ÁNGEL ESCRIBANO

Presidente de Escribano

Ana SAMBOAL

Hace apenas tres décadas, dejó los estudios para trabajar como tornero en el pequeño taller que abrió su padre cuando se quedó en paro. Compraron la primera máquina de control numérico hipotecando la vivienda familiar a espaldas de su madre. Desde entonces, no han parado de crecer en todo el mundo. Hoy, los hermanos Escribano fabrican las estaciones de armas que se instalarán en los blindados 8x8 que acaba de comprar Defensa, en los aviones de combate de Airbus o en las fragatas que protegen a los pesqueros de los piratas en el cuerno de África. Dice Ángel Escribano de la industria militar que, o se la ama, o no se quiere saber nada de ella. A él –se ve a la legua– le apasiona. Tanto, como el último proyecto en el que se ha embarcado: la fabricación de exoesqueletos para niños con problemas de movilidad.

"No tiene sentido exponer al soldado para disparar, puede hacerlo desde dentro de un blindado con una cámara"

"Hemos desarrollado infrarrojos que puede detectar a personas que han caído al agua y evitar que se ahoguen"

"Espero que una decisión de guerra nunca quede en manos de una máquina, porque se puede sabotear"

–¿Es todo tan secreto en Defensa como parece?

–A las empresas que trabajan en Defensa les exigen normas de calidad y los materiales deben cumplir unos requerimientos específicos. La información del Eurofighter, por ejemplo, es más restringida que la de una aeronave civil. Es un mundo que, o te encanta, o no quieres saber nada de él. Es atractivo. Pero es muy difícil entrar, exige muchos esfuerzos..

–¿Cuáles?

–Compites contra empresas inmensas, estatales, como Kongsberg, de Noruega, Rafael, del gobierno israelí, o Aselsan, de Turquía.

El presidente del grupo Escribano, durante la entrevista. | ISABEL PERMUY
–También hay empresas públicas españolas de Defensa

–Sólo Navantia y, en un porcentaje, Indra. Pero Kongsberg o Rafael son mucho más grandes que Indra y el cien por cien del capital es de sus gobiernos. Y ya no es sólo eso, sino la vinculación que tienen con ellos. Aquí, el dueño de Navantia es la SEPI, es decir, Defensa y Hacienda, el mejor socio que puedes tener. Pero la Navantia de Francia sería Navalgroup y tiene el doble de éxito, porque su gobierno es mucho más protector.

–También gastan más.

–Sí, pero, además, hacen un gran lobbie mundial. El mejor comercial del mundo es Macron, vende para Francia lo que no está en los escritos. Después de Estados Unidos es, posiblemente, el país que más material de Defensa fabrica y exporta.

¿No le asusta competir con gobiernos poderosos?

–Aquí no se adjudica nada a dedo, los contratos los hemos ganado en concurso. ¿Por qué? Por nuestra especialización. Hacemos estaciones o torretas de armas al mismo nivel o superior que Rafael o Konsberg. Pero les ganamos por goleada porque hemos hecho una fábrica en la que, prácticamente, desde el primer componente hasta el último se hacen aquí. El coste horario de esta empresa es lo que cuesta mantener la fábrica abierta por hora dividido entre los trescientos empleados. Nos cuesta lo mismo la hora de ingeniería que la de producción. Sin embargo, en las industrias militares de los gobiernos hay miles de empleados, subcontratan una parte del trabajo, que compran a precios de mercado y, después lo integran. ¿Cuánto cuesta todo eso? Les ganamos por precio, porque damos lo mismo o más y somos más económicos. Y es gracias a esa especialización.

–¿Cómo se llega ahí?

–Hasta ahora, nunca habíamos vendido nada al Ejército, sino a subcontratistas que trabajaban para ellos. Éramos fabricantes y teníamos que negociar con directores de compras que marcaban un precio sin saber de nuestro oficio. Entonces, nos dijimos: en vez de comprarnos las máquinas que ellos quieren, vamos a montar la ingeniería para desarrollar el producto completo.

–¿Ahora diseñan y venden?

–Eso es. Nuestro modelo es el opuesto al de los subcontratistas. Teníamos lo necesario para fabricar, pero no podíamos fabricar nada, porque nada teníamos, la ingeniería nos la daban. Y nos la cobraban. Las ingenierías solamente inventan. Subcontratan a alguien que lo fabrica y, después, lo montan y lo venden. Dan valor a la ingeniería, pero no a la fabricación. Nuestro modelo es el opuesto. Tengo los medios y las capacidades, en fabricar es en lo que soy bueno. Para mí, la ingeniería es un subproducto, puedo regalártela, pero nunca te regalaré las piezas, porque ése es mi negocio.

