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Almirante Rodríguez Garat: "Putin sabe que si iniciara una guerra nuclear sería de los primeros en caer”

El que ex jefe de la Fuerza Naval publica 'Tambores de guerra', ensayo en el que urge a España a resolver sus tres agujeros geoestratégicos -moral, político y de medios- en un mundo inestable

El almirante Juan Rodríguez Garat -en su casa, con los estandartes que lo representaron estando en activo- no cree en la cercanía de una guerra nuclear

José Luis Roca

Juan José Fernández

Juan José Fernández

Madrid

La guerra de invasión de Ucrania ha provocado que una Europa antes plácidamente arrullada por sus negocios se despierte bruscamente y, sin apenas tiempo de quitarse las legañas, se ponga a buscar dónde había dejado guardada su conciencia de Defensa. Apremiada por un repentino ambiente bélico, abre los armarios de sus arsenales y comprueba cómo de abandonados los tenía. Falta munición por todas partes, y falta la capacidad industrial de fabricarla a tiempo para asistir al país invadido y disuadir al país invasor.

Ese problema de pertrechos es también uno de los principales de la Defensa en España, pero para el almirante retirado Juan Rodríguez Garat el origen, más que en lo material, está en una falsa y estupefaciente fe española en una paz para siempre. “No existe entre nosotros esa cultura de Defensa que nos señale la posibilidad de que alguien nos quiera mal -dice en entrevista concedida a EL PERIÓDICO-. Nos han educado mucho tiempo en la creencia de que España no tiene enemigos… En pensar que si nosotros dejamos al mundo en paz, el mundo nos dejará en paz a nosotros, y eso, evidentemente, no ocurre”.

Almirante Juan Rodríguez Garat: "El principal peligro para la defensa de España está en lo que ocurre en Europa del Este"

José Luis Roca

No pasa, efectivamente, con los Putin, Netanyahu y Jamenei que asoman, y cuya agitación ha provocado en la Unión Europea mensajes de dirigentes políticos -no es solo Borrell- llamando a recuperar la fuerza militar perdida para alejar la guerra mediante la disuasión.

Pero no solo hablan los políticos. Lo hacen también los militares, los retirados, que pueden permitirse hacerlo en público. Rodríguez Garat, que ha sido el jefe de la Flota, que mandó la misión Atalanta en el cuerno de África y una agrupación naval de la OTAN con proa al mar Negro, acaba de publicar ‘Tambores de guerra’ (La Esfera) en uno de los momentos más oportunos para saciar la necesidad de entender los conflictos bélicos y atajar un fenómeno muy actual: el cuñadismo geoestratégico que reina en teles, tertulias y redes sociales.

Cascos azules

El almirante atiende a este diario al poco de que los misiles balísticos de Irán hayan sobrevolado Tel Aviv. Esta es, en su opinión, “la tercera guerra de Gaza, y la tercera guerra del Líbano, que a su vez son preludio de la cuarta guerra de Gaza y la cuarta guerra del Líbano”. Y con el epigrama certifica que no se otea horizonte de paz duradera en Oriente Próximo.

Preocupa en ese fuego cruzado la seguridad de los cascos azules de UNIFIL, entre ellos 650 españoles desplegados en el sureste del Líbano cuya presencia no ha servido para detener la guerra. “No han podido porque hay allí fuerzas mucho más poderosas que las de Naciones Unidas, pero serán una herramienta indispensable cuando la guerra termine -apuesta este integrante de la cúpula militar-. La gente que está allí tiene que aguantar la marea, porque no hay solución a lo que allí pasa sin ellos. España tiene planes para retirar la fuerza, desde luego, incluso bajo ataque, pero en este momento tiene que estar allí”.

El almirante Rodríguez Garat no ve un horizonte de paz a largo plazo en Oriente Próximo

José Luis Roca

El fracaso de UNIFIL pondría muy en evidencia la ya acribillada autoridad de Naciones Unidas. Es otro de los viejos activos de la paz que ahora están en juego. “Por desgracia, desde la invasión de Ucrania, el sistema internacional de paz ha hecho agua, ha colapsado -describe el almirante- Hemos perdido ese pilar fundamental, como hemos perdido otros dos más: el de la disuasión nuclear y el pilar ilusionante de las relaciones comerciales. Todos pensábamos hace cuatro años que establecer dependencias comerciales como la de Alemania y Rusia haría muy caro el coste de la guerra, y así ha sido, pero nos hemos equivocado: volvemos a una dinámica en la que lo único que previene la guerra es ser más fuerte que el enemigo, o sea, el si vis pacem para bellum".

Juzgar a Putin y Netanyahu

“La presión que había hace diez años de una comunidad internacional que quería la paz ya no existe”, cree Rodríguez Garat.

