Irán buscaba ayer a la desesperada posibles supervivientes del devastador terremoto que asoló el viernes la región de Bam y que se teme que haya causado la muerte a 30.000 personas, según las autoridades locales. Un total de 15.000 víctimas ya han sido enterradas.

Primero, Naciones Unidas anunció en Ginebra la decisión de las autoridades iranís de poner fin anoche a las operaciones de búsqueda de víctimas, por lo que subrayó que no será necesario el envío de más equipos internacionales. Pero anoche, el Ministerio de Interior iraní anunció que las tareas de rescate continuarán. "Mientras haya una esperanza de encontrar supervivientes, las operaciones se mantendrán", subrayó el portavoz del departamento, Jahanbakshsh Khanjani.

AYUDA DE 21 PAÍSES La agencia oficial Irna informó de que entre el sábado y ayer por la mañana, un millar de personas fueron rescatadas con vida. Los supervivientes pudieron se localizados "gracias a los perros socorristas y a los aparatos ultramodernos de detección de los equipos de socorro iranís y extranjeros" procedentes de 21 países, añadió Irna.

Pero, transcurridas más de 60 horas desde el seísmo, eran casi nulas las esperanzas de encontrar a alguien con vida bajo toneladas de escombros, en una región donde los termómetros bajan a cero grados de noche. La construcción en adobe, material normalmente utilizado en la región, no facilita la formación de bolsas de aire, ya que al destruirse se desintegra y se transforma en polvo, contrariamente a lo que pasa con el hormigón, que mantiene cierta estructura.

La magnitud de la catástrofe desbordó a los equipos de rescate, que echaban en falta un mando central de coordinación. En Bam, se veía a voluntarios y militares dar vueltas de un sitio a otro sin saber exactamente qué hacer. "No sabemos si hay supervivientes aquí, pero si los hubiera no habríamos llegado a tiempo", se quejaba con amargura un médico de la Cruz Roja iraní.

Por si fuera poca la desolación y la impotencia de los socorristas, el caos y los pillajes han hecho ya aparición. Un grupo de hombres armados asaltó ayer un pequeño convoy de camiones que transportaban tiendas de campaña, mantas, botes de conservas y generadores de electricidad, dejando en el absoluto desamparo a un grupo de familias que se disponía a pasar una nueva noche glacial a la intemperie.

Y como si las desgracias nunca fueran solas, un helicóptero de la Marina iraní se estrelló en la región de Bandar Abbas (sur), falleciendo sus tres ocupantes, después de distribuir ayuda entre las poblaciones afectadas por el terremoto del pasado viernes.

Lo oficina del gobernador de Kerman, región donde se encuentra Bam, cifró en 22.000 la cifra de muertos del seísmo, pero expresó el temor de que lleguen a ser 30.000. La misma fuente indicó que algunas aldeas de la zona han resultado completamente destruidas.

EVITAR EPIDEMIAS "Es una catástrofe inmensa", subrayó el ministro iraní de Interior, Abdolvahed Musavi-Lari, en el aeropuerto de Bam. "El 70% de una ciudad de 100.000 habitantes (Bam) ha sido destruida", añadió. Para evitar las epidemias, han sido enterrados 15.000 cuerpos.