–¿Y cómo se da ese paso?

–Decidimos contratar a gente para desarrollar nuestros propios productos. Necesitábamos algo muy mecánico, porque era nuestro fuerte, nos interesaba algo que tuviera muchas piezas, cuantas más mejor, porque somos los mejores haciendo los componentes y controlamos los precios. Hicimos la torreta, porque es todo aluminio y acero. Sólo incorpora dos motores eléctricos, un giróscopo y un "software". Compramos muy poco, el producto se fabrica entero en casa para controlar el precio. Y hacemos también las cámaras porque aprendimos ese oficio, la mecánica óptica.

–¿Ahora la ingeniería tiene un valor en sí misma?

–Ya no podemos ir el uno sin el otro, porque el 70% de lo que se produce es producto propio. Lo hemos pensado de cero en un papel y lo hemos puesto en el mercado. Voy a poner un ejemplo burdo: yo quiero fabricar piezas a un euro y venderlas por cincuenta. Pero la ingeniería no se puede vender así. Si vendes ingeniería a un tercero, pactas un precio por hora. Y al venderla, transfieres la propiedad intelectual a quien te paga. Sin embargo, la propiedad intelectual de hacer una pieza es siempre tuya. Yo tengo los equipos, sé cómo se hace y no te enseño, sólo te vendo la pieza.

–Necesitarán un permiso previo para trabajar con Defensa

–Claro, te tienes que inscribir en el REOCE, el registro de las empresas que trabajan con material de Defensa, y en la DGAM, Dirección General de Armamento y Material. Una vez te habilitan, te dan un número. Y, cuando has dado ese paso, si surge la oportunidad de vender cámaras al ejército de Costa Rica, presentas la solicitud al JINDU y te dan permiso. Sellan el documento, te dan una licencia de exportación y puedes venderla. Si no tienes esa licencia, no se puede vender nada. Ni siquiera a Francia, que es tu aliado. Lo que pasa es que, cuando pides permiso para vender a Francia, te lo dan de un día para otro. Fuera de la UE, tardan tres o cuatro semanas.

"Ganamos por goleada los concursos a las empresas estatales de defensa: somos más económicos gracias a nuestra especialización"

–¿Y vender a Yemen?

–Sería un suicidio presentar una solicitud. Ya sabes que la respuesta es no. Hay una lista de diez o doce países, de Naciones Unidas, la UE y la OTAN, a los que está prohibido vender. Es que no puedes ni ir. Imagínate que Irán tuviera unas playas perfectas para ir de vacaciones. Yo no puedo ir. Porque, si después viajo a otro país, te tienen horas en la aduana. Este mundo es complicado, si vas a esos países, te buscas problemas en otros. Si yo vendo en Paquistán, por ejemplo, no puedo vender en la India. Con el sello en el pasaporte, estás fichado.

–¿Les siguen de cerca los servicios de seguridad?

–Tienes que informar de dónde vas, a qué vas y qué haces. Eres libre, muy libre, pero te tienes que atener a una regulación. Y la regulación es que hay que dar información suficiente para cumplir con la legalidad vigente.

–¿Hay alguien del CNI aquí dentro?

–No, pero, por supuesto, todas las empresas informamos de nuestras actividades periódicamente al CNI.

–¿Hacen supervisiones periódicas de las empresas privadas?

–El control está hecho, porque, en cuanto presentas las licencias, que raro es el mes en que no has presentado una o dos, ya saben en lo que estás, dónde estás y lo que estás vendiendo. Es un negocio en el que tienes que dar información, tienes que ir a Defensa y contarle a la gente qué tienes.

"El principio de tu libertad empieza donde otro te la quiere empezar a quitar; si España no se defendiera, ¿qué impediría que mañana llegaran miles de personas?"

–¿A cuántos países venden?

