Cuando Mao desencadenó la revolución cultural (1966-1969) y empezaron las purgas contra intelectuales y cuadros del partido sospechosos de revisionismo, Fidel Castro criticó aquellos excesos con una frase profética: "Yo admiro al Mao de la Larga Marcha, no los errores de ese anciano con arterioesclerosis".También el comandante ha perdido el respeto de quienes creyeron en él y en Sierra Maestra. Como todos los dictadores en el ocaso, se está quedando solo.