Las declaraciones del presidente de Estados Unidos, George Bush, quien aseguró que el depuesto dictador iraquí, Sadam Husein, merece ser condenado a la pena de muerte, han causado sonrojo entre los aliados europeos de Washington. Miembros de los gobiernos de España, Italia y Gran Bretaña, en cuyos países no está vigente la pena de muerte, se desmarcaron ayer de las palabras del líder de la Casa Blanca y pidieron un juicio justo para el expresidente.

"No estoy dispuesto a dar a los poderes políticos una licencia para matar", advirtió el ministro de Defensa italiano, Antonio Martino. En el mismo sentido se pronunció la ministra de Exteriores española, Ana Palacio: "El juicio a Sadam debe ser un símbolo de ética ante las más miserables e inhumanas cualidades".

RESPETO DE LOS BRITÁNICOS Responsables políticos de Gran Bretaña se manifestaron en contra, aunque no quisieron enmendar la plana a Bush: "No creo en la pena de muerte, pero respeto otras posiciones", matizó el ministro del Interior británico, David Blunkett.

Las declaraciones realizadas por Bush han sembrado dudas entre los analistas de que el expresidente iraquí pueda tener un juicio justo, y reforzaron la convicción en el mundo árabe de que la suerte que pueda correr Sadam Husein ya está echada. "No es asunto del presidente de una gran potencia pedir la pena de muerte para otro presidente", subrayó el editorialista saudí Abdelaziz al Muhana.

EN LA REGIÓN DE BAGDAD Muafaq al Rubaie, miembro del Gobierno provisional iraquí, afirmó ayer que el juicio se celebrará el próximo mes de julio, y negó que el dictador hubiera sido llevado al extranjero: "Está en la región de Bagdad".