El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quien fue galardonado ayer con el premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional 2003, destinará los 50.000 euros (8,3 millones de pesetas) del galardón al programa para la lucha contra el hambre en su país, según fuentes diplomáticas.

El jurado, presidido por el exjefe del Gobierno español Leopoldo Calvo Sotelo, le concedió el galardón por unanimidad y elogió el "admirable pasado de lucha por la justicia" de Lula, a quien considera el "símbolo de una gran esperanza". Este premio supone el reconocimiento "de una trayectoria política y personal en defensa de los trabajadores y de la lucha contra la pobreza, la desigualdad y la corrupción que tanto han hecho sufrir a los desheredados de su país y del mundo entero".

Calvo Sotelo aseguró que con la concesión de este galardón al presidente brasileño "el jurado asume un cierto riesgo que sólo el futuro podrá valorar" (sólo lleva seis meses en el cargo), aunque destacó que "ha empezado bien, con buena mano".

Las felicitaciones no se hicieron esperar. Partidos políticos, instituciones y ONG mostraron su satisfacción al conocer el nombre del premiado. El presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, ofreció a Lula su apoyo "en sus esfuerzos para unir la ética y la política" para dar solución al subdesarrollo en Suramérica. José María Figueres, director general del foro de Davos, dijo que Lula es "un líder que retoma la agenda del desarrollo con verdadero sentido de los retos globales y la equidad".

Desde Paraguay, el premiado Lula se manifestó "feliz" y "sorprendido" tras saber que había sido galardonado con el premio Príncipe de Asturias.