- La guerra tiene demasiados partidarios hoy.

- Hoy cualquiera que quiera alterar la paz en cualquier punto del globo va a encontrar aliados que le ayuden. Irán, Rusia, China, Corea del Norte… Hoy es mucho más difícil poner a la comunidad internacional de acuerdo en un esfuerzo para parar la guerra.

- Esa dinámica que describe, funciona también en las guerras del Líbano y Gaza... ¿cuánto están de conectadas?

- Lo están, porque detrás de ambas está Irán. Esta es una guerra de proxys entre Israel e Irán. Una vez que comenzó la guerra de Gaza con el asalto de Hamás el 7 de octubre de 2023 a posiciones israelís (que habría sido legítimo si se hubiera limitado a objetivos militares, porque hay que reconocer que Gaza es un territorio ocupado, y por tanto tienen derecho a combatir al enemigo, pero perdió la legitimidad en cuanto ataca a civiles y toma rehenes…) Israel responde declarando la guerra a Hamás, y el día 8 Hezbolá comienza los bombardeos sobre Israel. Hezbolá lo que deseaba, en nombre de Irán, era crearle un segundo frente a un país pequeño, como es Israel, para quien combatir en dos frentes le supone más problemas de los que puede resolver. E Israel supo ser paciente, contenerse en el Líbano hasta que Hamás estuviera militarmente derrotado. Irán se ha dado cuenta demasiado tarde de que la situación ha cambiado.

- Puede examinarse esa guerra como un entomólogo mira un hormiguero, pero a un militar se le puede pedir también un juicio moral… Las opiniones públicas se mueven por juicios morales (que se lo digan a Kamala Harris, con una bolsa de votantes dudando…) ¿Era necesaria esta matanza?

- Hamás tiene todos sus cuarteles, sus efectivos, depósitos de armas y centros de mando debajo de las ciudades. Es prácticamente imposible atacar a Hamás sin causar daño a los civiles. Pero ¿eso disculpa a Israel? No disculpa a Israel, pero condena a Hamás. El Derecho Internacional también prohíbe usar a civiles como escudo en las operaciones militares. Israel tiene derecho a atacar a Hezbolá y Hamás, pero si ha matado a un solo civil a propósito, eso también es un crimen de guerra, como lo es no permitir la entrada de ayuda humanitaria en Gaza. Pero la muerte de civiles en bombardeos… en Derecho Internacional depende de la proporcionalidad. Si un miliciano de Hamás esconde sus misiles en el cuarto de su hijo… el Derecho Internacional podría permitir el bombardeo de ese cuarto. Pero para la óptica occidental, tendría que haber muchos misiles, pero muchos, muchos, para atacar el cuarto de los niños. Para la óptica de Occidente, la de los soldados españoles, Israel se ha pasado, ha tenido el gatillo flojo.

- ¿Quienes aspiran a que un día un tribunal internacional juzgue a Putin… no pueden aspirar también a que se siente en el banquillo Netanyahu?

- Sería bueno que se juzgara a ambos. Obviamente, no va a pasar con ninguno de los dos.

Tres vértices rotos

El almirante Rodríguez Garat es uno de esos militares que, con frialdad, logra verle el sentido a la absurda matanza que perpetró Hamás entre civiles de aldeas y jóvenes de una fiesta al aire libre: “El que comienza la guerra siempre busca el poder, la relevancia, cohesionar a la sociedad detrás de él. Hamás había tenido relativo éxito; en 2006 nace tras la segunda intifada, gana las elecciones en la franja de Gaza, expulsa a la autoridad palestina a tiros, y se convierte en líder de la zona. Pero desde entonces Gaza no ha progresado, no resuelve los problemas sociales y la sociedad gazatí va perdiendo la confianza. Ahí encuentra Hamás que una guerra con Israel devolverá la fuerza, la ilusión y la confianza a su gente”.

- Y se encuentra enfrente con Netanyahu, otro líder necesitado de lo mismo…

- Efectivamente, ahí se encuentran el hambre con las ganas de comer.

El almirante Juan Rodríguez Garat urge a resolver la ausencia de una conciencia de defensa nacional.

José Luis Roca

En este clima estamos, de gélidos cálculos de ganancia sobre la vida humana. Y ahí está este país, en un mundo bajo el imperio otra vez de la ley del más fuerte. Ha querido Garat que su libro se subtitule “contra el desarme moral y militar de España”. Dice en la entrevista que hoy “hay demasiada gente en España viviendo y trabajando como si la nación española no existiese”. En su opinión, eso y las vicisitudes históricas, además de “años en los que la doctrina de seguridad nacional no menciona la palabra ‘enemigo’”, han moldeado un carácter social refractario a la Defensa. “España lleva muchos años dando la espalda al hecho real de la guerra”, considera.

