Andalucía

Moreno lo gana todo y maniobra para frenar pactos PP-Vox antes del 23J

El barón andaluz atesora más poder en Andalucía del que nunca tuvo el PSOE con mayoría absoluta en la Junta y casi pleno en el mapa municipal

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, en una imagen de archivo.

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, en una imagen de archivo. / EP

Isabel Morillo

El PP ha conseguido un nuevo objetivo en Andalucía. Ya en las autonómicas del pasado junio logró que se venciera el miedo a votar a la derecha. De eso ha presumido mucho Juan Manuel Moreno, que repite que muchos andaluces que nunca habían cogido una papeleta del PP dieron ese paso el pasado 19 de junio de 2022, fecha de las autonómicas de la mayoría absoluta al PP. El objetivo del pasado 28 de mayo era ir un paso más y aquilatar al PP no como el partido favorito de los andaluces o el que más se parecía a Andalucía, el de las clases medias o las grandes ciudades. El salto era para consolidar el voto prestado desde las filas socialistas y penetrar en la zona rural, de interior, en los pequeños municipios, donde el centro derecha nunca había logrado vencer las resistencias. Un éxito que Moreno defiende se ha logrado "desde el centro y sin Vox". "Objetivo cumplido", señalan desde la dirección andaluza. El PP ha obtenido representación en 71 municipios donde nunca había logrado concejales y ha ganado en 171 de los 527 municipios de menos de 5.000 habitantes que eran la cuota 'pata negra' del PSOE. Datos que leen con el mismo entusiasmo que la nómina de relumbrón: seis Diputaciones y las ocho capitales de provincia. Al final el 8x8, que parecía una locura, se ha quedado en 8x6. Un resultado histórico. Otro.

Sin Vox y con moderación

Andalucía dejó de ser un fortín electoral del PSOE hace un año. La pérdida de apoyos ha sido paulatina desde hace una década pero se ha acelerado de forma definitiva tras perder la Junta andaluza en 2018. Desde entonces, la debacle no para de empeorar. Los resultados del 28 de mayo sellan ese hundimiento. En esta ocasión no tanto por la pérdida de votos como por el grave retroceso en poder institucional: se pierden cuatro capitales andaluzas y cuatro diputaciones. El único sostén institucional del PSOE está en las diputaciones de Sevilla y Huelva. Días atrás, en una entrevista en 7TV, Juan Espadaslíder del PSOE-A, aseguró que "el PP perdió durante 37 años porque la historia no comenzó con Juanma Moreno. Hay que normalizar las victorias y las derrotas". Ese mensaje incendió algunos grupos de Whatsapp socialistas. Los socialistas parecen asumir que se encaminan a una travesía del desierto y a un cambio de ciclo político que puede ser tan largo como el que vivió casi cuatro décadas el PP. Entonces, eran los populares quienes decía que estaban "acostumbrados a perder", como recoge una entrevista al entonces secretario general del PP-A y hoy consejero de Presidencia, Antonio Sanz, en 2003 en El País. Aún le quedarían 15 años de oposición.

Sin querer pasarse de euforia y sin tiempo para haber saboreado la miel del segundo éxito electoral en Andalucía en un año, el PP sabe que atesora ahora mismo más poder en Andalucía del que nunca ha tenido un partido. Ni el PSOE en su mejor momento pudo hacer coincidir los gobiernos de las ocho capitales andaluzas con una mayoría absoluta de 58 diputados en la Junta de Andalucía. El cambio de ciclo, dicen en el PP, ha venido para quedarse y Moreno quiere hacer valer su forma de entender la política, "desde el centro y la moderación", en Madrid. El pasado martes, cuando acudió a la Junta Directiva del PP en Madrid, el principal mensaje que el barón andaluz llevó en la cartera pasaba por pedir que se aplazaran los pactos con Vox.

