El mismo día en que Jack Straw calificaba de vergüenza y de grave error el uso de un presunto informe confidencial que exageraba el peligro de Sadam para justificar la guerra, seis soldados británicos se sumaban a la lista de víctimas mortales de la alianza anglo-americana que día a día van cayendo en la mal llamada posguerra. El proceso a la desinformación ha empezado en Washington y Londres, demasiado tarde para evitar más muertos militares y mayores penalidades entre los civiles iraquís.