El G-8 "no sirve para nada". Ésta es la conclusión a la que llegaron las ONG de la cumbre por otro mundo, que se celebró antes de la reunión de los siete países más ricos del mundo y Rusia en Evian. Este G-8, bajo presidencia francesa, sirvió para demostrar que el movimiento antimundialización lejos de agotarse sigue progresando y que, poco a poco, constituye un verdadero contrapoder, capaz de vehicular un mensaje ajeno a las acciones violentas y minoritarias que se registran.

Así lo entendió Jacques Chirac, presidente de la reunión de Evian, que rindió "homenaje al importante trabajo de la contracumbre" y las ONG que participaron en ella. Los antimundialización, dijo, aportaron una serie de ideas que pueden "influir en la reflexión". Sus ideales y exigencias "son como poderosos aguijones para una acción colectiva que debe ser mucho más ambiciosa", añadió.

DISCUSIÓN PARALELA

Chirac no sólo entreabrió las puertas del G-8 a líderes de países emergentes, sino que facilitó la celebración de foros y debates paralelos de los militantes de la antimundialización liberal en Annemasse, a 50 kilómetros de Evian. "Juntos, pero no revueltos", subrayó irónicamente un responsable de ATTAC, que reconoció un cambio de actitud de las autoridades francesas hacia un movimiento que "crece y puede considerarse imparable".

Contra el G-8 de Evian se puso en marcha un colectivo europeo de asociaciones, sindicatos, movimientos, partidos y ONG, unidos por el objetivo de denunciar "la ilegalidad" e ineficacia del considerado "directorio mundial". "Estamos aquí para demostrar que otro mundo es posible, basado en la justicia, la igualdad y la solidaridad", decía el programa oficial. "Nuestra fuerza es que somos muchos. Somos millones y ellos, sólo ocho". Detrás de este lema se reconoce el variopinto abanico del movimiento alternativo.

La contracumbre de Annemasse fue como la punta de este iceberg contestatario que rechaza el ultraliberalismo y que, a través de un movimiento social y ciudadano, se construye día día desde Chiapas a Palestina, pasando por Chechenia, China, África, Europa o América Latina. Este trabajo colectivo se reflejó en los numerosos foros y debates organizados en los tres días de contracumbre y que, a pesar de los evidentes problemas de coordinación y organización (falta de traductores sobre todo), permitieron poner sobre la mesa los problemas más acuciantes del planeta que los "amos del mundo" pretenden ignorar.

Es difícil situarse en la nebulosa de movimientos, organizaciones, asociaciones o colectivos locales. La contracumbre fue organizada por 27 organizaciones. ATTAC, los Amigos de la Tierra, Secours Catholique, el movimiento francés para la planificación familiar, Action Aid, Medicos del Mundo, Plataforma Deuda y Desarrollo, Amnistía Internacional, Juntos contra el Sida y sus equivalentes de otros países europeos trabajaron con movimientos mucho más radicales, básicamente anarquistas.

"Todo es nuestro, nada es suyo. Todo lo que tienen nos lo han robado", destacan los anarquistas. Mientras, los más moderados asentían y calificaban de "superchería" el famoso diálogo ampliado que se presentó como una apertura generosa del G-8 hacia los países del sur. "No hay que dejarlos en paz", decía un militante y, para conseguir este "otro mundo", ONG como Attac son conscientes de que hay que comenzar por la emergencia de "otra Europa".

FORO SOCIAL EN SAINT-DENIS

Con este fin se organizará del 12 al 15 de noviembre un foro social europeo en Saint-Denis (afueras de París), para la "Europa de los ciudadanos, justa y solidaria". En Saint-Denis se presentarán alternativas a las políticas neoliberales y estrategias para una "Europa, en paz, contra la guerra", una Europa "acogedora, contra el racismo", contra "la mercantilización de la cultura y de la educación".