Después de un inicio de Eurocopa más que dubitativo, con dos empates que dejaron mal sabor de boca, la goleada ante Eslovaquia en la jornada decisiva de la fase de grupos ha propiciado el rearme psicológico de la selección española, un refuerzo positivo a los mensajes y el camino que marca invariablemente el seleccionador, un Luis Enrique cargado de razones para insistir en su idea

A las puertas de un partido, el lunes en Copenhague a las seis de la tarde, que volverá a ser de vida o muerte ante una Croacia con Modric como bandera, el equipo español ha recuperado el empaque y la confianza que parecían perdidas en las dos jornadas iniciales. Y cuando se consigue un objetivo inicial después de un sufrimiento mayor del esperado, el refuerzo con el que se afrontan los próximos retos es mayor. 

Ese ambiente es el que se respiró este viernes en la tercera comida de grupo de la concentración, aprovechando el día libre, en un restaurante madrileño con vistas a la Puerta de Alcalá. No habrá muchas más ocasiones de celebraciones similares, de esas que estrechan más el grupo, porque si España gana en octavos, la selección no volverá a Las Rozas antes del hipotético partido de cuartos de final en San Petersburgo, ante el ganador de la eliminatoria entre Suiza y una de las grandes favoritas, la Francia de Mbappé y Benzema.  

De Morata a Busquets

El equipo español se ha repuesto, después de la inicial falta de gol, de una situación complicada y, acorazado ante las críticas que han estado presentes desde que Luis Enrique dio la lista, se ha ido reforzando con los acontecimientos hasta alcanzar una comunión y una unión que se transmite al exterior. 

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Después de la emoción del capitán de España y del Barça, Busquets, tras su regreso y el triunfo ante Eslovaquia, abrumado por la confianza y el cariño que le mostró el grupo y el cuerpo técnico, el tema más delicado sigue siendo el que atañe al delantero depositario de la confianza del seleccionador, un Morata que reconoció estar afectado, en una entrevista en la Cadena Cope, después de que su familia recibiera amenazas: “Entiendo que se me pite y se me critique por no hacer bien mi trabajo, pero hay un límite. Ojalá la gente se pusiera un poco más en lugar de lo que es recibir insultos y amenazas a tu familia: ojalá se mueran tus hijos y todas estas cosas. Luego, cuando pasa una tragedia, todos hubieran puesto que era buen chaval, y cosas así…”, relató un Morata quebrado por momentos, con los ojos vidriosos, que transmitía un estado de excitación mental permanente. 

El delantero de la selección acumula críticas y pitos desde el primer partido de preparación de la selección, pero es la apuesta de un Luis Enrique que se mantiene firme en sus convicciones, como hizo para esperar a Busquets o para darle la titularidad a un Pablo Sarabia que entró en la lista por la puerta de atrás y que se reveló como un activo importante para desatascar las ofensivas españolas.