El violento terremoto que el miércoles por la noche sacudió el norte de Argelia arroja, hasta el momento, un saldo escalofriante: al menos 1.092 muertos y 6.782 heridos, de acuerdo con los últimos datos. El Gobierno argelino, sin embargo, ha subrayado que estas cifras son todavía "provisionales", y que es probable que aumenten a medida que avancen los trabajos de desescombro.

El epicentro del seísmo --de 6,8 en la escala de Richter-- fue ubicado entre las poblaciones de Thénia y Zemuri, muy cerca de Argel, y afectó sobre todo a la capital y a las localidades de Ruiba, Regaia y Bumerdés, en el litoral mediterráneo. Unas más fuertes que otras, cerca de 200 réplicas del terremoto se dejaron sentir ayer, durante toda la jornada, en el norte argelino, aumentando el pánico entre una población a la que su presidente, Abdelaziz Buteflika, intentó calmar con un mensaje en el que señaló que "lo peor ha pasado".

A LA HORA DE LA CENA

Regaia, unos 30 kilómetros al este de Argel, fue una de las localidades más afectadas. Según relataron los testigos, decenas de casas y edificios resultaron destruidos, entre ellos un bloque de 78 apartamentos donde vivían más de 350 personas. La mayoría permanecen aún sepultadas bajo los escombros. Aparte de la magnitud del seísmo, el elevado número de víctimas obedece a que el temblor sorprendió a muchos argelinos cenando en sus hogares.

El paisaje de destrucción y caos es similar en Bumerdés y Ruiba. Fue precisamente a Bumerdés, un balneario ubicado a unos 50 kilómetros al este de Argel, adonde el presidente Buteflika se desplazó para comprobar sobre el terreno la magnitud de la tragedia y lanzar su mensaje de tranquilidad. Los equipos de rescate calculan que en esta localidad han muerto 396 personas. "Nunca había visto semejante desastre. Todo se nos vino al suelo", relataba ayer un habitante de Ruiba.

LA CAPITAL

En Argel, la capital, unos 60 edificios resultaron destruidos, entre ellos la sede del Centro Nacional de Entrenamiento para Deportistas de Élite, de donde han sido recuperados más de 200 cadáveres. "No queda nada del edificio", explicó un fotógrafo de la agencia Reuters desplazado al lugar. Las primeras labores de rescate se llevaron a cabo de forma desordenada, con civiles que incluso cogieron pico y pala para hurgar entre los escombros donde creían que podían hallar a sus familiares. Poco a poco, sin embargo, los voluntarios han sido organizados, y también ha ido llegando la ayuda internacional, por ejemplo la de Francia, que envió a un equipo de 120 expertos.

TRES DÍAS DE DUELO

Después de dormir a la intemperie la noche del miércoles, cientos de argelinos se lanzaron ayer a los hospitales para averiguar la suerte de sus familiares. "Quiero ver a mi hermano. Quiero saber si está vivo o muerto. Dejadme entrar", pedía Ahmed, un hombre de 40 años que se desplazó desde Ruiba hasta el hospital Mustafá de la capital. Como él, miles de personas colapsaron las autopistas en busca de información sobre sus seres queridos.

El Gobierno argelino ha decretado tres días de duelo por las víctimas, y ha asegurado que el dispositivo de emergencia permitirá realojar a todos los afectados por la catástrofe. Las fuerzas de seguridad se encuentran en alerta ante la posibilidad de que empiecen a producirse saqueos, aunque hasta anoche, por lo menos en este sentido, todo estaba en orden. Muchos en Argelia recuerdan aún el terremoto que en 1980 casi destruyó por completo la localidad de El Asnam, y que se saldó con 4.500 muertos.