Una poderosa réplica sísmica, de 5,8 grados en la escala de Richter, pudo sentirse ayer tarde en el norte de Argelia, sembrando de nuevo el terror entre los habitantes de la capital argelina y sus alrededores, tan sólo seis días después del terremoto que causó, según fuentes oficiales, más de 2.200 muertos y cerca de 9.500 heridos. En un primer balance, fuentes oficiales admitieron al menos tres muertos y 187 nuevos heridos, al tiempo que confirmaron el derrumbe de algunos edificios.

La réplica tuvo lugar alrededor de las 18.15 horas (una hora más en España). El epicentro se situó entre las aldeas de Zemmuri y Thenia, a unos 45 kilómetros al este de Argel, justamente donde se localizó el primer terremoto el pasado miércoles, con una intensidad de 6,8 grados en la escala de Richter. La radio estatal argelina pidió a la población que conservase la calma y no se acercase a los edificios afectados, por temor a nuevos derrumbes.

EDIFICIOS DESPLOMADOS

En Bumerdés, una de las localidades más afectadas, pudo confirmarse el derrumbe de un inmueble de cuatro pisos y varias casas unifamiliares. Además, se contabilizaron 57 heridos, uno de ellos en estado muy grave. Los restantes diez heridos incluidos en el primer balance oficial de víctimas se produjeron en Zemmuri. En Reghaia, se vino abajo estrepitosamente un edificio de 15 pisos, que estaba desalojado al haber sufrido graves daños durante el terremoto del día 21. En Argel, la gente se echó a la calle, muchos de ellos con mantas para pasar otra noche a la intemperie.

La fuerte réplica contradijo las previsiones iniciales del Centro de Astrofísica, que subrayó que éstas irían disminuyendo con el paso de los días. Dada la intensidad del seísmo, muchos ciudadanos dijeron que se trataba de un nuevo terremoto y no de una simple réplica.

Según la prensa argelina, al menos 2.000 personas se encuentran todavía desaparecidas. El suministro de energía eléctrica volvió a cortarse en algunos barrios de Argel y las líneas telefónicas quedaron interrumpidas en varios sectores de la capital. Los teléfonos móviles dejaron de funcionar. El pánico se apoderó del hotel donde se alojaban los periodistas. Los empleados y los clientes salieron a la calle y muchos de ellos se negaron a regresar al trabajo y a sus habitaciones.

Nada más conocer la noticia, la ministra española de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, expresó la solidaridad del Gobierno de Madrid y aseguró que España prestará la ayuda que sea necesaria al país magrebí.