Los líderes de la Unión Europea (UE) asumieron ayer el proyecto de Constitución elaborado por la Convención como "una buena base para iniciar la Conferencia Intergubernamental", que debe reformar el actual tratado para adaptarlo a la nueva Europa reunificada. La cumbre de Salónica concluyó con el acuerdo de abrir en octubre esa negociación para poder aprobar la primera Constitución de la UE "lo antes posible", como muy tarde a principios del 2004.

El proyecto obtuvo "un apoyo amplio y caluroso", aseguró el presidente de la Convención, Valéry Giscard d´Estaing, tras presentar el documento. "La mayoría de los jefes de Estado y de Gobierno están dispuestos a adoptar el texto con pequeñas modificaciones", añadió.

Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, Suecia e Irlanda encabezan el grupo de países que aspira a una rápida ratificación del proyecto de Constitución, sin reabrir la negociación del explosivo apartado institucional. "El proyecto es la mejor síntesis de las preocupaciones de todos. Ahora sólo hace falta refinarla", señaló el presidente francés, Jacques Chirac. "No se puede permitir que se reabra lo pactado. Sólo habrá retoques", indicó el ministro alemán de Exteriores, Joskcha Fischer.

APOYO DE LONDRES

Incluso la reticente Gran Bretaña apoyó el proyecto. El documento tiene un "equilibrio correcto", declaró el primer ministro británico, Tony Blair. Italia, que asume la presidencia de la UE en julio, también calificó el documento de "buen equilibrio", pero matizó que no es el compromiso final.

España y Polonia fueron los más críticos con el nuevo equilibrio institucional entre países grandes y pequeños que establece el proyecto de Constitución. Portugal, Austria y Finlandia insistieron en su oposición a una Comisión Europea reducida, con comisarios sin derecho a voto. Los nuevos miembros de Europa del Este, como Hungría y la República Checa, enfatizaron que había que respetar escrupulosamente la igualdad entre todos los estados.

Giscard exhortó a líderes europeos críticos a no romper el equilibrio alcanzado en el texto, porque pondría "en peligro la solidez del edificio". Giscard añadió que modificar a puerta cerrada en la Conferencia Intergubernamental un texto consensuado de forma abierta no sería apreciado por los ciudadanos.

A quienes critican el proyecto por quedarse corto y mantener la unanimidad en las decisiones de política exterior, Giscard respondió que "es un mito" pretender que las decisiones en este campo se adopten por mayoría. "La política exterior y de seguridad común no se realizará por los votos, sino por las acciones comunes", señaló. La adopción de decisiones por mayoría abocaría a la UE a crisis internas, como mostró la guerra de Irak, advirtió.

El primer ministro griego y presidente semestral de la UE, Costas Simitis, destacó el carácter "histórico" de disponer del primer proyecto de Constitución europea. La cumbre acordó que la Convención continúe sus trabajos para acabar la parte más técnica hasta el 15 de julio.

FRIALDAD DE AZNAR

El presidente del Gobierno, José María Aznar, fue quien acogió con más frialdad el proyecto de Constitución. Aznar destacó que contenía algunos apartados "insatisfactorios" y reclamó que la futura Constitución reconozca las "raíces cristianas" de Europa por razones históricas.