña ha empezado y no frenará hasta después de las generales, previstas para finales de 2023.

La próxima semana continuará la ofensiva en las instituciones con el Senado como principal escenario. Primero, con un nuevo cara a cara entre Feijóo y Sánchez, y después con el debate de la moción que el PP registró de inmediato para exigir al Gobierno la correción de la ley del ‘sólo sí es sí’. El PSOE tendrá que retratarse el miércoles y votar si piensa o no modificar el texto, a pesar de que el presidente por ahora ha dicho que esperará a conocer la unificación de criterios y la doctrina del Tribunal Supremo.