En su libro, el almirante dibuja un triángulo de la Defensa en España. Un vértice, el del Gobierno, está mellado. También lo está en el segundo, el de la sociedad, “donde falta cultura de Defensa y conciencia nacional”. Y también lo está el tercero, el de los ejércitos, por años sostenidos de falta de dinero.

Hay además un problema severo “de personal, hay una disociación entre las Reales Ordenanzas y el Derecho Laboral. El militar tiene limitado sus derechos políticos, pero tiene todos los derechos laborales. Y eso implica que puede acogerse a bajas por conciliación familiar o a un régimen especial que es incompatible con el servicio cuando se despliega. Las normas de disponibilidad y de disciplina que caracterizan a los ejércitos no son las mismas que las que caracterizan a los panaderos, no siendo unos mejores que otros”.

O sea: “Hemos vivido la ficción de que da lo mismo que el operador del radar aéreo de una fragata no pueda salir a la mar porque tiene que cuidar a sus hijos, y el barco sale sin él. Pues no da lo mismo si pensamos en una guerra de alta intensidad. Mire: si la selección española tuviera los problemas de alistamiento que tienen los ejércitos, no habríamos ganado la Eurocopa, porque con ocho jugadores no se puede ganar”.

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José Luis Roca

Siendo almirante en ejercicio, en 2014, momento cumbre de los recortes presupuestarios derivados de la crisis de la burbuja, Rodríguez Garat no tenía gasoil suficiente para los barcos. “En el mundo naval, el adiestramiento se cuenta en días de mar, pero en aquel tiempo tuvimos que pasar a contar las operaciones por horas de mar”, recuerda.

No ha llovido tanto desde entonces, pero dice el almirante que, de todas formas, más que en las cosas del dinero y la tecnología, el problema de la Defensa en España “está en los cimientos, en la cultura de Defensa y en la conciencia nacional, porque si no hay conciencia nacional no hay nada que defender".

Para Rodríguez Garat esas "son dos asignaturas pendientes desde la Transición. Me acuerdo de Ortega hablando de los particularismos. Cuesta hoy día compartir proyectos en España. Parece como si todos los españoles consideraran que el único español de verdad es él mismo, ya sea por geografía o por política. Hay demasiada gente en España que vive o trabaja como si no existiera España. Y no hablo solo del independentismo catalán o vasco, también de aquellos que excluyen al que no vota a su partido”.

Desmitificar

Puede que, en este tiempo crispado, una de las sorpresas que se obtienen hablando con un experto militar auténtico es la calma con que desmitifica creencias asentadas. Por ejemplo, eso de que la OTAN fue aproximándose hacia el Este hasta acogotar a Rusia y provocar que Putin reaccionara. En su libro dice Garat que ha sido más bien al revés, que son los países del Este los que han corrido al oeste tratando de huir del autócrata.

Almirante Juan Rodríguez Garat: "Para un militar en activo, Marruecos no es hoy lo que le quita el sueño"

O, por ejemplo, ese bucle melancólico de evaluaciones derrotistas sobre la capacidad de España. “No hay nada peor para un país que creer que tiene un ejército que en realidad no tiene”, dice recordando la guerra de 1898 contra Estados Unidos, pero también se acuerda de cuando mandaba la fragata Álvaro de Bazán, una F-100, de las más poderosas de la Armada. “Yo decía entonces que España no había construido un barco de primer nivel, un barco envidiado por la comunidad internacional, desde aquellos Santa Ana y San Ildefonso, hundidos en Trafalgar, hasta la Álvaro de Bazán. Hombre, algo se ha avanzado”.

O, por ejemplo, todo el turbión de bulos y sueños húmedos sobre la amenaza marroquí: “Para un militar en activo, lo que no le deja dormir no es Marruecos -asegura a este diario-. En este negocio hay que estar preparado para todo, pero Marruecos es una posibilidad remota. Tendrían que pasar muchas cosas allí antes de empezar una desestabilización que nos hiciera pensar en una amenaza militar”.

O, por ejemplo, en fin, el gran argumento de la propaganda del Kremlin -”Está por todas partes”, advierte- sobre la proximidad de un holocausto atómico: “No creo en eso; cualquiera que decida comenzar una guerra nuclear sabe que no va a sobrevivir a ella, y no se llega a liderar una gran nación cuando uno es un suicida potencial. Putin sabe que el que decida una guerra nuclear va a ser uno de los primeros en caer en esa guerra, y eso destruiría Rusia, quedaría convertida en un escenario apocalíptico, el de Mad Max”. 

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