En las islas Baleares suelen producirse las llamadas risagas (resacas), que son movimientos de pleamar y bajamar; pero lo de la noche del miércoles al jueves fue mucho más lejos: era el temido efecto tsunami.

EL DESLIZAMIENTO DEL

SUELO PRODUJO EL OLEAJE

"Lo que ha ocurrido en Baleares tras los terremotos en Argelia es lo que se conoce como efecto tsunami", afirma la sismóloga Teresa Susagna. "El seísmo --prosigue-- produjo un hundimiento o desplazamiento del suelo a 10 kilómetros de profundidad y esto incidió en el Mediterráneo generando el tsunami".

Alex Barbat, catedrático de Ingeniería de Estructuras, añade que en función "de la magnitud del terremoto, que en este caso fue alta, y del volumen del suelo hundido, el subsiguiente oleaje es más o menos intenso".

EL FENÓMENO FUE

BAUTIZADO POR JAPÓN

Tsunami quiere decir ola de puerto en japonés (tsu, puerto o bahía, y nami, ola). No es extraño que fuesen los nipones quiénes bautizaran este fenómeno bastante habitual en el Pacífico, donde se llegan a generar olas de hasta 70 metros. "Los océanos son óptimos para que se produzcan los tsunami, porque necesitan mares abiertos para propagarse; por contra --explica la sismóloga Susagna-- son más extraños, aunque no imposibles, en mares cerrados como el Mediterráneo".

En mar abierto, los tsunami no son peligrosos, pero cuando llegan a la costa, a veces con velocidades superiores a los 700 kilómetros por hora, pueden rozar la catástrofe. En las playas de Japón, los bañistas cuentan con carteles que instruyen sobre cómo comportarse ante el tsunami. Lo primero, irse a una zona a 30 metros sobre el nivel del mar.

UN VIAJE DESTRUCTIVO DE

HASTA 1.000 KILÓMETROS

El tsunami se distingue porque antes de que llegue la primera ola, el mar retrocede con una gran fuerza de arrastre. Después llega la ola que viaja a más velocidad cuanto más profundo es el fondo marino y que puede proceder de hasta 1.000 kilómetros de distancia.