A poca distancia del lugar donde hace unos días un adolescente fue descubierto con un cinturón de explosivos, ayer un chico de seis años murió en el campo de refugiados de Balata, en Naplusa, de un tiro en la cabeza durante un tiroteo entre soldados y milicianos.

Como es habitual, palestinos e israelís se culpaban ayer de la muerte de Jalil Walweel, que estaba en su casa jugando cuando una bala perdida le atravesó la cabeza. Según fuentes militares, los soldados estaban de retirada de una incursión en el campo de refugiados cuando un miliciano abrió fuego contra un jeep. Instantes después, una familia empezó a gritar con el cadáver de Jaled en sus manos.

VERSIONES El comandante israelí que iba en el jeep --que se identificó como teniente coronel Guy-- dijo que sus hombres no estaban disparando. Una grabación apoya esta versión israelí. Pero fuentes palestinas de Naplusa dijeron que el disparo provino de una colina cercana en la que había soldados israelís.

En cualquier caso, nada puede curar el dolor de Lina, la madre, de 22 años, cuyo llanto sonó durante el multitudinario entierro horas después de la muerte de Jaled. El Ejército ha ordenado una investigación para confirmar la versión del teniente coronel Guy, que ofreció su ayuda para llevar al chico a un hospital.