El Gobierno revive el miedo a la ultraderecha para movilizar a la izquierda: "Solo hay dos opciones este año electoral"

El PSOE arranca la carrera de 2023 con un nuevo llamamiento a que sus votantes acudan a las urnas para que no gobierne la suma de PP y Vox

Feijóo pasa junto a los líderes de Vox.

Feijóo pasa junto a los líderes de Vox. / Eduardo Parra / Europa Press

Marisol Hernández

Vox regresa a la primera línea del debate político con el arranque del un 2023 intensamente electoral, después de meses en que el Gobierno y el PSOE han estado únicamente volcados en confrontar con Alberto Núñez Feijóo. Los socialistas recuperan el miedo a la ultraderecha como reclamo para movilizar a su electorado. Ya fue un eje central en la campaña de las generales de abril de 2019 y en la repetición electoral de noviembre. Ese hilo nunca se ha perdido y ahora se refuerza para espantar la abstención de parte del electorado progresista.

En un documento hecho público este viernes, tras un encuentro en Ferraz presidido por Pedro Sánchez que reunió a los ministros con la dirección socialista, se retoma como uno de los argumentos de peso para instar al voto: "Solo hay dos opciones en este año electoral que tenemos por delante. Una decisión que corresponde a los ciudadanos. O se elige la vía de progreso del PSOE, o el retroceso que encarnan la derecha y la ultraderecha".

A lo largo de la legislatura, la sintonía del discurso de Pablo Casado con el de Santiago Abascal facilitó a Sánchez continuar con ese mensaje, que sólo se orilló la primavera pasada cuando el PP comenzó a despegar con seriedad en las encuestas tras la llegada de Feijóo y la mayoría absoluta de Juanma Moreno en Andalucía. La constatación de que, a diferencia de Casado, el dirigente gallego si era un candidato sólido para liderar el centroderecha llevó a Moncloa a impulsar una ofensiva contra él, que devolvió la política española a una lógica bipartista: Sánchez contra Feijóo, Feijóo contra Sánchez.

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Puntualmente Vox ha vuelto a escena por la ruptura con Macarena Olona, la andanada contra Irene Montero cuando más arreciaban las críticas por la rebaja de condenas a delincuentes sexuales en aplicación de la ley del sí es sí o ahora con propuestas como que las embarazadas escuchen el latido del feto antes de decidir abortar, en mitad del debate sobre la sedición y la malversación que asfixia al Gobierno.

Este último asunto, otra polémica más protagonizada por el vicepresidente de Castilla y León, Juan García-Gallardo, le ha puesto fácil al Ejecutivo recuperar las críticas a Vox pero el reproche político a la ultraderecha es más de fondo, una pieza más que pulsar en una larguísima campaña electoral. Esta misma semana el propio presidente del Gobierno, en la inauguración de unas jornadas de UGT, se valió del asalto al Congreso en Brasil de los seguidores de Jair Bolsonaro para establecer paralelismos con España. Aseguró que se reconoce a la ultraderecha porque "siempre se oponen a cualquier avance social".

¿Voto económico?

Desde Moncloa se asegura que fue sólo "un discurso de izquierdas en un espacio de izquierdas" pero en estos momentos todas las encuestas privadas -el CIS sigue apostando por la continuidad de Sánchez- apuntan a que Feijóo podría ser presidente sólo con el apoyo de Vox. Tras un primer estado febril producido por la mayoría absoluta de Moreno en Andalucía, en Génova ya se asume esta aritmética aunque el discurso del líder gallego es que si puede evitar las coaliciones con el partido de Abascal lo hará. Pero hay una prueba de fuego en las autonómicas y municipales de mayo ya que las opciones de los populares para conquistas gobierno pasa por el respaldo de la extrema derecha.

El resultado de esta cita con las urnas clarificará la fuerza con la que el PSOE lanza el miedo contra Vox de cara a las generales. Pero, en las pocas semanas que han transcurrido de enero, los socialistas ya están echando mano de este argumento. En su primer mitin del año en Sevilla, Sánchez advirtió contra el retroceso si gobierna una derecha a la que "la ultraderecha le marca el camino" y agitó el temor a la pérdida de derechos por "la coalición del miedo" de PP y Vox.

En el partido hay una sensación general de que este argumento está "amortizado" y de que el marco de las elecciones es económico. Si los ciudadanos entienden que el Gobierno ha contribuido a su bienestar les seguirán votando. En este sentido Moncloa cree que presenta un balance positivo pero sigue el mar de fondo del desencanto con algunas posiciones del Gobierno, sobre todo su dependencia de ERC, de difícil digestión en comunidades como Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura, o la erosión de un asunto tan polémico como las rebajas de condenas a delincuentes sexuales tras la entrada en vigor de la ley de 'sólo sí es sí'.

Es difícil saber qué temas serán más determinantes en la decisión del voto pero un dirigente socialista apunta también a un latente "hartazgo social" que puede resultar desmovilizador para la izquierda, menos disciplinada que la derecha, mantienen en el PSOE, a la hora de ir a votar. Y frente a una derecha, razona, que sólo presenta el incentivo de "echar a Sánchez" por encima de cualquier otro proyecto político, el argumento de "qué viene la ultraderecha" puede resultar, de nuevo, atractivo para el voto progresista. Pero para imponerlo, además de la considerable ayuda de Vox en temas como el aborto, el Gobierno necesita que desaparezca todo el ruido generado por la reforma de la sedición y de la malversación, sobre todo, después de que el juez Pablo Llarena haya desmontado sus planes de ayudar a ERC al no abrir la senda para beneficiar a los procesados y condenados del 'procés'.