José María Aznar librará hoy y mañana en Bruselas la batalla más difícil de su mandato: impedir que la UE apruebe un nuevo reparto de poder que deje a España como un país de segunda. El presidente sabe que se juega no sólo la presencia española en la futura UE, sino su prestigio como líder europeo.

Aznar está abierto a que se modifique el tratado de Niza, del año 2000, que otorga a España un poder de decisión en el Consejo Europeo casi igual al de Alemania, Francia, Reino Unido e Italia. Lo que no acepta es que prospere la propuesta contenida en el proyecto constitucional, que devuelve a España a una situación de país mediano.

En caso de no alcanzarse un acuerdo, Aznar apoyaría la opción de aprobar la nueva Constitución, retrasando el capítulo institucional. Con Polonia como único aliado, la delegación española acusó ayer al presidente de turno de la UE, Silvio Berlusconi de "actuar como un jefe de delegación que defiende sus intereses".

ZAPATERO, EN BRUSELAS El secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, dijo ayer que Aznar tiene la "responsabilidad" de "mantener el peso" que tenía España en la UE antes de su llegada a la Moncloa en 1996. El líder socialista, que se encontraba en Bruselas, se mostró contrario a usar el veto por parte de España.