Su "mili" con Abascal

Moreno presume siempre de tener "una mili" de pactos con el partido de Santiago Abascal y le gusta practicar con ellos una especie de psicología inversa que lleva a que elijan lo que menos les interesa realmente. Lo logró en 2018, cuando negoció su investidura. Moreno obtuvo en esas elecciones, que ganó el PSOE, el menor número de votos de su partido en Andalucía en la serie histórica. Sin embargo, gobernó sin ser la lista más votada. Lo hizo en coalición con Cs y con Vox fuera del Gobierno, en un acuerdo de investidura que tardó en cerrarse apenas dos semanas. Vox puso sobre un papel todos los asuntos que a Moreno le dan alergia, llevando la negociación al epicentro de la guerra ideológica o cultural de la que el barón andaluz huye como la peste. Expulsión de inmigrantes irregulares, supresión de “chiringuitos de género”, negación de la violencia machista, destrucción de las autonomías, “pin parental” en las escuelas, aborto, familia tradicional... El acuerdo de investidura suavizó muchos de esos puntos y la realidad es que, durante la legislatura, la mayoría no se cumplieron o se hicieron sin apuesta presupuestaria real y de cara a la galería, como ocurrió con el teléfono de la violencia intrafamiliar. Sí hubo concesiones como las ayudas a asociaciones antiabortistas, que hoy siguen en el Presupuesto del PP con mayoría absoluta.

El PP andaluz selló dos presupuestos más con Vox, aparte de esa investidura, y el partido de Santiago Abascal fue ‘tragando’ con el Gobierno del cambio, dándole algunos sustos a Moreno hasta conducirlo a la convocatoria urgente de elecciones el pasado junio. Fue otra jugada maestra. Durante toda la campaña andaluza, que se produjo después de que en Castilla y León PP y Vox sellaran un acuerdo de coalición, Moreno logró convencer a los votantes socialistas de que solo dándole su apoyo podrían evitar a Macarena Olona como vicepresidenta en la Junta. Así mientras el dirigente andaluz pedía “una mayoría suficiente”, el PSOE y la izquierda azuzaban el miedo a la extrema derecha metiendo, si saberlo, puntos en la canasta de Moreno. Es lo que el presidente andaluz ha practicado y receta: ignorar la guerra cultural, no entrar al choque con Vox, tratar de “normalizar” este partido y achicarle el espacio sin darles poder. “Vox está normalizado y pactar con este partido no pasa factura”, defienden desde la mayoría absoluta andaluza quienes cuatro años antes habían negociado con los de Abascal la investidura del primer gobierno no socialista de la historia de Andalucía.

Vox, aprendido

Moreno aconseja a los barones de otros territorios que no se precipiten en los pactos con Vox. Que cojan aire y se den tiempo. La extremeña María Guardiola estaría en una tesitura similar a la que el andaluz tuvo en 2018, con la diferencia de que ahora Vox está aprendido. Aquello de apoyar a los gobiernos desde fuera sin cuotas de poder pasó a la historia en Castilla y León y los de Abascal quieren tocar poder, al menos, en la Comunidad Valenciana y Baleares. El presidente andaluz narra su experiencia a quien quiere oírlo dentro de su partido. A Vox se le gana, dice, sin enfrentarse a ellos y dándole capotazos. Él nunca ha negado la violencia de género, se define andalucista frente a un partido que rehúye las autonomías como la peste, lleva el pin de la agenda 2030 que a los de Abascal les da sarpullidos, no niega el cambio climático ni abraza el argumentario de la derecha extrema, como hace Isabel Díaz Ayuso. Moreno logró consolidarse como un líder de centro moderado ante los votantes andaluces pese a que llegó a la Junta gracias a Vox. Logró que eso se borrara esgrimiendo que el deseo de cambio tras 37 años ininterrumpidos de gobiernos socialistas bien valía un acuerdo con Abascal. Ese pacto no le ha pasado factura hasta la fecha. En esta fórmula de relación con Vox se mira Alberto Núñez Feijóo en su carrera hacia la Moncloa. No se sabe si el resto de barones populares le harán caso y se fiarán de “su mili” con la extrema derecha. Él desde luego está intentado que en las estructuras territoriales del partido cale su partitura.