Aunque ya anticipada y convenientemente filtrada, el primer ministro israelí, Ariel Sharon, recibió ayer una muy buena noticia, la mejor en mucho tiempo: el fiscal general de Israel, Menachem Mazuz, anunció que no lo procesará por el caso de corrupción conocido como la isla griega por falta de pruebas inculpatorias. Se cierra así un caso que ha traído de cabeza a Sharon en los últimos meses y que no pintaba demasiado bien para el primer ministro después de que la fiscal jefe, Edna Arbel, recomendara el pasado mes de marzo a Mazuz que lo encausara.

"Gracias", dijo Sharon a Mazuz, de acuerdo con un canal de televisión israelí, cuando el fiscal le informó oficialmente de su decisión, una hora antes de hacerla pública en una rueda de prensa. Mazuz explicó que no hay "base legal" para juzgar a Sharon ni a su hijo menor, Gilad. A Sharon se le acusaba de haber aceptado sobornos del empresario David Appel --en forma de un sueldo desorbitado para su hijo-- a cambio de usar sus puestos públicos para facilitar los negocios de éste.