Silvio Berlusconi perdió ayer la batalla para lograr zafarse del acoso judicial. El Tribunal Supremo de Italia rechazó ayer trasladar a otra sede judicial el proceso por presunto soborno a jueces de Roma, para conseguir una sentencia favorable, que se sigue en Milán contra Berlusconi y contra el exministro de Defensa Cesare Previti. Berlusconi deberá pagar las costas por los recursos presentados.

La defensa amparó su demanda en la reciente ley impulsada por la mayoría de centroderecha, que autoriza la solicitud de traslado de un proceso cuando existen "legítimas sospechas" de que un tribunal no es imparcial. La oposición considera la ley hecha a la medida de Berlusconi para eludir uno de sus últimos contenciosos judiciales, relacionado con la adjudicación en 1985 de la empresa alimentaria pública SME.

El fallo contra Berlusconi fue tomado por los nueve jueces del Supremo italiano después de cinco horas de deliberaciones a puerta cerrada. La sentencia es definitiva y pone punto final a un año de críticas, en algunos momentos apasionadas y feroces, contra los jueces de Milán y la magistratura en general, acusada por el centroderecha de administrar una "justicia política".

SILENCIO DEL CONGRESO

El Congreso acogió el fallo con un extraño silencio. Uno de los pocos políticos que quiso comentar el fallo fue Alessandro Ce, líder parlamentario de la Liga Norte, que forma parte de la mayoría gubernamental. "Estoy aterrorizado", dijo Ce, quien anunció: "Ahora el Parlamento deberá aprobar una reforma para castigar aquella parte de la magistratura que se comporta como una facción política".