–Nuestro primer cliente fue Perú. Después, Arabia Saudí. No vendemos a las empresas, no se puede vender material de Defensa a empresas porque el usuario de material de guerra no puede ser un civil, es un Estado. Si, por ejemplo, vendo una estación de armas a Navantia, el "End User" –el usuario final– lo tiene que firmar la Armada. Navantia no puede usar una estación de armas. Es lo que ocurre, por ejemplo, con las torres que se han entregado para los barcos de la Operación Atalanta, que son las mejores del mercado. La Armada hizo pruebas con tres fabricantes y la nuestra fue la más valorada. Dimos el mejor precio y el mejor ciclo de vida del producto.

–¿Aparte de los barcos, dónde las han instalado?

–Volando no hay todavía ninguna, lo harán cuando se desarrolle el modelo que irá en el Airbus militar, el CASA 295. Nuestras estaciones de armas están en barcos y, sobre todo, en vehículos. Como son ligeras, se suelen montar en los de ocho ruedas, como el 8x8 que acaba de aprobar el Defensa. Es un contrato importante. Y estamos convencidos de que irán también en las fragatas F110 nuevas, tanto las pequeñas como las grandes, las que tienen cañones de 30 milímetros. Hasta ahora, estábamos especializados sólo en las pequeñas, se han montado en Perú, en Omán o Argelia, se están montando en Egipto, en Bulgaria y en España. Excepto Perú, todos esos usuarios montan la mayoría en vehículos. Y a España se han vendido 34 que se van a colocar en nuestros barcos, porque, hasta ahora, no teníamos nada.

–¿No había armas en las fragatas militares españolas?

–Sí, pero armas grandes, no de este tipo. Lo que se ha hecho hasta ahora es poner a un soldado. Habrás visto imágenes de conflictos en televisión. Un soldado levanta la trampilla de un vehículo de cuatro ruedas, el URO, por ejemplo, y dispara. Pero, si te gastas el dinero en un vehículo blindado, ¿por qué expones al soldado? Los malos no van a disparar al vehículo, porque es blindado, no entran las balas. Dispararán al soldado. No tiene sentido gastar el dinero en comprar ese vehículo y luego sacar a la persona. Tendrás que poner un arma que se maneje desde dentro, porque lo más importante es su vida. No tiene sentido ir a una misión de paz a que nuestros soldados se jueguen el pellejo. Tendrán que ir sentados en el interior del vehículo, que para eso es blindado, y manejar la ametralladora con un joystick, viendo lo que ocurre en el exterior a través de la cámara. Lo que hace la estación de armas es proteger al soldado, que es lo más importante. En el barco, puedes poner a un serviola en la cubierta con una ametralladora y unos prismáticos o le puedes sentar en una zona protegida, con una pantalla de televisión y un joystick. La estación de armas está fuera y el marinero está protegido, incluso de la lluvia o el viento. No tiene sentido enviar un avión de transporte militar que vale un montón de dinero a lanzar víveres para que lo tiren abajo con la tripulación dentro, necesitas defenderla.

–¿Qué piensa cuándo les acusan de fomentar la violencia?

–Tengo una cosa clara: el principio de tu libertad empieza justo donde otro te la quiere empezar a quitar. Si España no tuviera nada para defenderse, si no estuviera protegida, ¿qué impediría que mañana no llegaran miles de personas de otros países aquí?

–¿Yihadistas, por ejemplo?

–Recuerda los atentados de Atocha. No ha habido más.

–¿Eso es Defensa?

–La mejor defensa es que no sepas que está ocurriendo eso. España no participa en misiones de paz porque seamos muy buenos. Estás allí para formar a las fuerzas y cuerpos de seguridad de esos países para que impidan que vengan los suyos aquí. Imagínate que vienen miles de malos, la flor y nata del Yemen o de la guerra del Líbano… Ellos tienen otra forma de pensar y te la quieren imponer. La Defensa es la defensa de tu forma de vida, de tus libertades, frente a otros que quieren coartarlas.

–¿Por qué los gobiernos no hablan así?

–Porque a lo mejor suena mejor de otra forma.

–¿Sus cámaras se usan también para rescatar a personas?

