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Relación entre dos políticos

Artur Mas y Josep Antoni Duran i Lleida, las 6 claves de la relación que forjaron una pareja de rivales

Dos liderazgos de origen y métodos distintos siguen vigilándose años después de su adiós de la política

Artur Mas y Josep Antoni Duran i Lleida, en 2010.

¿Cuál es el motivo por el cual todavía hoy Artur Mas y Josep Antoni Duran i Lleida sigan lanzándose dardos cuando ambos están retirados de la vida política en primera fila desde hace años? ¿Cuál ha sido la relación política y personal entre los dos aspirantes a suceder a Pujol, en una batalla que ganó el primero? ¿Son tan distintas sus maneras de entender cuestiones como el soberanismo o la corrupción?

De hecho, el último motivo de conflicto ha sido una insinuación de Duran en una entrevista en La 2 dando a entender que conoce bien la corrupción existente en CDC y acusando a sus antiguos socios y, sobre todo, rivales convergentes de hacer un giro independentista para "mantenerse en el poder". Mas sólo tardó horas en replicar que fue Duran quien le animó a convocar elecciones anticipadas con el mensaje del derecho a decidir. Algo así como llamar a Duran incoherente y, por tanto, restarle credibilidad. Ambos se conocen muy bien y mantienen, pese a las discrepancias, una relación personal de respeto personal, aunque sus perfiles son netamente diferentes.

¿Qué piensa uno del otro? Duran probablemente definiría a Mas como un hombre sin cuajo político que ha tomado decisiones clave equivocadas y ha ido a remolque de los radicales independentistas. Mas describiría a Duran como un peligroso hombre maquiavélico sin escrúpulos que ha vivido durante dos décadas de la cuota de poder que Pujol le pagó a cambio de disponer de un espacio democristiano junto a CDC. Estas son las claves de su relación:

Los orígenes

Cuando Artur Mas inició su carrera (gracias de Lluís Prenafeta, brazo derecho de Jordi Pujol en la Generalitat) en la administración, Duran ya acumulaba experiencia política, iniciada en la política municipal en Lleida, y bregada en las Cortes. Llegó a acumular 30 años casi ininterrumpidos de liderazgo absoluto en un viejo partido que puso al día en forma de lobby de la derecha nacionalista catalana. Mas fue ascendiendo siempre gracias a la familia Pujol. Duran lo hizo a base de forzar constantemente las costuras de la relación con la CDC del propio Pujol. Mas se mostró algo rígido en su relación con la ciudadanía, cuando asumió responsabilidades de Govern. Duran cosechó siempre una densa red de contactos con los que elaboró toda una cadena de favores.

La sucesión de Pujol

La convivencia entre ambos se inicia con el proceso de relevo de Jordi Pujol, que los colocó de forma abierta como rivales para sucederle, ofreciéndoles 'conselleries' de peso equivalente para que se pelearan. Duran duró poco en el Govern y se marchó con un portazo. Trató de ganarse la confianza de Pujol asegurando que tenía más madera política que Mas, más oficio. Creyó incluso que Pujol lo prefería a él. Pero lo que sucedió es que el 'president' y fundador convergente dejó a Duran creerse sucesor y planteó una condición que el líder de Unió no aceptó: la fusión con CDC. Así, Mas fue el elegido. Fuentes cercanas a Duran consideran que se trataba de un paréntesis hasta que Oriol Pujol tomara la vara de mando. Algo que no sucedió al aparecer la larga sombra de la corrupción convergente.

La batalla frontal

El entorno de Duran sostiene que una vez Mas accedió al liderazgo, el entorno del nuevo líder convergente, con David Madí a la cabeza, hizo la vida imposible al democristiano. Y, a su vez, los nuevos dirigentes de la CDC de Mas no toleraban ya la estrategia de Duran con Pujol que duró más de una década: forzar constantemente las relaciones entre ambos partidos -con excusas como la ley del catalán, la reforma del Estatut o determinadas declaraciones políticas soberanistas- para ganar cuotas de poder más allá del 25% establecido inicialmente para UDC en las listas. Mas tenía el poder, pero Duran tenía la opción de poner palos en las ruedas a la nueva estrategia independentista convergente, en la que nunca creyó y que hizo saltar por los aires la relación tras el referéndum del 2014. Hasta entonces, se habían hecho encajes de bolillos entre la posición de Duran y la de los nuevos independentistas en el poder convergente.

La corrupción

Los trapos sucios también alimentaron la tensión entre ambos. Mas lidió con tiburones como Prenafeta, con la familia Pujol, con el oscuro papel de Germà Gordó, con la confesión de Pujol y con el 'caso Palau' de financiación irregular de Convergència, mientras los suyos no paraban de asegurar que era Unió la que no podía dar lecciones de juego limpio. Duran tuvo también que afrontar el juicio que condenó a Unió por financiación irregular, pero, pese a ello, siguió negando que se tratase de corrupción. Abandonó dejando una deuda en el partido de 19 millones de euros. Y ahora, casi siete años después, dispara con bala al afirmar que sobre la corrupción convergente sólo dirá la verdad ante un juez. "Mejor me callo", le dijo a la periodista Gemma Nierga. Todo un dardo envenenado. Mas ha negado reiteradamente que bajo su liderazgo él conociera o tolerara prácticas irregulares. Pero el entorno de Duran todavía hoy recuerda que Germà Gordó, 'exconseller' procesado por corrupción, no hacía nada sin el consentimiento de Mas.

La relación personal

Pero dado que la política profesional obliga al blindaje emocional, ambos se han ido no sólo tolerando sino que incluso mantenido una relación cordial en lo personal. Duran se ofreció a Mas para ayudarle en su candidatura a la Generalitat pese a haber quedado descabalgado. Mas fue siempre advertido por su entorno sobre los riesgos de Duran, con quien Madí y los jóvenes convergentes como Oriol Pujol mantuvieron una guerra frontal. Procedían de perfiles socioeconómicos distintos -a Duran los convergentes nuevos lo veían como un nuevo rico y este consideraba a los de Madí casi como unos mimados por el patriarca Pujol-, creían en Cataluñas distintas -Duran defendió los pactos con el PP y el centroderecha, Mas abrió el camino al independentismo- y, sobre todo, luchaban por lo mismo: el control del pospujolismo con todas las herramientas a su alcance.

El futuro

Mas ha pagado ya la condena por la organización del referéndum de 2014 y, en teoría, podría volver a una candidatura electoral pero se ha negado a ello cuando se le ha sugerido, frustrado por la fragmentación de su espacio político. Eso sí, todavía aparece en apoyo de algún candidato de la antigua Convergència o de Junts. Duran abandonó del todo y se dedica a ejercer como abogado. Cuando habla o escribe demuestra estar a las antípodas del 'procés'. Pero pese a estar retirados, hoy ambos saben que una palabra basta para reactivar una vieja y sin embargo deportiva rivalidad política y volver a enzarzarse.

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