Más de 2.000 albanokosovares asistieron ayer al entierro de dos niños albaneses cuya muerte dio inicio a los enfrentamientos con la minoría serbia y en los que murieron al menos 28 personas de ambas comunidades. En una atmósfera de tensión, el primer ministro de Kosovo, Bajram Rexhepi, reiteró su llamamiento a abstenerse de azuzar la violencia.

"No queremos más víctimas; no hay nada más doloroso que la pérdida de un hijo", declaró Sevdije Deliu, la madre de uno de los niños fallecidos. Decenas de jóvenes enarbolaron pancartas en las que podía leerse: "Basta de asesinatos y de muertes; queremos la paz y no la efusión de sangre".