–La tecnología de defensa puede ser de doble uso. El microondas, por ejemplo, nace de los radares. Y todos tenemos uno en casa. Lo inventó por casualidad Percy Spencer, un señor que trabajaba en Rayteom, el segundo contratista de defensa más grande del mundo. Nosotros hacemos cámaras de infrarrojos, que sirven para vigilar. Se las vendemos a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Y, hace un tiempo, Salvamento Marítimo, que disponía de fondos europeos, nos contrató para desarrollar una que detectara puntos calientes en el agua. En un helicóptero, a más de 300 metros de altura, cuesta trabajo identificar a una persona en el mar. Nosotros desarrollamos un algoritmo que discrimina la temperatura. Todo lo que está a la misma temperatura que el agua se queda en negro, del mismo color que la pantalla. Y aparece un punto blanco si se diferencia en unas décimas de grado. Una vez descubres el punto, cambias la resolución de la cámara y enfocas. Puede ser una lata que, como le da el sol, tiene otra temperatura. El falso positivo es un gran problema, en el agua todo te deslumbra. Si es una persona, con el GPS del helicóptero y el de la cámara, fijas las coordenadas y le pides al barco que se acerque.

–¿Y cuál es el doble uso de la estación de armas?

–Somos el segundo accionista de Marsi Bionics, una empresa con la que hemos colaborado, con fondos y con nuestro conocimiento, que fabrica el único exo-esqueleto pediátrico que existe en el mundo. Cuando vi a Elena Martí en la televisión, contando que había creado una web para captar recursos, me puse en contacto con ella y compramos el 29% de la empresa. Ya tenían el diseño de los esqueletos y parte de los algoritmos que lo controlan. Nosotros hicimos la mecánica, lo hemos industrializado para que se pueda construir.

–¿Cuántos se han fabricado?

–Doce. El problema es que ahora está en fase de certificación, necesita el Marcado C. En este momento, sólo hay dos entregados. Uno de ellos, el que está en el San Juan de Dios, lo pagó nuestra empresa, lo entregué yo personalmente. No se lo regalamos porque, legalmente, no lo pueden aceptar, así que lo hemos prestado durante dos años para hacer un estudio clínico. El otro está en el Doce de Octubre, donde se hace terapia hasta que se consiga la certificación.

–¿Se podrá fabricar para los niños que lo necesiten?

–No se quiere vender, lo que se busca es que las empresas lo compren y lo donen a las familias o a los centros. Estos niños tienen problemas y los exoesqueletos, por su tecnología, no son baratos. Tampoco se pueden hacer en serie porque, gracias a Dios, tampoco hay tantos enfermos que lo necesiten. Son demasiados, pero pocos para que pudiera ser rentable. Lo que se busca es que empresas como Escribano o como la Fundación Seur o la Fundación La Caixa, que también participan, compren el exoesqueleto y lo donen a una familia o a un centro en el que varios niños puedan hacer la rehabilitación. Las empresas se desgravan y, al mismo tiempo, hacen un bien a esa familia que tiene esa desgracia.

–¿Innovan para desarrollar otros productos?

–En ingeniería, el cien por cien es innovación. Ahora, estamos desarrollando armas no letales. Es un proyecto que todavía está en fase embrionaria. Hemos desarrollado un láser para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, una especie de escopeta, aunque no queremos que sea un arma como tal. Disponen así de unas contramedidas, pueden perturbar a alguien que les está increpando o que les va a tirar un cóctel molotov. Si lanzas una pelota y le das a alguien con un marcapasos, se puede morir. Con el láser, puedo reducirte sin necesidad de hacerte daño.

–¿Ése es el proyecto principal de investigación?

–Ése y todo lo que tiene que ver con las cámaras, en todo su espectro, como el "software" de reconocimiento. Por ejemplo, cuando entras en una fábrica como esta o en un ministerio, en la garita hay una cámara que te ha captado, sabe quién eres, te asigna un número y, en todo momento, el resto de cámaras del complejo que estás protegiendo saben por dónde has pasado y dónde estás.

–¿Los ejércitos del futuro serán robots?

–Sinceramente, espero que no, que nunca se deje en manos de una máquina una decisión.

–¿Y lo dice alguien que fabrica máquinas?

–Sí, porque las podría sabotear. El que ha hecho una cámara de fotos, por ejemplo, puede poner un chip pequeñito, que cuesta setenta céntimos, que es un receptor de GPS. Cada vez que se conecta al wifi, saca todas las fotos de la cámara. Imagina que esa cámara es un robot y tiene un arma… Es una decisión que debe tomar siempre una persona con unos principios y una responsabilidad. Porque, ¿quién es el responsable de que la máquina actúe: el que la construye, el que la ha mantenido, el último o el primero que la ha tocado?

Los datos la empresa
  • 300 Empleados
  • Presencia internacional Europa, Estados Unidos, Oriente Medio, Sudamérica

 

Relacionadas

-----